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🥳🎊 Guillermo “Beto” Carranza, organizador de eventos: hay que animarse

Nuestra gente, nuestra mirada, nuestra ciudad.

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—Mi profesión es muy divertida, desafiante y apasionada. La adrenalina que se vive en el proceso y durante los eventos es muy divertida. Esa adrenalina de no saber qué problema te puede venir para solucionar es lo que te hace fuerte en esto.

Guillermo Carranza tiene 43 años, es organizador de eventos y acá todos lo conocen como “Beto”, un apodo que arrastra desde la escuela: en 1993, un profesor de Ciencias Sociales lo bautizó así para diferenciarlo de 2 compañeros que se llamaban igual.

  • ⚽ El sobrenombre viene de Luis Alberto Carranza, un delantero que en los 90 pasó por 4 de los 5 clubes grandes del fútbol argentino.

El “Beto” bahiense es “cero deporte”, le cuenta a 8000, pero adoptó el apodo sin problemas:

—Es mi nombre artístico.

—¿Cómo te metiste en este mundo? 

—Arranqué de muy chiquito. Iba al colegio Don Bosco, a séptimo grado, y necesitaban alguien para la música de una obra de teatro. Había que poner unos casetes, y bueno, bastante cararrota, levanté la mano y dije: “Yo los pongo”. Y ni sabía lo que era un casete…

Desde entonces, comenzó a colaborar con el sonido y la iluminación de algunos espectáculos y llegó a trabajar 10 años en el Teatro Don Bosco, mientras pasaba música en eventos privados.

—En el 95 fueron las primeras fiestas y ahí empezó: “Che, ‘Beto’, ¿no me comprás el cotillón?”… “Che, ‘Beto’, ¿no me conseguís una cámara de fotos?”… Ahí empecé a ver la veta, y me empecé a dedicar más a la organización que a lo técnico.

Lo primero que organizó fue una fiesta de 15: hace 25 años.

—La mamá me dijo: “¿Te podés ocupar de todo?”. Y le dije que sí.

Y no paró. Y fue desarrollando su labor con el estudio: se recibió de analista en marketing y fue volcando lo aprendido.

—Mis papás [Juan José Carranza Guillermina Cesio] querían que fuera a trabajar a una empresa y yo les decía: “No voy a ir. Lo que aprendí, lo quiero aplicar para mí”. Y me sirvió muchísimo: aprendí sobre ventas de publicidad, psicología… Acá, a veces somos como psicólogos porque tenés que escuchar a todos, y todos tienen sus cosas.

  • 👨‍👩‍👧‍👦 Su familia de origen se completa con sus hermanos mayores: Eduardo, Natalia e Ignacio.
  • 🎧 Lo apoyaron de movida: vivían en un cuarto piso y “Beto” se la pasaba subiendo y bajando equipos: “La casa estaba llena de cosas, por todos lados… ¡Unos genios, se la han bancado siempre!”.

Nos dice que un organizador de eventos hace muchas tareas y acompaña al cliente desde el proceso para elegir la locación hasta el armado de las mesas.

El objetivo es que la gente disfrute y se despreocupe. Para una fiesta se necesitan más o menos 90 proveedores, y lo que hace el organizador es agruparlos, conformar un equipo de gente profesional para que ese evento salga perfecto.

—¿Cómo se compone el equipo profesional? 

—Hoy somos 10, más los proveedores. Son muchos rubros. Tengo un jefe técnico, administradores, organizadores y después se suman un montón de tercerizados. Yo cuento desde el hielo, que uno a veces lo pasa por alto, hasta fotógrafos, videógrafos, cotillón, torta, maquillaje, peinado… Uno no lo ve, pero se empiezan a sumar y se te hace un número. A veces una novia, una empresa, una mamá, están ocupadas y ahí es donde entramos nosotros para ayudar y que disfruten del armado de un evento.

La tarea más difícil es que todo ocurra en los tiempos previstos: que cada quien haga su parte.

—El que asume los nervios del evento es el organizador, que debe estar tranquilo… El organizador es el que se encarga de que los proveedores lleguen a tiempo, de que el show principal que contratamos sea el que pedimos y se cumplan los horarios, de que todo ande a la perfección para que los clientes se vayan felices.

—¿Eso es lo que más disfrutás? 

—Sí, cuando se van y te agradecen, o cuando después te llegan los mensajitos de agradecimiento. Es remotivador, ya que uno es un apasionado. Decís: “Listo, este evento salió perfecto, se fueron contentos”. Y ahí ya estás pensando en el siguiente. 

Parado en un costado de su salón Orión (lo abrió en 2013; ahora tiene la pantalla, las luces y las mesas organizadas para el próximo evento), “Beto” repasa su trayectoria y miles de anécdotas. Por ejemplo:

—En una boda, a las 8 o 9 de la mañana, porque en esa época las bodas eran largas, el novio y la novia me subieron arriba de una tarima y me empezaron a sacar el traje. Yo dije: “¡No, chicos, paren!”. Y ellos: “No importa, seguí”. Casi terminé en paños menores delante de todos los invitados. Los novios estaban recontra agradecidos, contentos…

Uno de los shows que más recuerda es el de Ráfaga: el contrato era de 40 minutos, pero la banda tocó 1 hora y media.

—La gente estaba muy copada. Ellos recibieron ese feedback y siguieron. Y eso es un mimo para uno y para el cliente, porque en Buenos Aires son muy estrictos con los contratos.

Cómo será, que una vez terminó llorando…

Miranda no quería hacer el show porque faltaban 4 energizantes cero calorías, que acá son muy difíciles de conseguir. Al final, terminé negociando otros energizantes y tocaron, pero a veces los grupos nacionales te llegan a ese extremo…

La paternidad le aportó a “Beto” más conciencia de los tiempos: su laburo ya no es 24×7. Ahora son sus hijas Emilia (8 meses) y Delfina (4 años) y su pareja Agustina Grimberg quienes le marcan el ritmo.

—Y tengo 2 ejercicios para cortar —nos comenta—. A la noche, cuando me voy a dormir, pongo la mente en blanco así no sigo pensando porque, si no, puedo estar con una agenda al lado de la mesita de luz anotando ideas… Y el otro, el cable a tierra, es irme con mi hija mayor a natación: ahí me relajo, me olvido de todo.

Esta parece obvia: “Beto” coordinó su propia boda, y se encargó de todo… menos del vestido de Agustina.

—Se la hice fácil a mi mujer. Gracias a Dios salió todo bien. Después me enteré de que se le había quemado la paella a la cocinera, pero son detalles que el que está en el salón no los sabe. La verdad, fue divertido. Lo hice como quise.

  • 👩‍❤️‍👨 La boda fue en 2015: el 1 de abril se casaron por civil y el 4 hicieron la ceremonia con un primo que se disfrazó de “rabicura” (rabino-sacerdote).
  • 🥳 La fiesta fue en Orión, con estilo living y finger food (comida en pequeñas porciones, para consumir sin cubiertos).
  • 🎊 En el cotillón hubo chalecos refractarios y no faltó la música en vivo, con Tachame la Doble y la cantante Itatí Rial. Y muchos proveedores locales…
  • 🚖 “A las 8:30 salimos del salón, nos miramos con mi mujer y nos preguntamos: ‘¿En qué nos vamos?’. Ya no había nadie… Nos tuvimos que ir en taxi”, recuerda “Beto”.

—¿Qué pasa en los eventos cuando las cosas no salen como las planificás? 

Plan A, plan B, plan C, plan Z. Todo el abecedario tenés que tener. He llorado, pero tuve que seguir. O sea: andate a llorar al patio y volvé con una sonrisa, porque la idea es que detrás de escena nadie sepa que una banda te llegó 40 minutos tarde.

—¿Cuál fue el evento más complejo?

—Todos tienen alguna particularidad. Nunca sabés lo difícil de este rubro; aparecen las dificultades in situ, en el momento. Entonces, hay eventos más grandes, más chicos, pero no sé si más difíciles.

—¿La pandemia fue el momento más complicado?

—No. Con lo difícil que fue la pandemia, yo soy un agradecido: acá tuvimos la suerte de agregar gente a trabajar y mucho apoyo por parte de las empresas. Tener este salón también me ayudó a hacer streaming con espacio; así que transmitía desde acá y las mismas empresas nos hacían mandar boxes para el desayuno de trabajo, para el almuerzo… Nos reinventamos.

Debió reprogramar unos 60 eventos, pero su actividad no paró. Y una mañana, por ejemplo, tuvo que repartir 800 cajas de fin de año.

—¡Fue una logística gigante!

—¿Y el temporal de diciembre?

—Fue otro momento difícil. Gracias a Dios, no nos pasó nada. Nos agarró empezando un evento y nos resguardamos en el lugar más seguro. Después, suspendimos todo durante 15 días, y como justo teníamos un montón de elaboración, se hizo una campaña y junto al Municipio se fue donando toda la materia prima que teníamos. Sacamos esa fuerza de decir: “¿Qué hacemos con esto?”.  E hicimos vianditas para ayudar a otros desde lo pequeños que somos.

Siempre anda preparándose, “Beto”:

—Tenés que estar todo el tiempo aprendiendo, estudiando, viendo cuáles son las tendencias, porque es un rubro de mucha tendencia. Ya estoy pensando en diciembre. Esto no te deja de sorprender.

Además de los eventos, lidera proyectos vinculados al entretenimiento y la gastronomía; no descarta explorar otras áreas, como la librería… y se ve viajando y disfrutando más de su familia.

—¿Qué tan difícil es emprender?

—Emprender es relindo, hay que tener ganas. Se puede emprender en muchos rubros; si uno le pone pilas y conoce o empieza a interiorizarse sobre lo que quiere emprender, puede salir adelante y buscarle un camino para que ese emprendimiento sea una atracción. Bahía es muy linda para emprender.

—¿Por qué?

—Tiene mucho para crecer. Es una ciudad a la que todavía le falta un montón de cosas para seguir creciendo y tener opciones. Yo no paro de pensar en oportunidades, por ahí me frena un poco mi mujer…

—¿Te arrepentís de algo?

—Sí y no. A uno le gusta tanto esto que le mete muchas horas, porque hay amor. Y este rubro es principalmente el fin de semana, entonces te perdés los cumpleaños de tus amigos, de tu papá, de tu abuela… Si me arrepiento de algo, a veces, es de no haber podido estar. Pero, bueno, también por otro lado pienso que soy un agradecido por estar haciendo lo que me gusta.

—¿La clave es haber dicho que sí a todo lo que fue apareciendo? 

—Sí, sí… Tengo un “sí” muy fácil, el “no” me cuesta decirlo: estoy aprendiendo un poco, porque me gusta ayudar y solucionarle cosas a la gente, pero a veces es mucho, se te va de las manos. 

—¿De pibe te imaginabas haciendo esto? 

—No, pero sí me empezó a gustar de chiquito, y empecé a encontrar ese camino lindo que tiene, que es divertido. Estás todo el día sociabilizando, con gente, creando…

—¿Qué le dirías a ese chico que levantó la mano en la escuela para poner el casete? 

—“¡Qué loco que estás!”. Pero que se anime. Está bueno animarse: uno nunca sabe lo que depara el destino. Que se anime a levantar la mano y a ser un poquito cararrota para emprender o participar.


Producción y texto: Belén Uriarte

Fotos, videos y edición audiovisual: Fran Appignanesi

Idea y edición general: Abel Escudero Zadrayec


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