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La sociedad bahiense: evolución poblacional, movimientos inmigratorios y formas de sociabilidad (parte I)

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Por Mabel N. Cernadas | UNS-CONICET


En este artículo se caracteriza el universo poblacional de Bahía Blanca, desde su transición de enclave fronterizo a urbe modernizada entre fines del siglo XIX y principios del XX, hasta la consolidación de su perfil como ciudad mediana y de intermediación en la primera década del siglo XXI. 

En el desarrollo se da cuenta de las transformaciones operadas en la estructura y dinámica social, dos facetas aisladas con fines analíticos, pero que se presentan como interrelacionadas. Para su mejor comprensión se han establecido tres etapas.

La primera, entre 1828 y 1879, se inicia con la fundación de la Fortaleza Protectora Argentina junto al puerto natural sobre la ría denominado Puerto Esperanza, por el coronel Ramón Estomba, militar de la guerra de la independencia, hasta la expedición militar llevada a cabo por el Ministro de Guerra Julio A. Roca al Río Negro entre 1878 y 1879.

La segunda, entre 1880-1970, analiza la gradual incorporación de Argentina y Bahía Blanca y su región al modelo agroexportador como proveedora de materias primas, potenciando las posibilidades de su puerto de aguas profundas. Se aborda aquí la sociabilidad de esa población heterogénea y cosmopolita, hasta mediados de la década del setenta, cuando la crisis del modelo se produjo en el marco del régimen de facto que se inició en 1976 que promovió el terrorismo de Estado y la violación de las libertades públicas e individuales para eliminar la conflictividad social y remodelar “desde arriba” la sociedad y el Estado.

La tercera etapa que queremos caracterizar abarca desde los primeros años de la década del setenta hasta 2010, fecha del último Censo Nacional de Población y Vivienda. La última dictadura cívico-militar puso en marcha un conjunto de reformas de carácter neoliberal entre las cuales se incluyeron la reforma del Estado, la desregulación económica, la apertura comercial y la flexibilización laboral que sería concretada en los años noventa. Este proceso de hondas transformaciones estructurales agudizó la conflictividad social instalando en el espacio público nuevas demandas. 


Etapa I | La vida en la Fortaleza Protectora Argentina: entre la miseria, la   soledad y la incertidumbre (1828-1879)

La fundación de Bahía Blanca fue el resultado de un movimiento de avance de la frontera interior dispuesta en 1827 por el gobierno de la provincia de Buenos Aires. El establecimiento de una guarnición militar, en un espacio casi deshabitado, respondía a circunstancias políticas y estratégicas más que a necesidades económicas o demográficas y el encargado de realizar este avance fue el coronel Ramón Estomba, militar de la guerra de la independencia.

El fundador denominó al nuevo fortín como Fortaleza Protectora Argentina y al puerto natural sobre la ría como Puerto Esperanza.  

La existencia del precario villorrio, condicionada esencialmente por la agresiva vecindad de las tribus indígenas, hizo que prevaleciera la vida castrense y recién en 1832 aparecen indicios de una vida aldeana estable, aunque de características rudimentarias dadas las restricciones propias de un enclave de frontera.

 El aspecto del incipiente poblado era escasamente atractivo. En agosto de 1833 arriba allí el naturalista Carlos Darwin, quien escribe en su diario:

Bahía Blanca, apenas merece el nombre de aldea, pues sólo tiene unas cuantas casas y las barracas para la tropa dentro de una muralla que tiene al pie un foso profundo.

Y más adelante explica sobre su origen:

El gobierno de Buenos Aires lo ocupó injustamente por la fuerza… De aquí la necesidad de las fortificaciones, las pocas casas y la escasa tierra cultivada dentro del recinto de la muralla; ni siquiera el ganado mayor está seguro de los ataques de los indios más allá de los límites del llano en que se levanta el fuerte. (Darwin, Charles. R, Diario del Viaje de un naturalista alrededor del mundo en el navío de S. M.Beagle, 1921).

Poco antes, Roberto Fitz Roy, comandante del navío Beagle, donde viajaba Darwin, visitó el lugar y tras describir el recinto de paredes de barro que correspondía a la fortaleza, agregaba: 

Dentro y fuera del fuerte se veían ranchos y una que otra casucha, y no se requería más para los pobladores que, incluso la guarnición, solo sumaban cuatrocientas almas. El Fuerte Argentino ha adelantado muy poco desde su establecimiento, aun cuando es núcleo de lo que puede llegar a ser un lugar de importancia. (Parker King, Phillip y Fitz Roy Robert, Narración de los viajes de levantamiento de los buques de S. M. Adventure y Beagle en los años 1826 a 1836, 1933).

Esta situación se mantenía veinte años después. El censo realizado por el gobierno del Estado de Buenos Aires en 1854 indica que en el lugar estaban radicados 941 habitantes, todos ellos en el perímetro urbano. En este período, y paralela a la lenta expansión de las propiedades ganaderas, algunos fuertes y unos pocos poblados, la dirigencia arbitró distintas medidas para evitar el despoblamiento de la campaña y restablecer la seguridad de la frontera: la organización de las municipalidades, la formación de colonias agrícola-militares y el avance gradual en una línea fortificada para proteger a las poblaciones. Esta última estrategia de ocupación gradual correspondió a la traza de la denominada Zanja de Alsina.

Un acontecimiento de trascendencia ocurre en 1856, que habría de transformar la vida del pueblo.  Ese año arriba a Bahía Blanca más de un centenar de pobladores constituido por los   legionarios italianos y sus familias, que integraban la Legión Agrícola Militar, al fracasar la colonización de Nueva Roma.

Estos colonos, soldados italianos imbuidos de ideales liberales, se integraron con rapidez en la pequeña aldea, que al reiniciarse la guerra con los indígenas solo contaba con 776 habitantes, desempeñándose en actividades comerciales, artesanales, en los servicios de transporte terrestre –galeras y carretas- marítimos y en la producción agropecuaria. Algunos de ellos, con cierta preparación, como los integrantes de la familia Caronti comenzaron a dar una fisonomía distinta al poblado y poco tiempo después pasarían a formar parte de la élite de la ciudad. No obstante, también en ese año se produciría otro acontecimiento traumático cuando una epidemia de cólera diezmó a la población: alrededor de 500 fallecimientos, más de la mitad de la población radicada en el lugar.

Los pueblos indígenas y los blancos negociaban y convivían, vinculándose entre sí de las maneras más diversas. Comerciaban o hacían truque de diferentes productos, realizaban de forma conjunta tareas comunitarias, participaban de la defensa o en los conflictos políticos internos, compartían creencias y supersticiones y hasta mezclaban su sangre por matrimonios y uniones de hecho. En sentido estricto la guerra no era blancos contra indios, porque tanto unos como otros luchaban en el bando contrario contra sus hermanos de raza. No obstante, puede decirse que estas dos décadas constituyeron una de las épocas más violentas de la historia de la frontera bonaerense.

La población del fuerte y de los toldos tenía en la época un común denominador: el sufrimiento, la miseria y el permanente estado de tensión. Los abastecimientos eran escasos y los sueldos y las raciones para los indígenas llegaban con bastante atraso. Sin duda, la vida en la guarnición era dura, porque a las tareas estrictamente militares se sumaban trabajos como la construcción y reparación de las defensas, la fabricación de adobes, la preparación de terrenos para sementeras, el cultivo de chacras, la apertura de caminos y mucho más. La tropa era sufrida, brava, ignorante y, a veces, difícil de conducir, pero que respetaba en sus superiores el carácter y el valor. El aislamiento, la soledad y las privaciones hacían indispensable el mantenimiento de una disciplina estricta, que a veces llegaba a ser excesiva y hasta arbitraria que por lo general limitaba las deserciones. 

Debe aclararse, sin embargo, que las necesidades del soldado criollo eran realmente modestas. La carne era el alimento básico y la ración se completaba con algunos víveres secos —arroz, galleta o sal— y rara vez los “vicios” yerba, azúcar, tabaco, papel y jabón. Estaba terminantemente prohibida la venta de alcohol, lo que no significaba que se acatase la veda dado que algunos comerciantes en sus pulperías se beneficiaban con la venta de bebidas espirituosas.

No estuvieron ausentes en la frontera las mujeres, ya que su presencia fue fundamental para arraigar las tropas al lugar, reducir las deserciones y las fugas de los soldados. En su gran mayoría las fortineras provenían del mundo rural, eran pobres, analfabetas, mestizas, mulatas e indígenas, llevadas por lo general de manera forzada para acompañar a los soldados y eran también víctimas de disciplinamiento social. Además del trabajo doméstico: cocina, lavado de ropa, cuidado de los animales y cultivos, crianza de niños, atención de los enfermos y heridos con el conocimiento que tenían sobre hierbas curativas o a través de la “cura de palabra”; constituían el apoyo físico y moral de sus hombres e incluso, algunas revistaban formalmente en el ejército y recibían racionamiento. 

 El primitivismo de la población militar también se observaba en el ámbito civil, porque a la indefensión e inseguridad, el desconocimiento de las pautas de la vida civilizada y el desamparo se sumaban las precarias condiciones de higiene y sanidad de la vida cotidiana, los malos hábitos y la escasa alimentación, la promiscuidad y la falta de recursos y conocimientos para evitar las enfermedades. Estas se convertían en verdaderas epidemias que hacían estragos entre los habitantes del fuerte, del poblado y de los toldos.

No era mejor la situación de los habitantes de Bahía desde el punto de vista espiritual o educativo. No obstante, en los primeros años de la década siguiente se inauguraba el primer edificio escolar construido para esa finalidad, lográndose una mayor regularidad en el desarrollo de las actividades escolares. Si las dificultades fueron grandes para el funcionamiento de la escuela de varones, mayores habrían de ser las que surgirían al tratar de instalar un establecimiento educativo para niñas por la Sociedad de Beneficencia de Buenos Aires. Los inconvenientes se subsanaron una década más tarde, hacia 1866, con el nombramiento de dos oriundas de la población: Gregoria Palao y Ciriaca Palao de Laspiur

Para asegurar las fronteras internas debía incorporarse efectivamente a la soberanía del estado áreas cuyas características geográficas, climáticas y ecológicas eran desconocidas. La ocupación y el poblamiento de estos territorios sólo sería posible después que se hubieran realizado las exploraciones y estudios respectivos. Para cumplir estos propósitos llegó a Bahía Blanca a principios de 1859 la Comisión Exploradora del Sur, presidida por el ingeniero Carlos Pellegrini. La primera impresión que recibió del pueblo el científico era poco halagüeña. Así escribía:

El aspecto de Bahía Blanca “nada tiene de agradable, el color ceniciento de las casas es la principal causa”. No obstante, el mismo señalaba que habían comenzado a realizarse algunas construcciones particulares con paredes de ladrillo cocido, revocadas y blanqueadas, que rompían la monotonía entre los modestos ranchos de paredes de adobe y techos de paja que predominaban en el poblado. Su crítica también se extendía al estado ruinoso en que se hallaban la iglesia, el molino harinero y hasta el mismo fuerte. Por ello, recomendaba desmantelar la “caricatura de fuerte” edificando en su lugar la casa municipal, un par de escuelas, una iglesia decente, un tribunal y una prisión.

Las características de la población bahiense fueron también motivo de las observaciones y comentarios del ingeniero italiano. Como toda población de frontera, su principal peculiaridad era la heterogeneidad. Esta se daba, tanto en el ámbito militar como en el civil. 

El soldado para el servicio de frontera era reclutado entre los sectores más pobres de la población, lo que explicaba la heterogeneidad racial de los cuerpos militares. La tropa estaba formada por voluntarios, enganchados y destinados. Estos últimos, individuos que habían sido incorporados forzosamente o que la justicia enviaba a los fuertes y fortines para cumplir determinada condena. Un informe del coronel Ramón Burgeois de 1852 indicaba que, de las 46 plazas, más de la mitad eran de raza negra, prisioneros brasileños que al término de la guerra se engancharon en el ejército argentino.

La visión de Pellegrini de la población civil no era mejor ya que entendía que esta no podía convivir con presidiarios e indios, aunque estos fueran amigos. Señalaba al respecto: 

…no debe esperarse una marcha sobresaliente hacia el progreso de parte de una población en cuyo seno derramamos bárbaros y criminales, una sociedad colocada entre el desierto y el presidio. (Pellegrini, Carlos, Comisión exploradora de Bahía Blanca, 1860/1861). 

A pesar de contar con más de tres décadas, no se habían producido grandes cambios en la pequeña aldea de frontera. Su vecindad con el territorio dominado por los pueblos originarios aún la mantenía sumida en el peligro, el atraso y la pobreza. No obstante, comenzaban a vislumbrarse algunas modificaciones que perfilaban las posibilidades futuras de la región. En el informe citado de Pellegrini su autor concluía:

Ese pueblo infeliz, azotado por la arena…antes de cien años será una ciudad floreciente…una ciudad que regarán fuentes naturales, que rodearan pintorescas villas a lo largo del romántico Napostá, un puerto de condiciones inmejorables, el primero de la República Argentina. (Pellegrini, Carlos, Comisión exploradora de Bahía Blanca, 1860/1861). 

Un prolongado cese de las hostilidades con los pueblos indígenas en la década del sesenta permitió que se fueran radicando fuera de los límites del pueblo algunas explotaciones rurales con viviendas permanentes. Zonas alejadas sobre los arroyos Napostá y Sauce Chico y sobre los ríos Sauce Grande y Colorado se convirtieron en estancias dedicadas a la cría de ovejas, y en menor medida, al cultivo de cereales. 

El primer censo nacional realizado en 1869 bajo la presidencia de Domingo F. Sarmiento constataba que el partido totalizaba 1.472 habitantes, de los cuales el 72 % eran urbanos —70,2 % argentinos, 12,9 % indígenas y 16,9 % extranjeros— y 28 % rurales.

Aunque la producción de la región comenzaba a interesar en los círculos económicos de Buenos Aires, no se produjeron grandes cambios en la sociedad local hasta la expedición llevada a cabo por el Ministro de Guerra Julio A. Roca al Río Negro entre 1878 y 1879. A partir de esa fecha se abriría un nuevo capítulo para el poblado fronterizo que vamos a reseñar en la próxima nota.


Sobre esta primera etapa (1828-1879) puede consultarse: Carlos Pellegrini, Comisión exploradora de Bahía Blanca en Revista del Plata, Buenos Aires, 1860/1861; Charles. R, Darwin, Diario del Viaje de un naturalista alrededor del mundo en el navío de S. M.Beagle, 1921; Phillip Parker King y Robert Fitz Roy, Narración de los viajes de levantamiento de los buques de S. M. Adventure y Beagle en los años 1826 a 1836, 1933; Félix Weinberg y colaboradores, Manual de Historia de Bahía Blanca. UNS, Bahía Blanca, 1978; Mabel N. Cernadas y Norma Buffa, Aspectos de la vida en la frontera, Academia Nacional de la Historia, Buenos Aires, 1980; Mabel N. Cernadas, La vida en la frontera a través de algunos observadores extranjeros. Convivencia y enfrentamientos, Instituto de Investigaciones Históricas del Museo Roca, Buenos Aires, 1984; Mabel N. Cernadas, La organización de los partidos de la frontera entre 1852 y 1859: Bahía Blanca y Patagones, Sociedad Argentina de Historiadores, Pinamar, 1987; Félix Weinberg (Dir) Historia del sudoeste bonaerense, Plus Ultra, Buenos Aires, 1988; Mabel N. Cernadas, Valentín Alsina y la política inmigratoria entre 1852-1862 en Cuadernos del Sur , Nº 21, UNS , Bahía Blanca, 1988-1989; Mabel N. Cernadas, Valentín Alsina y la organización bonaerense. El régimen municipal y las prefecturas de campaña, en Revista Histórica, Instituto Histórico de la Organización Nacional, Buenos Aires, 1991; Mabel N. Cernadas, La expansión de la frontera en el sudoeste bonaerense entre 1852 y 1859 en Historia de los pueblos al sur del Salado, Olavarría, 1992; Mabel N. Cernadas, La vida en la frontera: Bahía Blanca en el año 1859, en Res Gesta, Nº 31, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales. U.C.A., Rosario, enero-diciembre 1992; Mabel N. Cernadas, Inmigración en Bahía Blanca: la ciudad y campaña en 1869 ; Mabel N. Cernadas , Norma Buffa  y Adriana Susana Eberle, Estudios sobre inmigración, Bahía Blanca, UNS, 1992, pp. 5 a 44; Mabel N. Cernadas, (Comp.) Bahía Blanca de ayer a hoy, Primer Seminario de Historia y realidad bahiense, Bahía Blanca, Universidad Nacional del Sur-Colegio de Escribanos de la Provincia de Buenos Aires, Delegación Bahía Blanca, 1993; Mabel N. Cernadas,  Valentín Alsina.  Periodista, Jurista   y Hombre de Gobierno, Utopía Ediciones, Bahía Blanca,1996.  

Agradecemos a los integrantes del Archivo de la Memoria de la Universidad Nacional del Sur (AMUNS), Dr. José Marcilese y Mg. Celeste Napal por haber contribuido con el material fotográfico con que cuenta la institución. 


MABEL NÉLIDA CERNADAS

Es profesora, licenciada, magíster y doctora en Historia. Se desempeña como docente de posgrado en los Departamento de Humanidades y de Economía de la Universidad Nacional del Sur e investigadora principal del CONICET. Es asimismo directora de la carrera de doctorado en Historia e integra el Comité Académico de la maestría en Sociología.

En la formación de recursos humanos se destaca su trayectoria en la dirección de proyectos acreditados, investigadores, tesistas, becarios y pasantes. Autora y coautora de varios libros y capítulos de libros, ha publicado numerosos artículos y reseñas en revistas nacionales e internacionales, como también en actas de congresos sobre temas vinculados a la historia política y social argentina.

Creó el Archivo de la Memoria de la UNS y dirige el Centro de Estudios Regionales «Profesor Félix Weinberg» del Departamento de Humanidades de la UNS. En 2017 fue distinguida con el título de Profesora Extraordinaria Consulta de la UNS. En 2018 fue reconocida como mujer destacada de la ciudad de Bahía Blanca en Ciencia e Investigación, por la UNS y el Honorable Concejo Deliberante de Bahía Blanca por su aporte al conocimiento de la historia local. 


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🚲 Movilidad sustentable en Bahía Blanca: los 8 desafíos que tenemos por delante

Otra edición de “Voces”, el espacio de 8000 para que se hagan sentir distintos referentes y especialistas de nuestra Bahía.

Publicado

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Por Guillermo Liverotti | Presidente de la ONG Plataforma Sustentabilidad Integral

El 16 de septiembre comienza la Semana de la Movilidad Sustentable y en Bahía Blanca nos encontramos con los siguientes desafíos en cuanto a la temática.

1. Congestión y flujo de tráfico

Vemos que la infraestructura vial no se ha adaptado al crecimiento del parque automotor, al aumento de la población y al crecimiento de la ciudad, por esto la congestión es un problema persistente, afectando los tiempos de viaje y la calidad de vida de los ciudadanos.

2. Transporte público ineficiente

Dado que el sistema de transporte público no es eficaz, asequible y atractivo para los residentes, es por eso que las personas siguen optando por vehículos privados,
lo que aumenta la congestión y la contaminación.

3. Falta de inversión en movilidad sostenible

La no implementación de medidas para fomentar la bicicleta y caminata hacia las zonas externas al centro junto a la ineficiencia del transporte público mencionada anteriormente generan la dependencia en gran medida de los automóviles.

4. Seguridad vial

Dado que no existen acciones concretas de educación vial para una mejor convivencia vial, los problemas de seguridad en las calles persisten, generando siniestros viales y un riesgo constante para peatones y ciclistas.

5. Impacto ambiental

La contaminación del aire y el impacto ambiental relacionado con el tráfico vehicular afectan notablemente la calidad del aire y calidad de vida de las personas, contribuyendo así al cambio climático no deseado.

Fotos: Juan Corral

6. Integración modal y planificación urbana

La planificación urbana existente no está fomentando la integración de diferentes modos de transporte, por esto no logramos tener una movilidad fluida y sostenible.

7. Participación ciudadana

El no involucramiento a la comunidad en la toma de decisiones sobre proyectos de movilidad y recoger sus comentarios y necesidades, no permite crear soluciones efectivas y respaldadas por la población.

8. Educación y concientización

Promover la educación vial, la concientización sobre los beneficios de modos de transporte sostenibles y la importancia de compartir la carretera es un gran desafío que debemos afrontar generando una mejor convivencia vial.


🚲 Es la 6° de la Semana de la Movilidad Sustentable y se hará entre el 16 y el 22 de septiembre. Habrá actividades innovadoras como una premiación a empresas y personas que trabajan diariamente con una mirada sustentable.

👉 Para más información sobre la PSI y sus actividades, podés visitar su Instagram (@psibahiablanca) o Facebook (@plataformadesustentabilidadintegral). O al email platsustentabilidadintegral@gmail.com


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Voces

⚠ El trauma y la epidemia silenciosa: lesiones asociadas al tránsito vehicular

Otra edición de “Voces”, el espacio de 8000 para que se hagan sentir distintos referentes y especialistas de nuestra Bahía.

Publicado

el

Por Gustavo R. Piñero | Especialista en Emergencias y Terapia Intensiva


Habitualmente hay una tendencia a utilizar palabras como sinónimos o equivalentes, pero que conceptualmente difieren sustancialmente. Así, vemos diariamente el uso de las palabras “accidentes de tránsito” para describir los “siniestros viales” que día a día aquejan a nuestra sociedad. 

Cuando se habla de accidente se está haciendo referencia a un hecho fortuito, azaroso, una situación incapaz de prevenirse o controlar. Sin embargo y en la senda opuesta, se encuentra la palabra siniestro o incidente: hecho previsible, evitable y controlable.

Por esta razón, la mayoría de los eventos que suceden en calles y rutas se consideran siniestros, ya que por lo general se podrían haber evitado, sobre todo porque aproximadamente el 80 % involucra un error humano voluntario o involuntario.

Foto: La Nueva.

Los siniestros viales desde el punto de vista sanitario son causantes de lo que llamamos enfermedad “trauma”, la cual es definida como un daño intencional o no intencional producido al organismo debido a su brusca exposición a fuentes o concentraciones de energía mecánica, química, térmica, eléctrica o radiante que sobrepasan el margen de tolerancia del cuerpo humano.

La enfermedad trauma es la responsable de la tercera causa de muerte cuando se consideran todos los grupos etarios, la primera causa de muerte entre 1 y 45 años y la responsable de 3 de cada 4 muertes en niños. Sumado a la mortalidad y los costes sanitarios generados, existe una enormidad de costos ocultos de la enfermedad trauma asociados a la cantidad de años potencialmente perdidos en un grupo social laboralmente activo, dado que los grupos jóvenes son los más afectados.

A pesar de todo esto, el trauma es considerado la “enfermedad socialmente negada de los tiempos modernos”, aquella que llama la atención mediática en el momento del incidente cayendo posteriormente en el olvido y la soledad. Solo aquellos directa o indirectamente afectados, como las familias, pueden dar cuenta del verdadero impacto social, económico y afectivo que provoca la enfermedad trauma.

Foto: LU3.

Más de 5 millones de personas fallecen cada año debido a lesiones en el mundo, lo que representa aproximadamente el 10 % de la mortalidad global. El 90 % de las muertes asociadas a colisiones vehiculares ocurre en países de ingresos medianos y bajos, aunque llamativamente estos países solo tienen el 53 % de los vehículos registrados en el mundo. Esto marca también una connotación social de la enfermedad trauma.

A nivel mundial, el trauma se asocia con un costo anual económico de aproximadamente 670.000 millones de dólares en gastos médicos directos y pérdida de la productividad laboral. En el caso de los incidentes viales alrededor de 1,2 millones de personas mueren anualmente por este motivo y un adicional de entre 20 y 50 millones sobreviven, pero sufren discapacidades desde leves a graves, con costos globales estimados en alrededor de 160.000 millones de dólares anuales.

En 2002 una de las revistas médicas más prestigiosas definió a la enfermedad trauma por lesiones vehiculares como una verdadera “Guerra en las calles”. Sin embargo, como sociedad todavía no hemos asumido la magnitud del problema y seguimos discutiendo leyes como “alcohol cero al volante”, de probada efectividad en todo el mundo.

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⚠🏍 Datos de Argentina

En nuestro país, las muertes diarias asociadas a siniestros viales varían según las fuentes consultadas, pero ambas muestran cifras inaceptablemente altas, lo cual nos pone entre los países de Latinoamérica de mayor inseguridad vial:

Si bien en los últimos años hay un descenso de las cifras, todavía hay mucho camino por recorrer en la cultura de la seguridad vial.  

El 42 % de los afectados tiene entre 15 y 34 años, y 8 de cada 10 pertenecen al sexo masculino. Las motos son un grupo de especial atención dado que 4 de cada 10 siniestros (año 2021) involucra este tipo de vehículo que llamativamente solo representa el 34 % del parque vehicular de todo el país, pero llegando a superar el 50 % del parque automotor en el noroeste y noreste de nuestro país.

Otro dato preocupante es que en los incidentes que involucran motos el 50 % fallece, debido muchas veces al no uso del casco o al uso de cascos de mala calidad.

👉 Debemos reflexionar como sociedad tratando de imaginar la magnitud de esta verdadera epidemia, y no solo visualizarla en los portales de noticias como “el accidente de cada día”.

👉 Debemos entender que en nuestro país tenemos miles de muertes y discapacidades evitables con programas serios, multidisciplinarios, que involucren todos los grupos técnicos e interesados en modificar esta triste realidad.

😔 Cifras que duelen

En la tabla siguiente se muestran hechos dolorosos en nuestra historia como país y su comparación con la problemática de la seguridad vial:

¿Cuántos muertos y lesionados graves estamos dispuestos a asumir como sociedad, antes de parar esta epidemia silenciosa que nos arrebata las generaciones más jóvenes? 

Comprender que los mal llamados accidentes tienen causas que pueden ser evitadas equivale a dar un gran paso en la implementación de medidas destinadas a: 

  • evitar que se produzcan nuevos hechos traumáticos (prevención primaria);
  • asegurar que si ocurren, la persona se encuentre protegida para disminuir así la severidad de las lesiones o la mortalidad (prevención secundaria);
  • producida la lesión, que la persona lesionada reciba una atención precoz, adecuada, equitativa y eficiente para permitir que se reintegre a la sociedad con el menor número de secuelas físicas y funcionales.

✍️ Sobre el autor

El doctor Gustavo R. Piñero (MP 1645) es especialista jerarquizado en Emergencias y Terapia Intensiva.

También, profesor adjunto de Medicina Crítica y Emergencias Departamento de Ciencias de la Salud UNS y director de Atención Hospitalaria en el Municipal.


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✊ Violencia de género en Bahía: asumir nuestra responsabilidad en la lucha para alcanzar la igualdad real

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Por Nora Cecilia Dinoto | Integrante de la Red Local Violencia de Género


Desde la Red Local Violencia de Género Bahía Blanca decimos que hacer la denuncia es un derecho de todas las personas que son víctimas de alguna forma de violencia por razón de género: las autoridades policiales y judiciales tienen el deber de protegerte.

Diego Ortiz, abogado y especialista en violencia familiar, expresa:

Los y las profesionales deben entender que la denuncia de violencia familiar no es sólo un trámite escrito, sino que es un instrumento de resguardo y/o protección de los derechos de las mujeres que solicitan una medida cautelar, un freno, un coto.

Fotos: gentileza de la entidad.

No todas las personas que por razón de género transitan situaciones de violencia están preparadas o dispuestas a realizar la denuncia. De allí que existan espacios previos para ser escuchadas, asesoradas, romper con el silencio, la vergüenza o el miedo en el cual están inmersas.

Para que la denuncia represente un instrumento de protección es necesario que la respuesta que debe darse sea integral. Es imprescindible la intervención judicial, pero no es suficiente. Uno de los principales desafíos que debemos lograr es la coordinación y articulación de los servicios que intervienen en el abordaje de las violencias desde la horizontalidad de la acción.

No parece fácil de lograr a primera vista, pero necesitamos desnaturalizar la intervención fragmentada y reconocer la necesidad de acordar con otras organizaciones gubernamentales y no gubernamentales intervenciones eficientes en el tiempo.

Lo que determina el carácter urgente en una situación de violencia de género es poder evidenciar a través del relato el riesgo potencial o real ante el cual está expuesta la mujer y su grupo familiar (hijas e hijos).

Ir desnaturalizando junto a ella una realidad que ella misma describe y que vive a diario, en forma recurrente, lo que la lleva a naturalizar las manifestaciones de todo tipo de violencia; minimizando, en algunos casos, las señales de peligro.

Un recurso muy valioso y necesario es tener conocimiento de un registro de la “ruta crítica” que fue trazando la persona que transitó o transita situaciones de violencia de género.

Eso nos aportaría la información que necesitamos para conocer cada una de las intervenciones y/o respuestas que se han ofrecido desde las distintas organizaciones a las mujeres que transitan situaciones de violencia: qué respuesta se dio, cómo y para qué (serviría también como una autoevaluación para cada organización que intervino).

Probablemente surja un registro de las medidas de protección que le fueron otorgadas si hizo denuncias previas. Entonces, evaluar la posibilidad de modificar las medidas, o si hubo incumplimiento de las medidas por parte del denunciado, etcétera.

👉 Desde la Red Local Violencia de Género Bahía Blanca hemos intentado profundizar las realidades de las mujeres que transitan situaciones de violencia con la finalidad de brindar un abordaje integral desde la prevención, asistencia y acompañamiento, optimizando recursos, ordenando los niveles de intervención, evitando la revictimización.

👉 Hoy se suman otras organizaciones sociales que fueron surgiendo para dar respuesta a las demandas y/o necesidades en los distintos territorios que habitan las mujeres que transitan situaciones de violencia por razón de género.

👉 El Ministerio de Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual optimizó recursos como la línea 144, que ha perfeccionado su intervención haciéndola más eficiente y operativa, transversalizando el enfoque de género en el estado provincial.

👉 El compromiso de la ciudadanía que ante una situación amenazante de violencia llama al 911 para que intervenga.

👉 Servicios de orientación y asesoramiento legal, etcétera.

Lo cierto es que sólo si somos capaces de denunciar las situaciones de desigualdad, de discriminación y de violencia; sólo si vemos las consecuencias que tienen, en esas mujeres y en la sociedad en la que convivimos; sólo si somos capaces de responsabilizarnos e implicarnos como ciudadanas y ciudadanos en esta lucha; sólo de esta manera seremos capaces de inmunizarnos y alcanzar así la igualdad real entre mujeres y hombres.

📲 Contacto

  • Facebook: Red Local Violencia de Género, Bahía Blanca
  • Correo electrónico: redviolenciabahiablanca@gmail.com.
  • Situación de riesgo: 911 o la línea 144.
  • Mensajes por WhatsApp o Telegram: 221-508 5988 o 221-353 0500 (las 24 horas, los 365 días del año).

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