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🚴‍♂️ Kevin Jerassi, encargado de la escuela de BMX: ahí va, pedaleándola

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La bicicleta es mi vida. O sea: me levanto, pongo un temita de música y salgo para el trabajo. Ya en el skatepark, veo que esté todo bien, miro lo que hay que hacer y después espero que llegue la tarde para los entrenamientos.

Así describe su tarea el bahiense Kevin Jerassi, que tiene 34 años y lleva una década a cargo de la escuela municipal de BMX, que funciona en el Parque de Mayo.

  • 🚴 Su especialidad es el BMX freestyle, una modalidad de ciclismo que consiste en hacer trucos, piruetas y saltos.

Según le cuenta Kevin a 8000, disfruta mucho de los entrenamientos: sobre todo, la sinergia y el compañerismo entre chicos y grandes.

La bici no fue un amor a primera vista, pero. 

—Pasé por varios deportes —nos dice—. Jugué al fútbol, al básquet, probé skate, ¡ese sí que no me salió! Hice mucho tiempo natación… hasta que di en la tecla: empecé a correr en bicicross, pero más que nada me gustaba hacer trucos en el aire. Y después fuimos teniendo pistas por toda la ciudad…

Kevin en acción – Gentileza.

—¿Recordás la primera vez que te subiste a una bici? 

—Fue en la casa de mis abuelos. Ahí me enseñaron a andar sin rueditas; debía tener 4 o 5 años. En esa época no era tan fanático como ahora.

Parado en el medio del skatepark del Parque de Mayo, Kevin describe cómo está compuesto este espacio situado frente a la escuela 17, que congrega a cientos de chicos.

—Es mayormente de hormigón, con partes de street (calle u obstáculos similares a lo que vemos en la vida cotidiana) y quarters (medias U). Y al lado está la pista de dirt (rampas de tierra), que es más precisamente de bicicleta: la arrancamos en 2010, cuando empezamos a venir con los chicos a hacer pozos con la pala.

Está acondicionado para que los pibes no se lastimen: hay, por ejemplo, rampas con colchones y caídas de goma. Es la única pista de tierra del país con mantenimiento diario, dice, gracias a la labor permanente de Agustín García, trabajador de la cooperativa Ancla Blanca.

Kevin arrancó a trabajar en el Municipio en 2014, y enseguida surgió la escuela de BMX que viene dando muy buenos resultados, como varios campeonatos nacionales y un olímpico juvenil de la mano de Agustina Roth.

Tenemos la escuela más grande de todo el país —se enorgullece—. Alrededor de 80 chicos participando, y sumales todos los demás que vienen a practicar acá y al nuevo skatepark de Vieytes y 17 de Mayo.

Ahí Kevin enseña: tiene a su cargo a los que se preparan para competir y representar a la ciudad y al país. Hay otros 2 profesores: Lautaro “Laucha” Bacega, con los avanzados, y Agustina, con los que recién arrancan.

—¿Cómo se empieza esta actividad? 

—Generalmente viene el papá, se presenta con nosotros, nos cuenta lo que quiere hacer el nene o lo que hace en la casa, toda la historia, el día a día… A veces nos hablan por Instagram y otras vienen directamente, porque nos ven practicar. Lo primero que hacemos es asegurarlos y darles un casco.

Los inicios son en el pump track, una pista con ramas chiquitas que tiene 50 metros de largo y entre 10 y 20 centímetros de alto: si el chico se cae ahí, alcanza a apoyar el pie. Luego, el entrenamiento se combina entre la rampa de tierra y la pista de hormigón.

  • 👦👨‍🦰 En la escuela hay un amplio abanico de edades: los más chiquitos tienen 4 y 5 años (asisten con los papás) y los más grandes superan los 30.
  • 🙌 Bahía es el único lugar de la Argentina con categoría de padres, que para Kevin son superpadres: no sólo se animan a abrir un evento de BMX con las capas puestas, sino que además siempre están al pie del cañón para dar una mano.

Kevin también usa la bicicleta como medio de transporte… excepto cuando llueve.

—¿Es complejo andar en bici con el tránsito que tenemos?

—Para mí no, porque si viene un auto de frente, me subo a la vereda o arriba de un auto ja, ja, ja. Quizás la gente anda muy alterada, no respetan a los chicos, eso es verdad… Sé de más de un caso en el que viene una familia a andar en bici y algún loco va, les cruza el auto y los empieza a insultar. Pero complejidad, para mí, es Buenos Aires. Bahía Blanca es una ciudad chica, la gente anda alterada, pero se puede andar.

—¿Creés que las ciclovías son beneficiosas?

—Sí: bien pensadas, sí. A mi parecer deberían tener algunas modificaciones para que sean más seguras, pero bueno, ya no sería mi área.

En la escuela han recibido muchas solicitudes a través de las redes sociales para hacer rampas en otros sectores, como Noroeste, Villa Mitre…

—Creo que son lugares a cubrir en un futuro. Hay muchos chicos que no logran llegar al Parque de Mayo porque les queda lejos.

  • 📍 Hoy el gran desafío es construir un parque olímpico dentro del Parque de Mayo, con un playón de 30×40.
  • 📌 La idea es que ahí siga estando el epicentro del BMX, y desde ahí se generen conexiones a las otras pistas que se vayan construyendo.
Boceto del playón. Imagen: gentileza KJ.

—¿Qué significa tener un parque olímpico?

—Que los chicos pueden viajar a cualquier parte del mundo y las rampas van a ser las mismas, más allá de que el trazado sea distinto. En Argentina, el único parque olímpico que hay está en Córdoba, y Agustina cada vez que tiene que prepararse para un viaje al exterior tiene que irse allá una semana… Siempre pienso que Bahía Blanca, con la cantidad de empresas que tiene, con la cantidad de ciudadanos y la cantidad de resultados, se merece ya el parque olímpico. Porque es plantar la semilla a futuro.

—¿El proyecto ya está en marcha? 

—Sí, hace años compramos el proyecto y lo certificamos. Es más: el año pasado recibimos un subsidio de Nación y compramos gran parte de los materiales. Y también gracias a los papás, que venden tortas fritas, rifas… Hoy, cuando hacemos cosas en la cantina, también buscamos recaudar para el parque.

  • 💰 Ya tienen comprado alrededor del 40% de los materiales. Para arrancar, necesitan más fondos y un playón para empezar a construir.
  • 💪 Hoy la escuela de BMX cuenta con algunos colaboradores, como Teco Ingeniería, CUBO Audiovisual y el grupo de padres.
  • 🤝 Necesita el apoyo de empresas y la comunidad: en mayo perdieron la pileta de colchones por un incendio, y ahora buscan cerrar la pista para volver a armarla.
    • 🤦 Suelen enfrentar este tipo de hechos: el skatepark ya sufrió 8 incendios.

—¿Qué es lo que más disfrutás de la actividad? 

Me gusta competir, compito en todo. Pero más allá de la competencia, en el entrenamiento de estos deportes individuales siempre entrenás con tus amigos y muchas veces no te das cuenta de que estás entrenando. Además, los chicos se ponen muchos objetivos a cumplir, que está buenísimo, y hay mucho compañerismo. Por ejemplo, la vez pasada trajimos geomembranas, que nos donó Techint, y hasta que no las pusimos y las atornillamos bien, se nos volaban para todos lados… y los nenes chiquititos, entre 5 y 8 años, ¡arrastraban entre 15 esas lonas que son pesadísimas!

  • 🤗 Esa unión también se ve en las competencias: los pibes siempre están. El año pasado fueron 60 a Córdoba en un colectivo, y atrás se sumaron los padres en caravana…

—¿Cuál es tu mayor logro? 

—No tengo un mayor logro puntual, quizás los logros son día a día, mes a mes. En lo que sería entrenamientos, dar clases es para mí el objetivo de la escuela de bici. Lo que yo quería es que a los chicos no les pasara como me pasó a mí, que tuve que aprender solo, a los golpes… Y hoy en día se está dando: vos llegás al parque, te está esperando un profe, te da el casco, te enseña un truco… El mayor logro es la escuela y juntar a los padres para hacer una asociación, que te da espalda y te permite gestionar, promover el deporte.

Cuando Kevin arrancó, no había pistas ni piletas de colchones ni rampas de gomas: le tocó aprender entre caídas, en la tierra dura o en el cemento:

—Pero nunca me quebré —remarca—. Solamente el tabique más de una vez… Los dientes me lo saqué varias veces y tuve muchos esguinces crónicos, más que nada en el hombro derecho. Pero bueno, vengo de la vieja escuela.

—¿Eso no te limitó? 

—No, al contrario. Lo que tiene el deporte es que uno se acostumbra; no te digo que disfrutás del dolor, pero te acostumbrás a ese modo de entrenamiento. Es como ir al gimnasio, que es un sacrificio todos los días: quizás no es algo que te gusta en el momento, pero es algo satisfactorio a largo plazo. Y en esto pasa lo mismo. 

Kevin vive con su pareja Manuela Delgado y su pitbull “Thor” en el barrio San Roque, a la vuelta del nuevo skatepark. Y también vive con la satisfacción por lo conseguido.

Además del éxito de Agustina, ahí vienen pedaleando Gonzalo Luciani Ivo Olguín, que arrancaron de muy chiquitos y hoy practican esta disciplina en España y Portugal.

—Ahora ellos solamente se preocupan por entrenar. Y la idea a futuro es que acá también puedan llegar a entrenar y no tengan que preocuparse por regar, por si falta un tornillo… Y bueno, no sólo por entrenar, también por divertirse: hay chicos que vienen como hobby, que no les gusta tanto la parte de la competencia.

—¿Qué te genera ver el éxito de los chicos? 

—Felicidad. Eso, la verdad, me gusta. Es un objetivo que tuve en 2014: quería que los chicos compitan, que representen, que tengan sus pistas… Y eso es un sentimiento compartido con los papás, porque ven los logros del día a día y están agradecidos.

—¿Cuántas horas le dedicás a la actividad? 

—Incontables… Me levanto, pongo el primer tema de música y ya estoy hablando de la bicicleta. Y son las 11 de la noche y todavía estoy respondiendo mensajes. Si me pongo a pensar la cantidad de horas, no tengo límite, ni siquiera cuando me voy de vacaciones. A donde voy, siempre algo me preguntan de la bici, qué estamos haciendo, si vamos a viajar, si los chicos necesitan ayuda…

—¿Alguien te transmitió este amor por la bici? 

—De chico me dejaron practicar el deporte que yo quería, y el amor por la bicicleta se fue dando de a poco, a medida que me iba juntando con distintos amigos. Siempre fue mi movilidad: más allá de que practicara otros deportes, siempre la bicicleta primero.

En esta actividad todo se puede aprender: lo único indispensable desde el arranque es el casco, que en la escuela de BMX no suele ser un problema.

—Los chicos que tienen 15, 16, 19, 20 años y salieron de la primera camada de la escuelita, ya lo tienen inculcado: cuando llegás, ya están con casco.

—¿Les ha pasado de tener accidentes? 

—Sí, suele pasar, es un deporte extremo. Acá tratamos de tener los máximos cuidados, por eso son tan importantes las rampas de colchones, caídas de goma… Por más que sea casera la pista, tenemos varias herramientas que son importantísimas para el desarrollo y que los chicos estén seguros.

—¿La lesión más común?

—Se pueden torcer un dedo, pero lo más común es un esguince.

—¿Qué es lo más difícil? 

—Eso depende del chico. El límite se lo pone el chico. Por ahí, a alguno se le hace fácil dar la vuelta para atrás, a otro se le hace fácil dar la vuelta para adelante, otro es buenos girando el cuadro de la bicicleta…

—¿Y a vos hay alguna maniobra que no te haya salido?

—Solamente en 2017, 2018 me lastimé un poquito, pero después las que quise hacer, las hice todas y estoy de pie todavía.

—¿Qué le dirías al Kevin de 4 o 5 años que arrancó con la bici? 

Que arranque sin miedo, sin miedo al éxito. Que el límite se lo pone él. Igual, si me hubiera dado algún consejo, creo que no lo hubiera necesitado, queda agrandado pero es la verdad. Sigo teniendo el mismo pensamiento que en esa época, que es andar en bicicleta todo el día. Por suerte, eso no lo cambié, y creo que también es la base y el impulso del día a día.


Producción y texto: Belén Uriarte

Producción, videos y edición audiovisual: Tato Vallejos

Fotos: Fran Appignanesi

Idea y edición general: Abel Escudero Zadrayec


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