#SeresBahienses
👷♀ María Rosa Fernández, trabajadora de Defensa Civil: el poder de ayudar
Nuestra gente, nuestra mirada, nuestra ciudad.
Producción, videos y edición audiovisual: Tato Vallejos
Producción y texto: Belén Uriarte
Fotos y videos: Eugenio V.
Idea y edición general: Abel Escudero Zadrayec
Para María Rosa Fernández, nada es más reconfortante que poder ayudar.
Tiene 50 años y trabaja en Defensa Civil desde 2013: empezó en el área de capacitación y desde hace 4 años y medio es la única mujer en la guardia operativa.
—Estamos 24 horas esperando que nos convoquen y en el caso de que haga falta, salimos a la calle a dar el primer auxilio y a coordinar. Nuestra función principal es coordinar los servicios de emergencia.
Son 4 guardias que trabajan 24 horas por 72 de franco. Aunque cuando se presenta una situación de extrema gravedad, se convoca a todo el equipo.
—Poder ayudar es lo que más nos lleva a hacer esta tarea —subraya María Rosa.
—¿Y cuando no se puede?
—El intento lo hicimos. La expectativa siempre es llegar y poder dar una ayuda. Cuando no se puede, se charla: en el grupo tenemos una forma de sacarnos las cosas que nos hacen mal, charlando entre nosotros, y hay un equipo de psicólogos.
De todas formas, reconoce que esperar algo malo se va haciendo costumbre.
—Siempre esperamos que suceda lo menos terrible. Pero bueno, a veces nos tocan cosas fuertes…
Cuenta que los chicos y los adultos mayores son su debilidad, y que “gracias a Dios” no le ha tocado presenciar episodios trágicos como el derrumbe en Chile y 25 de Mayo ocurrido en 2015, en el que falleció una nena de 2 años y hubo varios heridos:
—El cabeza de guardia (Daniel “Pelusa” Cricelli) siempre cuenta que tuvo que sacar a la nena que estaba debajo de los escombros y eso fue lo que más lo marcó.
Algunos días salen a cada rato y en otros no suena tanto el teléfono.
Pero todas las semanas tienen un común denominador: María Rosa y sus compañeros coinciden en que los domingos las horas se les pasan más lento.
Buscan entonces la forma de apurar el reloj. Mientras esperan el llamado, toman mate, salen al patio, algunos miran la tele o se ponen con la computadora y otros aprovechan para tirarse un ratito.
Como única mujer, María Rosa tiene un sillón-cama separado del lugar de descanso de sus compañeros.
—Hago fuerza como hasta las 2 o 3 de la mañana para no dormirme, pero en algún momento el sueño te vence.
Ahí es cuando se saca los botines y se acuesta. Siempre con el handy en la mano: sabe que cuando suena, automáticamente tiene que salir.
—No tenemos fiestas, cumpleaños, nada: el día que te toca la guardia, es guardia —dice María Rosa.
En el baile encuentra la forma de desconectar: practica folclore desde hace muchos años.
También le ayuda estar en pareja con Rodrigo Monacci, que trabaja en otra guardia de Defensa Civil: a pesar de los desencuentros (cuando él sale, ella entra), entienden perfectamente lo que el otro está pasando.
—Cuando hay algún evento, nos acomodamos: vemos si uno puede pedir franco para tratar de estar juntos. Pero es llevadero porque la otra parte hace lo mismo; quizá en otra pareja sería motivo de choque; para nosotros, no, nos conocimos acá.
El edificio de Defensa Civil ubicado en Santa Fe al 300 tiene 2 plantas.
Abajo está la sala de guardia donde los operarios esperan los llamados y pasan la mayor parte del tiempo, y también funcionan la dirección, la parte administrativa y la cocina. Y en el primer piso está el sector de capacitaciones.
María Rosa explica que las 4 guardias van rotando, manteniendo los mismos integrantes. En la suya son 5 personas, con Cricelli a la cabeza.
Defensa Civil tiene 28 trabajadores y sólo 3 son mujeres: las otras 2 están en administración.
María Rosa espera que pronto sean más:
—La mujer tiene mucho para aportar. Lo que hacen los hombres, que es la fuerza, la parte motriz que hay que utilizar en una emergencia, quizás la mujer no lo puede hacer a la par. Pero en mi caso, trato de ayudar y también hago la parte de contención, que quizá al hombre le falta. Muchas veces es una mujer a la que vamos a atender y los mismos enfermeros te dicen: “¿No nos acompañás?”. Entonces yo voy en la ambulancia.
María Rosa también es mamá. Y cuenta que cuando la llaman por algo grave, lo primero en lo que piensa es en sus hijas, que tienen 15 y 23 años.
—A todos nos pasa, porque estás de guardia y no sabés dónde están, o incluso sabiendo dónde están, pensás que les puede haber pasado algo…
Una vez que se sube a la camioneta, aparece otro temor: con qué se van a encontrar. Dice que el camino se hace cuesta arriba, aunque todo pensamiento se diluye cuando llegan. Entonces, sólo hay lugar para la acción.
Aunque nació en Capital Federal, María Rosa se siente bien bahiense. Acá creció, estudió y encontró el trabajo que tanto le gusta hacer.
—¡Para mí es un orgullo ser bahiense! Bahía es un buen lugar para desarrollar esta actividad. En la provincia, somos una de las primeras que logró ser declarada guardia de emergencia: somos más operativas que otras porque vamos a los lugares y si no están los servicios que se necesitan, hacemos intervención; nos capacitan para eso.
La gente, en general, lo reconoce.
Cuenta que una vez que pasa la emergencia, la mayoría agradece. Y a veces, incluso, después de muchos años se encuentra con personas a las que asistió y aún la recuerdan.
Hoy la mayoría de las salidas son por incidentes de tránsito, muchos con alcoholemia positiva.
—Vemos heridos por todos lados… Tenemos que tomar conciencia de que nos tenemos que cuidar entre todos: si uno toma, no tiene que salir.
Ante una emergencia, también es importante llamar a los números locales 107 y 109 o al 911 y dar toda la información que se pide, porque es la que realmente se necesita para derivar los recursos específicos que la situación requiere.
—Con llamar y dar bien la información, ya estamos dando el primer auxilio.
—¿Y qué tan importante es saber hacer RCP?
—Muy importante, podemos salvar una vida con las manos. Hay que poner a la persona sobre una superficie dura, arrodillarse, acomodar las manos y hacer fuerza desde la cadera porque sólo con los brazos te cansás. Son 100 compresiones por minuto. Cualquiera de nosotros puede hacer RCP y salvar una vida.
María Rosa se capacita constantemente para estar a la altura.
—Mi expectativa es poder dar la mejor atención, ni más ni menos. No pienso en otra cosa que en venir, hacer mi trabajo y desempeñarme bien.
Lleva 9 años en Defensa Civil y se siente orgullosa. Llegó para hacer una tarea técnica de Seguridad e Higiene y terminó haciendo “algo mucho más reconfortante”.
—El título no tiene nada que ver: es lo que uno le ponga como ser humano, como pasa con todos mis compañeros. Defensa Civil se hace entre todos.
—¿Quién fue tu gran maestro?
—Aprendí de todos mis compañeros, porque al principio estuve en las 4 guardias. Si nombro a uno sería injusta. Es un grupo maravilloso de gente que muchas veces posterga un montón de cosas por un curso, por una ayuda, por el trabajo que hacemos.
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