🥗🧠 Marina Martínez, nutricionista: comer con la cabeza

Publicado el 15/06/2025.

Producción y texto: Belén Uriarte | Editora de 8000

Fotos, videos y edición audiovisual: Fran Appignanesi y Eugenio V.


—La psiconutrición es como un abordaje integral del paciente. No es solamente hablar de cómo se alimenta o qué es lo que come, sino por qué se alimenta de esa manera, qué factores modifican su conducta alimentaria. Es ir un poco más allá.

Así describe la nutricionista Marina Alejandra Martínez su especialización para este tipo de enfoque, cuyo objetivo es integrar a la persona en todo su ser: ver cómo es su familia, su economía, su salud mental, su actividad física, su historia dietética…

—Sirve para lograr mayor adherencia al tratamiento y cambios más profundos, que se puedan mantener en el tiempo —le explica a 8000. No se trata de una dieta con principio, final y listo. Se trabaja con los hábitos en general que tiene la persona.

  • 🤝 El proceso se lleva adelante en conjunto con otros profesionales, como psicólogos, psiquiatras si es necesario y profesores de educación física.

Marina atiende a mujeres, en general desde los 16 años.

—Puedo entender mejor lo que les pasa. No es lo mismo el abordaje que se hace con mujeres que con hombres. Son diferentes las responsabilidades y la mirada de la sociedad hacia el cuerpo de la mujer. Algo que a mí me importa muchísimo es ver cómo las mujeres se tiran tan abajo en estas cuestiones y no ven realmente su potencial. Trabajando en la relación con la comida se puede hacer un trabajo de autoconocimiento que es genial, porque empezás a ver cómo ciertas conductas te muestran parte de tu vida, de tu día, que por ahí no te estás priorizando, que no te estás alimentando como se debe, hace cuánto tiempo lo hacés y por qué.

  • 🙋‍♀️ Marina también es instructora de gimnasia aeróbica y localizada y de funcional, y tiene varias capacitaciones en ritmos latinos y reggaetón.
  • 💃 Fue profesora de baile de mujeres entre 2006 y 2015 aproximadamente. Por eso, dice, hoy se siente más cómoda trabajando con ellas en su consultorio.

Siempre le interesó el cuidado del cuerpo y su relación con los alimentos. Con el apoyo de su familia, logró cursar nutrición en la Facultad de Medicina Héctor Barceló, en Buenos Aires. Hoy lleva 6 de sus 39 años ejerciendo esta profesión.

Lo que más observa en su consultorio son problemáticas de desorden alimentario, obesidad y mujeres con mucha historia dietética, es decir, con demasiadas dietas encima pero sin conocimientos sobre cómo cambiar sus hábitos.

Otra cosa superimportante que veo en todas las edades es el tema de la ansiedad. El no poder manejar ciertas cuestiones de ansiedad y canalizarlas con la comida.

—¿Qué es tener una relación sana con la alimentación?

—Es poder comer sin culpa, no catalogar los alimentos como permitidos y prohibidos. Estar libre en el momento de comer, sin tener esa vocecita en la cabeza de que todo lo que comés es malo, de que todo lo que comés te engorda o te va a generar alguna enfermedad. O sea, poder comer tranquila escuchando las señales de hambre, de saciedad, las necesidades corporales, ya sean fisiológicas o emocionales, porque la comida es un todo, no es solamente nutrientes.

—¿Qué recomendás para tener esta relación sana?

—Lo principal es empezar a borrar todas las reglas dietantes con las que venimos hace años y que están muy instauradas en la sociedad, para poder escuchar nuestras necesidades. Trabajo mucho con el enfoque de alimentación real: tratar de alejarnos de los ultraprocesados y relacionarnos más con el alimento natural, conectar con la cocina, ver qué te quieren decir ciertas emociones o ciertas conductas alimentarias, no restringirlas, y dar orden. El primer paso es dar orden en la alimentación.

  • 🍪 Los ultraprocesados son productos diseñados por la industria y tienen más de 1 ingrediente. Según describe Marina, están hechos para facilitar el tiempo y para que uno siga consumiendo: “Tienen agregados, aditivos, edulcorantes, colorantes, que hacen que sean mucho más atractivos”.
  • 🛒 En el supermercado podés identificarlos porque en sus etiquetas suelen tener alto contenido de azúcares añadidos, grasas saturadas y sodio, y bajo contenido de nutrientes esenciales, vitaminas, minerales y fibra.

Una clave en todo este proceso es la constancia. Pero Marina aclara que es lo más difícil de lograr, porque el paciente suele arrancar con todas las pilas, yendo al gimnasio y siguiendo recetas, pero la motivación dura alrededor de 15 días.

—Hay que empezar a conectar con esas cosas que vos sabés que las hacés y te hacen bien, y repetirlo, repetirlo, repetirlo en el tiempo. Va a llegar un momento en el que no vas a necesitar motivarte. Siempre doy el mismo ejemplo: para ir a trabajar, no creo que todos tengamos la misma motivación todos los días. ¿Y por qué vamos? Porque tenés un beneficio, lo necesitás… Bueno, esto es lo mismo: necesitás crear hábitos.

Como nutricionista, prefiere no hablar de dietas sino de guías alimentarias. Para no pensar en restricciones.

—Lo ideal es una alimentación variada, que tenga frutas y verduras, que estén cubiertos todos los macronutrientes: proteínas, hidratos de carbono y grasas saludables: que sea una alimentación completa. Y después, en base a eso se adecúa al objetivo del paciente, a las intolerancias, a la situación económica. Por eso hablo de la psiconutrición: ver al paciente desde lo integral, no como un caso aislado.

  • 🧀 Las proteínas están en las carnes, las legumbres, el queso, el huevo y todos los derivados de animal.
  • 🍞 Los hidratos de carbono son los derivados de cereales (arroz, pan, pastas, harina, avena).
  • 🥑 Las grasas saludables se encuentran en alimentos como la palta, el aceite de oliva, el pescado, los frutos secos.

En su página de InstagramMarina expone su trabajo y habla de distintos conceptos como el hambre emocional, el autocuidado, la relación tóxica con la comida…

—¿Qué significa tener una relación tóxica?

—Cuando tenés una relación de amor-odio, te encanta comer pero comés y después estás con culpa, y sentís que lo tenés que compensar o empezás con esto de “¿para qué lo comí?” o “no debería hacerlo”. Estás todo el tiempo pensando en la comida o haciendo cálculos mentales. La relación tóxica con la comida muchas veces puede derivar en un trastorno de la conducta alimentaria. Y ahí estamos complicados.

Marina tiene su consultorio en la casa de su abuela Luzmenia Espinoza, en Terrada al 1.100 del barrio Pacífico. Así ahorra el alquiler y tiene libertad de horarios.

Trata de acomodar la atención presencial a la tarde y aprovechar las mañanas para sus actividades, como hacer ejercicio o ir a un taller de costura:

—Siempre trato de guardarme un rincón o un momento para la creatividad.

  • 📝 Los miércoles atiende en un centro de kinesiología de Maipú 1.423 de Villa Mitre, y los sábados envía a sus pacientes los planes que arma en la semana.
  • 💪 También trabaja en 2 proyectos con colegas: capacitaciones de psiconutrición para profesionales de la salud y estudiantes junto a Stefanía Scholl, y de marketing digital para nutricionistas (@Nutriexpansivas) con Julieta Pacheco.

—¿Cómo fue el camino para llegar a la psiconutrición?

—La psicología es un área que siempre me gustó, me llamó la atención. Y también un poco el vivir en carne propia esto de “sé lo que hay que comer, pero no sé cómo llevarlo a adelante”. El ver la importancia que tiene el manejo de las emociones, el poder hablar de las cosas que a uno le pasan. Lo importante que es la salud mental. Lo primero que me dio este pantallazo fue un libro de la doctora Mónica Katz, que se llama No dieta y habla justamente del daño que hace la dieta restrictiva en la salud mental de las personas. A partir de ahí, fue como decir: “Está bueno esto”. Y me fue llevando por diferentes lados hasta ver que existía lo que yo quería: la psiconutrición.

—¿Hay algo que te haya sorprendido de lo que comentan los pacientes en el consultorio?

—Lo veo bastante seguido y no debería ser así: el trato que tienen ciertos médicos, sobre todo con los pacientes mayores. Me sorprende ver la poca empatía, el poco compromiso. Llegan pacientes a los que ni siquiera les han mirado los análisis, y eso realmente es algo que me sigue sorprendiendo. Es falta de ética. O sea: no podés largar a una persona así… gente grande, que no tiene posibilidades de andar de acá para allá o de manejar el celular. Es muy complicado ver esas cosas: están solos. No hay gente que los pueda respaldar. Por lo general, la gente grande que se acerca es por derivación; por patologías digestivas o intestinales vienen un montón.

Otro tema recurrente en sus redes es el de la imagen y la opinión sobre el cuerpo ajeno:

—Se trabaja mucho con psicóloga, para tratar de fortalecer la autoestima, generar hábitos y que la persona vea que cuando va cumpliendo ciertos hábitos, ciertos objetivos chiquitos que se va poniendo en su día a día, su autoestima va mejorando: que la persona va más allá de un número de la balanza. Y empezar a hacer oídos sordos a lo que se escucha o se dice para centrarse en uno. O sea: yo como lo que quiero, y soy responsable de mi salud y de mi alimentación. Tratar de corrernos de las opiniones que por ahí te dicen que es por tu bien y en realidad no sé si viene por el lado de que realmente quieren la salud, sino porque molesta un tamaño de cuerpo.

  • 🗣️ Su capacitación en marketing digital le permitió mejorar la comunicación en redes: “Me parece fundamental formarte si querés dar un mensaje de calidad”.
  • 👂 Crea sus contenidos a partir de lo que escucha: “Son problemáticas o cosas que traen la mayoría de mis pacientes, que se repiten”.
(Captura: @nutricionista.marinamartinez)

En el consultorio recibe mensajes que la impulsan. También le conmueve ver cómo desde la alimentación se pueden trabajar otros aspectos importantes de la vida y lograr cambios, como dejar un trabajo o una relación tóxica o arrancar una carrera.

Es increíble las puertas que se pueden abrir si se hace un trabajo integral, acompañada de otro tipo de profesionales. Siempre aclaro que yo no soy psicóloga: soy nutricionista. Pero trato de que mi consultorio sea un espacio donde la mujer se pueda sentir cómoda para decir y opinar todo lo que quiera.

—¿Recordás alguno de esos mensajes motivadores?

—Cuando me animé a trabajar con adolescentes que estaban atravesando algún cuadro de un trastorno de la conducta alimentaria, como una anorexia o una bulimia, me decían: “Hoy pude ir a un cumpleaños, lo disfruté sin culpa”, “Pude comer enfrente de mis amigas y no me dio vergüenza”, “Pude sacarme el buzo para hacer actividad física y estoy contenta”, “Me pude comprar ropa que quería hace un montón”… Que eso te lo agradezcan y te hagan parte, me parece relindo, porque decís: “Mirá a lo que se llegó con poquitos cambios o con poquitas cosas que les hacés ver”.

Con las pacientes, todo comienza con 2 cuestiones básicas: cómo es su relación con la comida y cómo es la relación con su imagen corporal.

—Después, ya con los años, te vas dando cuenta… si es una persona que viene angustiada, con ansiedad… Le pregunto si en algún momento hizo algún tipo de terapia o si tiene un espacio de contención, porque no siempre es el tema de que vaya al psicólogo, puede ser que se sienta mejor en un ambiente de terapias alternativas o más para el lado holístico, o que tenga su momento con amigas yendo a cerámica, a costura u otros espacios donde pueda estar con ella y disfrutando sin presiones. También pregunto quién cocina, con cuántas personas vive, cómo es su dinámica, cuántas horas trabaja, si tiene horarios corridos o rotativos, porque es un tema para la organización. Las intolerancias alimentarias y síntomas también son fundamentales; o sea, si hay que derivar a un médico. En base a eso voy armando un plan de acción a seguir.

  • 🤝 Avanza en conjunto con la psicóloga Florencia Corral: “Es sumamente importante trabajar en equipo para sentir que no estás sola remándola. También es fundamental el acompañamiento del entorno en cada paciente”.

Marina considera que la actividad física es una pata esencial del tratamiento, y debe serlo en el día a día de cada persona:

—El movimiento tiene que estar. Yo recomiendo, si está en las posibilidades, trabajar en ejercicio de fuerza y aeróbico para ganar masa muscular, y en el sistema respiratorio y cardiovascular. Y después, para calmar ansiedades, para bajar un poco el ritmo de vida, para despejarse… Tiene que estar: así sea una caminata, un video de yoga…

Lo más lindo de la profesión es ver los cambios de los pacientes y ser parte de ello, dice:

Que te dejen su salud en tus manos es un acto de confianza enorme.

—¿Y lo que menos te gusta?

—La falta de información y de derivación, y la poca importancia que nos dan en el ámbito de salud a los nutricionistas. No es que damos una dieta y nada más. Es trabajar sobre la alimentación, que es fundamental en la vida de una persona. Entonces, que no se derive, que cualquier influencer dé consejos de salud o que vayas a cualquier lado y te den una dieta sin tener en cuenta un montón de cuestiones… ¡Son 5 años de carrera! No es que con un cursito, listo, ya sabemos hacer de todo.

—¿Ves hoy más conciencia sobre la salud?

—Sí, después de la pandemia vi mucho esta necesidad; ser un poco más responsables. Desde que me recibí hasta ahora, evolucionó un montón la nutrición: ya se habla más de trabajar sobre el estilo de vida y no tanto de la alimentación de forma puntual.

Marina nació acá y vive con su pareja Matías Lugones y su gata “Pipina” en un edificio de la zona céntrica. Su familia núcleo se compone por su mamá Olga Morales, su papá Jorge Martínez, sus hermanos menores Andrés y Marcos, y su abuela Luzmenia.

—Todos ellos son parte de esto. Me incentivan. Siempre tuve su apoyo, y tuve la oportunidad de estudiar. Soy una privilegiada, porque fue en una universidad privada y con la ayuda de mis papás pude llevarla adelante, y de mi tía Norma Morales que me tenía que bancar en Buenos Aires cada vez que viajaba.

—¿Qué le dirías hoy a una persona que tiene ganas de arrancar la carrera?

—Que es hermosa. Da gusto si te gusta el tema de la salud, del alimento. Y tiene mucha salida laboral, porque hay muchas áreas para trabajar. Está muy buena porque te vas formando en diferentes cosas y terminás aprendiendo un montón.

—¿Te sirvió para cambiar tu manera de relacionarte con los alimentos?

—Sí. A veces juega en contra eso, porque sabés todo muy clarito y no podés llevarlo a la práctica. Es esto de “en casa de herrero, cuchillo de palo”. Por eso, siempre remarco la necesidad de pedir ayuda, porque a veces nos creemos las mujeres maravillas que podemos con todo y es necesario pedir un acompañamiento. Otra cosa que me parece superimportante es que no todas las nutricionistas son para todo el mundo, porque hay que ver qué es lo que estás necesitando. No es lo mismo una persona que hace deporte y necesita una alimentación que sea sumamente estricta, prolija y adecuada para una competencia, que una persona que quiere ser mamá. Y también el tema de la personalidad: si sos sensible y te va a hacer mal que te tengan cortita, vas a tener que buscar alguien que sea sensible. Siempre digo: “No te cases con los profesionales, elegí la persona con la que te sientas cómoda”.

Cuando hacía las prácticas hospitalarias, solían decirle que iba a tener que vivir de las viandas y ella pensaba: “¡Qué maldad!”… Estaba a punto de salir al mercado laboral y le generaba mucho miedo no poder vivir de su profesión después de tantos años de estudio. Por suerte, no tuvieron razón: hoy vive de lo que ama.

—¿Qué es el éxito?

—Lo veo muy asociado al poder trabajar de lo que te gusta, hacer las cosas que te gustan, estar tranquila. Algo que valoro un montón es el tema de la tranquilidad, estar en paz en tu día a día, más allá de los problemas y preocupaciones que uno tenga, y no hablo sólo de lo económico. Creo que eso es el éxito: poder cumplir con las cosas que más o menos te vas planteando, aunque por ahí la vida te lleva para otro lado.

—¿Bahía es un buen lugar para desarrollar tu actividad?

—Sí. Te la tenés que rebuscar, buscar tu diferencial, ver qué te gusta, especializarte. Otra cosa que es sumamente importante es no depender de que te llamen de un hospital, un área privada o un equipo. Sí tener esos lugares como opción, pero si te podés largar sola, si tenés la posibilidad y la iniciativa, para mí es lo mejor y podés vivir tranquilamente. No es fácil, pero se puede.

De chica no se imaginaba en este camino, pero hoy no se ve en otro.

Y tiene muchos proyectos y metas. Una es armar un equipo para trabajar los trastornos de la conducta alimentaria y pararse como referente local en el área de la nutrición emocional.

—¿Qué le dirías hoy a la Marina que decidió dedicarse a esto?

—Que todo lo que fue estudiando y aprendiendo en algún momento sirvió para algo. Que no hay que arrepentirse de absolutamente nada: todo sirve para un aprendizaje.


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