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#SeresBahienses

🙋‍♀️🏀 Maia Richotti, docente y basquetbolera de ley: una clase de pasión local

Nuestra gente, nuestra mirada, nuestra ciudad.

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¿Somos la Capital del Básquetbol? 

―¡Por supuesto! ¡Y lo vamos a seguir siendo! ―le dice Maia Richotti 8000—. No sólo por Manu Ginóbili, sino también porque somos una de las asociaciones más organizadas. De acá sale todo: jugadores, entrenadores, árbitros…

Y enseguida tira:

―Aparte tenemos una ley que lo promulga.

Maia es bahiense y lleva 16 de sus 37 años en nuestra Asociación de Básquetbol, donde hace tareas administrativas, colabora con los torneos y está a cargo de la región deportiva CAB 4, que incluye Bahía, Punta Alta, Olavarría y Tres Arroyos. También es docente de primaria en la escuela Nuestra Señora de Pompeya.

Acá se huele básquet: la gente sabe y acompaña. Va mucha gente neutral, que no es fanática de un club. Eso también demuestra que somos la Capital del Básquet; todos hablan de básquet, no sólo si llega uno a la NBA o a la selección…

Para Maia, el básquetbol es pasión. Es todo, dice:

―Es domingo en familia hablar de básquet. Sábado a la tarde, básquet. Grupo de amigos es el de básquet. Estoy criada al lado de una pelotade una cancha, vivo a media cuadra del club Pacífico… No me veo sin estar relacionada con el básquet: sé que puedo, pero no me imagino.

Su papá es el dirigente Jorge Richotti y su tío, nada menos que Marcelo Richotti, ícono del básquetbol nacional y emblema verde total. Pero los vínculos no terminan ahí: de una u otra manera, toda la familia gira alrededor de la naranja. 

―Mi hermano Esteban jugó en Pacífico, hasta el año pasado fue entrenador y ahora se fue a Santa Fe pero también está vinculado al básquet. Mi primo Mauro (hijo de Raúl, su otro tío) es entrenador de Pacífico y de las selecciones de Bahía. Todos mis primos juegan al básquet. Siempre hay algún Richotti familiar en el club.

  • ⛹️ Su primo Nicolás llegó a la selección. En 8000 contamos que tras una exitosa carrera en España, se fue a jugar a Islandia y se puso a contar la experiencia en videos.

En el núcleo más cercano de Maia también están su mamá Liliana Arizcuren y sus hermanas mayores Nadia (41) y Natalia (45): si bien no están tan metidas en el básquetbol, lo entienden y lo sienten.

―Es decir que la mesa de los domingos es algo monotemática…

―Sí, sí, a veces tratamos de cortarla porque nos peleamos. Yo tengo mi mirada superneutral de organizar en la Asociación, mi papá la mirada de dirigente, mi primo o mi hermano la mirada de entrenador… ¡Se arman unos debates lindos!

Todo comenzó desde bien chiquita, claro, en Pacífico. Se recuerda tirando al aro horas y horas, encontrándose con sus amigas en la cantina o en la vereda del club, llevando a su hermano menor Esteban, el típico olor a cancha…

―Son un montón de recuerdos, muy linda adolescencia y muy linda infancia tuvimos.

Maia arrancó a jugar en Pacífico en 1997 y 2 años más tarde, con apenas 14, decidió hacer el curso de árbitro. En el 2000 empezó a dirigir, principalmente a varones. Durante un tiempo combinó las 2 actividades, hasta que optó por el silbato. 

―Dirigí hasta el 2007. Ese año dejé y me llamó Adolfo Lista, que era el presidente de la Asociación, para ver si podía venir a tipear el boletín. Ahí arranqué a colaborar y cada vez se me fueron sumando más tareas y más tareas. Y acá estamos.

Hoy la entidad está presidida por Marcelo Pallotti y Maia cumple varias funciones, como validar la carga de jugadores en el sistema operativo GES, orientar sobre el reglamento de pases y escribir normas internas con la comisión.

―De todas las actividades, ¿cuál es la que más disfrutás?

―Disfruto venir acá. La Asociación es mi casa, es mi segundo lugar. Me gusta armar los torneos, ver dónde poner una cancha, un horario… Y después me gusta todo lo que es reglamento, debatir… Me gusta el básquet, así que desde ese punto de vista, disfruto todo.

Maia también pasó por la mesa de control en la Liga Nacional y la Liga Argentina, tanto para Bahía Basket como para Villa Mitre, e incluso en torneos internacionales.

―¿Qué tan compleja es la mesa? 

―Es compleja porque sos responsable si anotás bien el puntaje o no, si te comés o no un foul… Pero es lindo. Lo hago muy natural, porque mi papá me enseñó a hacer la mesa de control en el 96, cuando Pacífico cumplía los 100 años: yo tenía 10 y estaba sentada al lado de él levantando las paletas que marcan las faltas personales… 

En la mesa hay gente que cumple distintas funciones, aclara: manejar el reloj, hacer la planilla, operar los 24 segundos… Y el trabajo se va actualizando: hoy, por ejemplo, en la categoría principal ya no se anota en papel, sino en una tableta.

Su otra actividad central es la docencia. Ahora es maestra de tercero en la escuela Nuestra Señora de Pompeya: dar clases es su cable a tierra, dice.

―Encuentro un punto en común con el básquet en esto de planificar, organizar, de estar vinculada con la gente… Cada vez hay más dificultades con los chicos, pero me gusta. Son 2 pasiones y tengo la suerte de trabajar y que me paguen por lo que hago.

Combinar estas tareas implica muchas horas de trabajo y una rutina. Maia se levanta alrededor de las 6, prepara las actividades para los chicos y se va a la Asociación hasta las 12:30. Luego está en la escuela hasta las 17:45. Y si quedó algo pendiente, vuelve a la Asociación. Después sí se va a la casa para cocinar, pasear el perro, salir con su novio Gonzalo Ocampo… salvo que haya partido…

―Si puedo, voy. Y los fines de semana, siempre, aunque sea a Pacífico o 9 de julio, que los tengo cerquita, voy a ver quién está jugando, por las dudas de que se me escape algo… Entro, tomo un mate y veo un rato de básquet, de cualquier categoría.

Cuando arrancó, no era habitual ver muchas mujeres en el básquetbol. Y llegó a pasarla feo, sobre todo cuando arbitraba: con las hermanas Luz y Gloria Carrasco fueron las primeras en pitar y Maia tenía apenas 15 años…

―No eran los 15 de ahora… Dirigía y lo disfrutaba, pero más de una vez me iba llorando porque dirigentes a los que hoy atiendo acá, que me vienen a pedir algo o con los que me siento a compartir o a debatir, me gritaban, me insultaban. Es fuerte, porque encima una lo naturalizaba. Me parece que el vuelco del rol de la mujer es importante; no para ponerme una bandera del feminismo ni nada por el estilo, pero sí para decir: “No estaba bueno lo que pasaba en ese momento”.

―¿Hoy esos dirigentes siguen puteando?

―Siguen puteando, lo que pasa es que ahora me paro y freno. Hoy tengo las herramientas para decir “hasta acá sí” y “hasta acá no”. En aquel momento me iba a mi casa y decía: “No sábes lo que me pasó hoy…”.

―¿Y tu familia qué te decía? 

―Que responda con educación. Que esté tranquila de quién soy yo, de los valores que me inculcaron… Que no le vas a caer bien a todo el mundo. Que en el ámbito en que estés siempre va a haber gente con la cual vas a tener que lidiar más, negociar más, encontrar un punto de equilibrio, pero siempre el respeto sobre todo.

Cuando jugaba, 11 de 22 clubes tenían equipos conformados por mujeres, pero fueron desapareciendo… Por eso, en 2013 le pidió apoyo a Adolfo Lista para volver a apostar:

―Había surgido la posibilidad de viajar con una selección de Bahía a Necochea y tuvimos que juntar chicas, armar un juego de camisetas e ir. Adolfo me dijo: “Hacete cargo, yo te respaldo en lo que vos quieras hacer”. Y ahí arrancamos.

Hoy hay clubes que suman nenas en sus escuelitas, que anotan nuevas categorías… Maia siente mucha satisfacción, aunque reconoce que resta mucho por trabajar.

 ―¿Cuántos equipos de mujeres tenemos hoy? 

―Depende de la categoría. En mini, 2 o 3. En Primera hay 7, en Sub 15 hay 10 equipos, 6 o 7 en Sub 17… O sea, hay un promedio de 8 equipos por club. Tener los 27 sería genial, pero con que tengamos 10-12 por categoría es un buen número. ¡Vamos por eso!

El cupo femenino también crece puertas adentro: hoy en la Asociación también trabajan María del Mar Salas, María Sol Sosa y Mónica Mercuri, que realizan tareas administrativas. 

  • Completan el equipo Andrés Villar (prensa) y Roberto Seibane (administrativo).

Donde no hay mujeres es en la Comisión Directiva. Por ahora. Maia explica que, si bien el presidente tiene la intención de sumarlas, no hay tantas dirigentes:

―De algunos clubes están empezando a venir, pero es poco común. Tienen mujeres Liniers, Sportivo, Bahía Basket, Velocidad, La Falda y no muchos más.

―¿Hay alguna posición de la cancha con la que te sientas identificada? 

―Aplaudiendo en la tercera tribuna, pero impecable… Me gusta el rol de estar, de acompañar al presidente, a Guillermo (Barco, el vice), a Javier (Sánchez, el gerente, un exárbitro), de ser oficial de mesa… ¿Jugar? De chica jugaba de base, de 4, de 5. Ahora no puedo correr ni a la esquina, pero abajo del aro me la bancaría.

―¿Cuáles creés que son las falencias del básquet local? 

―El dirigente tiene que cambiar la mirada del básquet de antes, de solo hacer por su club. Es lógico: cada uno viene y tira por su camiseta, pero hay que tener una mirada macro (ojo, hay dirigentes que lo hacen) para que el básquet crezca más todavía.

Y rescata que hay instituciones que piensan en cambiar y mejorar su infraestructura, algo que favorece el desarrollo de este deporte. 

Maia nos habla en la sala de reuniones de la renovada Asociación Bahiense de Básquetbol, ahí en la primera cuadra de 9 de Julio: llena de trofeos, recuerdos, fotos… Y la escolta una especial, tan icónicael eterno festejo de “Lito” Fruet y el “Negro” De Lizaso jugando para la selección de Bahía en 1970.

Esa imagen es épica ―resalta Maia.

―¿La Asociación se mete con los sueldos que cobran los jugadores? 

―No, no hay nada reglamentario estipulado. Somos una entidad madre que organiza un torneo amateur. Obviamente, hay clubes que pagan a jugadores, y después podés discutir si está bien o está mal… Pero no somos una liga profesional. Seguramente vamos a tender a serlo en algún momento, estaría bárbaro: ¡imaginate ser la Capital del Básquet y tener nuestra liga profesional! Pero falta para eso.

Sus mejores experiencias se relacionan con organizar provinciales, viajar a torneos argentinos, participar de premundiales y ventanas mundialistas que se hicieron acá.

―¡Es espectacular! Rendí una licencia a nivel internacional para poder sentarme en la mesa y eso es supergratificante. Por ahí no lo dimensiono: acá estuvo el Mundial de mayores femenino, vino Estados Unidos y Diana Taurasi, la mejor jugadora de la WNBA… No me saqué ni una foto por vergüenza, pero me guardo la experiencia.

Y le quedan algunas por hacer: como espectadora viajar a un Mundial o a los Juegos Olímpicos, por ejemplo. O a un partido de la NBA.

―Hace un par de años me pude acomodar económicamente, pero de chica era imposible. Son cuotas pendientes que sé que las voy a cumplir.

Maia dice que no tiene un único referente ni es fanática de un equipo en particular: lo que le gusta es ver básquet.

―¿Pedís fotos o autógrafos?

―Me da mucha vergüenza. Capaz tendría que aprovechar, pero no, disfruto de lejos… Uno de mis primos jugó en la selección con Luis Scola y yo, lejos de pedir una foto, un autógrafo. Acá mismo trabaja Leandro Ginóbili, el hermano de Manu, y lejos de pedir.

Se imagina el futuro siempre cerca del básquet y de la enseñanza. En unos años le gustaría salir del aula y tener otro cargo, para poder coordinar. Y en lo deportivo, no piensa en títulos: quiere aprender y aportar lo suyo.

―Obvio que estaría bárbaro coordinar torneos para la Confederación Argentina de Básquetbol, es el ente máximo. No puedo decir una posición, pero sí estar vinculada en lo máximo que se pueda y servirle al básquet, ser útil: eso sí me haría muy feliz.

―¿Qué le dirías a tu yo de los comienzos? 

Que no tenga miedo, que sea menos tímida. Creo que hubiese seguido siendo árbitro, lejos. Le diría que siempre vaya para adelante: ¿quién te puede impedir algo más que uno mismo? Me puse un montón de trabas en un montón de situaciones y sé que hoy por ahí estaría en otro lugar. Igual, no cambiaría nada, ojo, porque todo sirve de experiencia. Así que no, no me arrepiento de nada, pero le diría que no tenga miedo.


Producción, videos y edición audiovisual: Tato Vallejos

Producción y texto: Belén Uriarte

Fotos: Eugenio V.

Idea y edición general: Abel Escudero Zadrayec


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