#SeresBahienses
😝 Lautaro Cisneros, youtuber: la risa en el centro de todo
Nuestra gente, nuestra mirada, nuestra ciudad.

Idea y edición general: Abel Escudero Zadrayec
Producción, videos y edición audiovisual: Tato Vallejos
Producción y texto: Belén Uriarte
Fotos y videos: Eugenio V.
—Tus amigos te van a ver porque saben las ganas, el sueño, el trabajo que le ponés, pero cuando gente que no tiene nada que ver te dice “me hacés reír”, ¡guau, qué lindo! Qué lindo distraerse aunque sea un ratito de lo que cada vida va llevando.
Lautaro Cisneros es bahiense, es creador de contenidos, es youtuber.
Arrancó en mayo, casi sin pensarlo: su novio Fabrizio lo sorprendió con unas entradas para ver a Lali Espósito en el Luna Park y grabó su reacción a escondidas. Cuando Lauti supo de la existencia de ese video, no dudó: lo subió a YouTube y…
¡La mismísima Lali lo vio y lo compartió!
—Me dijo que tenía un alto novio, que se había emocionado con nosotros —le cuenta Lauti a 8000—. Y bueno, ahí dije: “Es momento de contar una experiencia”.
Mientras se prepara para grabar, recorre de un lado al otro la cocina-living-comedor del departamento céntrico que comparte con su novio. Pegado al dormitorio está el sillón donde filma. Y enfrente, la computadora donde edita.
Lauti se acerca al espejo. Se retoca la cara. Y mirando a cámara, tira:
—Es un estrés bárbaro ser creador de contenidos.
Y al toque aclara:
—A mí me encanta. Es un mundo en el cual uno no deja de jugar a ser y hacer… Se trata un poco de llevar la imaginación a niveles extremos, después bajarlo a la realidad con las posibilidades que uno tiene y de ahí, que salga el producto final.

Lauti luce muy desenfadado pero hay algo que no revela, como hacen muchas celebridades: su edad.
—Vayan al Registro Civil a averiguar. ¡Siempre miento para mi cumpleaños! A todo el mundo le digo que tengo 24.
El dato cierto es que lleva más de 2 décadas amando la actuación. Ya de chico era el payaso de la familia, el que hacía reír, el que bailaba y cantaba. El que no tenía vergüenza.
—Siempre me encantó ser el centro de atención: mi mamá siempre decía que tenía problemas con mi hermana Luciana, con la que nos llevamos 5 meses, porque no se quería quedar en el jardín. En cambio yo sí: el arenero, los actos, ¡amaba!
Su infancia estuvo marcada por la productora infantil Cris Morena. Era fanático de Casi ángeles (de ahí su devoción por Lali), y cuando se ponía frente a la tele se preguntaba: “¿Por qué yo no?”.
—¿Y hoy qué le dirías a ese Lautaro chiquito?
—Que siga, que de a poquito y con mucho trabajo se va a ir cumpliendo tal cual lo planeó, y más rápido de lo que pensó. Que cuesta un montón, pero que le siga metiendo porque va a llegar. Y lo abrazo, lo abrazo fuerte al Lautaro niño.

Cuando se ríe, la gente suele mirarlo y lanza una carcajada o de mínima, sonríe. Es contagioso; arranca, parece que termina pero no: vuelve a arrancar. Y tiene un sonido particular: muchos lo comparan con Bob Esponja.
Y él se ríe, claro.
—De mi risa me dicen de todo… Ahora estoy trabajando en un Pago Fácil y la otra vez me estaba riendo y aparece una clienta, que es una amiga, y me dice: “Ay, escuché tu risa y dije ‘Está trabajando acá’…”.

—¿Y a vos qué te hace reír?
—Me río de todo en la vida. De mí, principalmente. O sea, de mí y de las boludeces que se me ocurren y de lo pelotudo que puedo llegar a ser con las conjeturas que saco en mi cabeza, me río mucho. Todo me hace reír. El humor bueno, claro.
También llora seguido, dice. Principalmente de emoción. Por ejemplo: cuando va a clases de teatro y le sale un ejercicio, cuando ve felices a amigos y familiares, cuando pasa todo un fin de semana sin dormir y finalmente logra subir el video que tenía en mente.
—También me emociona ver que alguien se ríe con mis videos, que quiere ver más.

Lauti siente el orgullo de ser de acá.
—Ser bahiense es lo más de lo más: o sea, somos lo más de lo más. Es vivir con tierra todo el tiempo porque hay mucho viento, pero es lo más… Y que un bahiense pueda salir en YouTube, para el mundo…
Dice que hace poco le escribieron desde España para felicitarlo por su contenido. Y que de este lado también lo bancan, incluso su familia, que mantiene un perfil bajo:
—Tratan de manejar todo esto de la exposición lo más tranquilos posible. A mi mamá Laura le da un poquito de vergüencita, pero igual me insiste para que siga con mis sueños.

Lauti habla de corrido, habla mucho, y va reafirmando con sus manos. Y se ríe a carcajadas: cada tanto se inclina sobre sus piernas y se aprieta la panza, que le duele de tanto reírse.
Las críticas le cambian la onda:
—¡Son terribles! Si viviéramos en un mundo más pacífico, todo sería mejor.
Sabe que exponerse implica ciertos riesgos, aunque hay cosas con las que no comulga: cuando se pasa el límite, cuando se falta el respeto… Y en momentos así, se refugia más en los suyos.
—Pienso que es muy fácil criticar sentado en una computadora, desde un celu… Por eso, si bien me afecta, no me consume todo el día. Me quedo más con los comentarios positivos, que gracias a Dios son un montón.

Su fanatismo por Lali comenzó con Casi ángeles, aquella cita impostergable de cada tarde después del colegio. Sigue con la música: le encanta el pop. Pero básicamente le gusta lo que Lali representa.
—Me acuerdo siempre del show en el que levantó una bandera LGBTIQ+ y en vez de decir “feliz mes”, dijo “feliz vida”. Siempre tiene unas ideas muy guau sobre el tema. Y se la banca: va contra todo y nunca se traiciona. Así que, nada: la amo.
Lali es un tema recurrente, aunque no es el único contenido en su canal de YouTube. También cuenta otras experiencias, como salir a comer en Buenos Aires o ir a la cancha: no sabe de fútbol, pero su novio es fanático de Racing y hace poco lo llevó.
—Me re cuesta: a veces estamos mirando un partido y le pregunto para qué lado patean. Él me explica con una paciencia terrible.

Lauti debutó en Avellaneda, en la popular. Gritó 5 goles y armó un vlog.
Ese registro (los vlogs, videos que documentan su vida) es de lo que más disfruta.
—Me encanta actuar, me encanta crear historias. Prontito van a ver en mi canal los primeros sketches de comedia, con actuaciones no tan bizarras sino más reales, profesionales, porque hay que armar un guion para que el chiste salga bien.

Y seguramente vendrán más novedades. Lauti quiere vivir de esto y tiene varios proyectos en mente, como viajar y contarlo:
—A lo Marley. Algo así. ¡Tengo muchas ganas!
🔎 Lauti en redes
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#SeresBahienses
🎼🗣 Pedro Garabán, director coral: voces, tiempos, silencios
Nuestra gente, nuestra mirada, nuestra ciudad.
TC TCTCTC Prrrrr…
—Miralo, miralo. Es un lunático. A las 7 de la mañana vino a picotear la ventana hoy.
El pájaro carpintero macho vuela y Pedro vuelve a la mesa mirando los árboles.
—Así es mi vida…
Para unos, “el maestro”.
Para muchísimos, el tipo que aletea con los brazos y marca el tc tc tc tc del tiempo mientras el coro canta.
Pedro Garabán es músico. Director coral.
—“¡¿Y eso se estudia?!”, me dicen. Jjjj.
En el barrio Pacífico, cruzando la calle que lo separa del canal Maldonado, en el cuartito del fondo: ahí está ahora. Dice que le llevó un tiempo ordenarlo.
En el piso hay 5 columnas inestables de partituras recién fotocopiadas, viejas y otras amarillísimas. En los estantes, que son para los libros, conviven J.K. Rowling, Erasmo de Rotterdam, Liliana Bodoc, Kurt Pahlen, Alvin Toffler, Maquiavelo y Tolkien.
Como una alfombra, agitada, está acostada “Gala”, su perra.
—¿Ese collar?
—Me lo regalaron hace poco en un viaje que hice a Venezuela para participar de un encuentro de coros y orquestas infantiles y juveniles. Desde acá puedo desandar un camino. Me lo dio una profesora de El Sistema, una directora de orquesta que trabaja en una reserva rodeada de ríos en Canaima, donde funciona un núcleo de coro, orquesta y banda de música popular clásica para que los niños y adolescentes de pueblos originarios puedan aprender música. Me lo traje como un amuleto.

Pedro Garabán es licenciado en Dirección Coral. Dirige el Coro Estable de Bahía Blanca, el Coro de la Universidad Nacional del Sur y el Coro Juvenil de las Escuelas Preuniversitarias de la UNS.
Cumplió 35 años: nació acá el 18 de mayo de 1988.
—Esta foto es del primer coro que dirigí. Son amigos que aún conservo, y bueno… Estamos cantando en un casamiento porque así empezamos. Fue justo antes de irme a estudiar a Mendoza. Era muy chico.

—¿Qué le dirías a ese Pedro?
—Ahí estoy bastante ignorante de la técnica. Bastante ignorante de muchas cosas. Bué, como hoy… Me diría que tengo el gesto muy alto, aunque ahora hay veces que me veo dirigir y todavía está muy alto el gesto. Lo segundo que me diría es que el pelo largo no me quedaba tan bien como pensaba.

Sus estudios comenzaron acá, en el Conservatorio de Música; hizo 2 años de canto lírico y completó el ciclo formal en la Universidad Nacional de Cuyo.
—Y me llevó más años de los que creía. Hice los módulos de introducción libre. Y empecé la carrera y empecé a trabajar. Al poquito tiempo me adoptó mi maestro Ricardo Portillo. Viajé mucho con los coros. Conocí muchas partes del mundo con la música. Me recibí bastante tiempo después de lo esperado.
Pedro aprendió con referentes como Ariel Alonso, Elisabeth Guerra y Eduardo Ferraudi.

—¿Y ellos quiénes son?
—En esa foto estoy con Franco y Ulises, mis sobrinos. Falta León, porque no estaba en este mundo todavía. Pero me gusta esta foto porque les estoy mostrando regalos. Fui tío muy joven y hemos sido siempre muy cercanos.
- 👨👨👦👦 La familia más cercana se completa con su mamá Elba, su papá Juan, sus 2 hermanos Juan Manuel y José, los mayores; su cuñada Vanina, y su compañera Myrna, que tiene 2 hijos: Pilar y Augusto.
—Tenés una pipa…
—Unas cuantas. Esta es en representación de mi padre. Mi viejo fuma en pipa desde los 18 años; tiene 76. Lo primero que me faltó cuando llegué a Mendoza era el olor de mi casa. Tengo una suerte de relación con los 5 sentidos que me han llevado a tomar decisiones a conciencia. Y esta ha sido una de ellas. Yo llegué a Mendoza y en los departamentos en los que fui viviendo necesitaba fumar para que hubiera algo de ese olor que a mí me traía a Bahía Blanca, a mi casa, a la siesta, a la sobremesa y a la presencia de mi viejo y mi vieja, que también viene con ese aroma.
—¿Ellos te apoyaron?
—Me he encontrado con esa pregunta y me resulta un poco chocante por el hecho de que elegí el arte como profesión, porque en mi caso nunca fue algo que se tuviera que apoyar o no. Mi familia lo hizo, sí. Pero a un ingeniero o a un médico no se le pregunta eso. La mía fue una decisión que tomé hace mucho, la de ser músico. Mis viejos cantaban en coro y vieron que tenía facilidad para cantar, recordar partes, y me llevaron al coro de niños de la Cooperativa Obrera a los 7 años y eso fue ininterrumpidamente hasta el día de hoy. Es complejo que a los 7 años un niño pueda decidir algo tan importante como eso que lo va acompañar para toda la vida. Hay cosas que están tan encauzadas en la naturaleza de uno que no hay momento en el que uno diga: “Estoy mal encaminado”. Que no tiene nada que ver con que lo haga bien o mal, sino con lo que me dicta el impulso vital.
—Te pedí que sacaras un libro de los estantes…

—Hoy puede parecer un cliché este libro. Debo decir que leo poco por cuestiones de tiempo, pero el hábito de la lectura es algo que me inculcó mi vieja. Es una gran, gran lectora. Es también una de esas personas con las que no se puede jugar ningún juego de palabras porque se conoce las más difíciles. Y este me lo regalaron cuando cumplí 11: Harry Potter y la piedra filosofal. Me marcó muchísimo, porque hoy siento que en todo ese mundo de fantasía encontré un refugio que no estaba exento de la creatividad, que es parte de mi cotidianidad. También cierta expectativa con cosas que a veces decimos que son magia y no es más que la capacidad de sorprendernos.

—¿Y esto que parece una varita?
—Es una batuta. No forma parte de la práctica de la dirección coral, pero cada tanto tengo la posibilidad de dirigir orquesta o ensamble y acá espera la oportunidad para ser usada.
—¿Qué hacés con las manos cuando dirigís?
—Los momentos más satisfactorios, en realidad, son cuando no hago nada. O donde hago menos cosas. En términos generales, el director encauza las voluntades de las personas que cantan; que cada una tiene su tempo vital, noción de cantar fuerte, suave, cuando esté en primer plano o darle lugar a otro. Todo eso se concentra en el gesto del director para que la cosa sea fluida y haya un discurso y sembrar en la psicología de quien escucha. Me preguntan si todo lo que hago significa algo. Hay tantos elementos dialogando que es imposible estar en todos. Lo que hago es convenir un lenguaje gestual que se entienda para todos, acá o en cualquier parte del mundo. Después, también me preguntan qué siento en los conciertos. Y la verdad es que disfruto más de los ensayos, del proceso creativo. De buscar, experimentar.

—¿Me mostrás qué dicen tus manos al aire?
—Sí, por ejemplo… Cantando al sol como la cigarra, después de un año bajo la… Con la mano derecha voy marcando el tiempo y esta mano, la izquierda, dice “Más suaaave”, dice “Crecé”, dice “Ahí nomás”. O dice “Vos un poco más, dale”.
—La definición enciclopédica de coro es “un conjunto de personas que interpretan una pieza de música vocal de manera coordinada y dirigida”. ¿Para vos qué es?
—Esto viene de la Grecia antigua: el coro como una voz del pueblo. Ese concepto que se va replicando a lo largo de la historia en otros formatos pero no deja de ser eso: como una voz universal, o un grupo de voces que quieren decir algo o que no dicen nada, también. Es imposible que no se te venga la Novena Sinfonía de Beethoven cuando hablás de coro. Es ese mensaje de hermandad universal. Un coro también es una marcha, una manifestación. Ahí no hay director, pero lo que dirige es la necesidad, el hambre, la bronca, la injusticia. Después, un coro puede ser la tribuna de fútbol. Digo: para mí, un coro son personas que ponen su voluntad al servicio de querer decir algo, pero también no decir algo. Hace poco, en Venezuela, escuché un coro de manos blancas. Y esto es algo fuerte. Ese coro tiene una parte que canta y al mismo tiempo un grupo de personas hipoacúsicas, que no escuchan ni pueden emitir sonido vocal por cuestiones fisiológicas o neurológicas. Entonces, ese coro usa guantes blancos y una directora que va haciendo en lengua de señas lo que dice la canción, pero también como una suerte de coreografía de las palabras y las manos que va sucediendo con la música. Y eso es un coro también.
—La música es “el arte de crear y organizar sonidos y silencios respetando los principios fundamentales de la melodía, la armonía y el ritmo”. ¿Y para vos?
—La música tiene que ver con la libertad, el amor y la verdad. Digo esto porque la búsqueda de la verdad, que es inasible para el ser humano porque es algo que se nos está vedado filosóficamente hablando, aparece por momentos como epifanía en la música. Tanto como intérprete u oyente, hay una fracción de segundo en la que digo: “¡Ah!”. No tiene que ver con lo bello. Tiene que ver con un estado de la conciencia que sólo se experimenta por el arte.

—¿Bahía es un buen lugar para ser director?
—Sí y no. Desde un punto de vista práctico, es decir, vivir de esto sustentando las necesidades básicas, es complejo. Tengo colegas que dan clases, además. Eso es un poco injusto. Yo considero que estoy en una posición privilegiada, pero lo que para mí es un privilegio debería ser un derecho para todos: la posibilidad de vivir sólo de dirigir coros, que es lo que yo hago.
—¿Qué te gusta y qué no de la ciudad?
—Me gusta porque es la tierra donde nací y quizás sea un condicionante. Bahía Blanca para mí es decir Argentina, es decir Latinoamérica. Estés donde estés, hay cuestiones de idiosincrasia de un pueblo grande. Acá tengo mi familia y gente que quiero, y crecí. También en Mendoza tengo amigos. Las cosas que no me gustan de Bahía son las cosas que me hacen quedar acá. O sentir que soy útil de alguna manera. Creo que no sólo en Bahía Blanca hay necesidades donde yo puedo aportar. Hay una cuestión que tiene que ver con fortalecer la formación de la dirección coral y poner en valor la importancia de la actividad para la vida de las personas. Y ciertas cuestiones de pensamiento que tienen que ver con algunas características del lugar desde lo ideológico o lo político.


—Supongamos que estamos en el compás 35. Qué indicación de tempo lleva hoy tu vida: alegre, vivaz, moderada, afectuosa…
—Es una andante con moto. Caminando firme sin pausa.

—Tu carácter: ¿cómo lo definirías si fuera un matiz dinámico? Es un pianissimo, un pian…
—… ¡NO! Nooo. Es un forte. Un forte, sí. Un forte pero amable.
—¿Lo podés mostrar?
—¿En mi carácter? Tendrías que provocarme, jaaa.

—¿Qué buscás que vaya creciendo y disminuyendo en tu carrera?
—Aprender es un poco eso al mismo tiempo. Tengo que aprender muchas cosas y para eso tengo que desaprender otras. No sólo se aprende lo que no está, sino que también se aprende sobre las cosas que se creían que estaban. Si tengo que ser concreto, porque estoy divagando un poco: debería ir creciendo la satisfacción y la seguridad en las convicciones, que siempre las tuve, pero siento que a veces están manifestándose por lo que año tras año ha sucedido en mi carrera. Y tendría que ir disminuyendo ciertas ansiedades, expectativas y algunos desbordes en… bueno, en las cuestiones que hacen que uno no esté tan contento, ja.

—¿Qué es lo que llega a alterar tus notas?
—La injusticia me altera. Me altera la hipocresía y el poco cuidado con los demás.

—Parecés una persona comprometida social y políticamente: está esa frase cliché que dice que a la historia hay que conocerla para no repetirla. Pero en la historia de nuestro país o de Latinoamérica, ¿dónde pondrías una barra de repetición?
—Lo que pasa es que fenomenológicamente la repetición no existe. O sea: vos caminás un trecho cubierto de nieve y cuando lo querés volver a pisar, tus huellas ya están marcadas ahí. Tu conciencia ya está sembrada con lo que acabás de hacer. Lo mismo pasa con la música: no hay repetición así. Entonces, si yo pienso en nuestra realidad, a mí me fascina que vivamos en ese modo, en el que tenemos la capacidad de sobrevivir y cierta manera de encarar la vida que le toca a la persona que nace en esta tierra, que no olvida y que resuena con todo lo que le pasa a lo largo de los años y que sigue. A veces aparecen las sobras de a lo que no se quiere volver, pero no hay una cuestión estática como en otros países.

—¿Qué de todo lo que rodea a un artista es sólo un adorno?
—Es difícil hacer música real, que no tiene que ver con un yo. Podés estudiar una carrera musical, podés ser un gran intérprete, pero no quiere decir eso que hayas hecho música, realmente música. Los adornos tienen que ver con embellecer algo, con agregarle cosas, que inteligente y cuidadosamente elegidos puede ser algo magnífico. Pero cuando el adorno es una manifestación del ego, ahí ya estamos en otro lado.

—Dirigís 3 coros. Pero acá estamos en un rincón de tu casa: rodeados de libros, instrumentos y partituras. Vivir en estado de arte a veces es asfixiante. ¿Dónde encuentra un respiro el artista?
—Yendo a la vida alienante de la persona del siglo XXI en contexto de capitalismo crudo, puedo decir que a veces necesito descansar un poco. Pero mi cabeza no deja de pensar. Lo que pasa es que el artista tiene un compromiso con la vida que está todos los días. Siempre hay una idea, porque siempre hay una urgencia; siempre hay un proyecto, porque siempre hay algo que decir. Aunque estés descansando. Si un artista está leyendo un libro, no deja de hacer arte internamente. Por ahí estas cosas parecen un esnobismo. O parecen un aspecto de nuestra vida que nos ubica en un lugar distante, por ejemplo, de quien trabaja en una oficina. Que en definitiva son elecciones. O no. Capaz que tiene que ver con eso, con la capacidad de elegir o dar un salto de fe. O de romper mandatos. Pero también de eso se compone el mundo.
—¿Qué partitura elegiste para esta entrevista?
—Rápidamente, el Requiem de Mozart.

—Un réquiem…
—Sí, una misa de difuntos.
—¿Podés ir al final de la partitura? ¿Qué ves?
—Una doble barra, que significa el final.

—Bueno, a todos nos llega esa barra. Para vos, ¿qué viene después?
—El corte final tiene un espacio de tiempo ínfimo después, que a veces es interrumpido por el aplauso de la gente, a veces no y se prolonga y es una sensación de ( ) qué acaba de pasar. A veces es silencio puro que no deja de ser música. Es como un eco de todo lo que acaba de sonar. Por eso decía que hay instantes en los que uno dice: “Ah, esto es la verdad”. “Esto es la libertad”. O “Esto es el amor”. Cosas que son tan difíciles de definir pero que se experimentan en un instante, que puede ser silencio. En el corte hay una incógnita. No sé qué viene después. La verdad es que no sé. Mi relación con la muerte ha ido fluctuando. Durante mucho tiempo tuve una relación de miedo. No por mi muerte, sino por la de los demás. Y la música me fue abriendo ventanas para mirar eso de otra manera. Pero lo que pasa es que la muerte es algo nuevo y un estado de posibilidad. Entendiendo eso, uno empieza a transitar su finitud de una manera distinta. Así que, bueno, no sé qué viene después. Por lo pronto, hay que seguir haciendo música y descubrirlo en esos momentos de certeza.
Texto: Maximiliano Buss
Producción, videos y edición audiovisual: Tato Vallejos
Fotos: Fran Appignanesi
Idea y edición general: Abel Escudero Zadrayec
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👀 #SeresBahienses es una propuesta de 8000 para contar a nuestra gente a través de una serie de retratos e historias en formatos especiales.
La estrenamos para nuestro segundo aniversario. Estos son los episodios anteriores:
- 😝 Lautaro Cisneros, youtuber: la risa en el centro de todo
- 👷♀ María Rosa Fernández, trabajadora de Defensa Civil: el poder de ayudar
- 💄 Damián Segovia, maquillador: hacer bien lo que te pinta
- 🤝 Matías Torres, el Ciudadano Bahiense: 100 % solidaridad
- 👱♀️ Alicia D’Arretta, auxiliar de educación: la vida por sus chicos
- 🏉 Stephania Fernández Terenzi, ingeniera y rugbier: actitud ante todo
- 👨🚒 Vicente Cosimay, bombero voluntario: 24 horas al servicio
- 💁🏼♂️ Adrián Macre, colectivero y dirigente: manejarse colaborando
- 👩🌾 Delia Lissarrague, productora rural: aquel amor a la tierra
- ✍️ Marcelo Díaz, escritor: la palabra de vida
- 👩🍳 Margarita Marzocca, cocinera y jubilada: un gran gusto portuario
- 🧐 Walter Tuckart, tecnólogo y docente de la UNS: aplicar con clase
- 🖨 Hugo Kaiser, imprentero: el tipo de los tipos
- ⛪ Javier Di Benedetto, sacerdote: el divino amor crítico
- 🚛 Evelyn Sánchez, recolectora y chofer: al volante del reciclado
- 🏀 Maia Richotti, docente y basquetbolera de ley: una clase de pasión local
- 🧠 Fernando Luciani, psicólogo, músico y docente: al son de los deseos
- ⚽ Sebastián Candia, estudiante, cadete y líder barrial: pertenecer al club de la contención
- 🚢 Andrés Castagnola, práctico de nuestra ría: guía a buen puerto
- 👶 Mariel Pérez, partera: la magia de recibir vidas
- ✊ Paola Quiroga, activista trans: ser quien sos es una lucha
- 🤗 Maximiliano Mazza, operario, exvendedor, cocinero: la inclusión se trabaja
- 🥁 Sebastián Lamoth, baterista, sonidista y papá: tocar con todo
- 📝 Mercedes Azpeitia, referente del fútbol femenino e inspectora de tránsito: dar una mano sin infracción
- 🐝 Luciano Morales Pontet, apicultor y cooperativista: el enjambre productivo
#SeresBahienses
🐝🤝 Luciano Morales Pontet, apicultor y cooperativista: el enjambre productivo
Nuestra gente, nuestra mirada, nuestra ciudad.
―La apicultura siempre me apasionó. Es un trabajo muy dinámico y siempre te sorprende: no son todos los años iguales; es muy difícil llevar una estructura mecanizada y hacer siempre lo mismo.
Así define su labor Luciano Morales Pontet, asociado y síndico de la Cooperativa de Trabajo Apícola Pampero Limitada, un espacio donde se dedican a las abejas y desarrollan distintos productos para cubrir las necesidades de la comunidad apícola.
―Trabajar con un insecto que está organizado te lleva a querer dedicarte, estar, entender su comportamiento. Es el cuidado de insectos que le hacen muy bien al ecosistema, entonces entender toda esa coyuntura es hermoso, es apasionante.
Luciano nació en Bahía Blanca hace 38 años y lleva mucho tiempo en el mundo de las abejas: criado en una familia de apicultores, aún recuerda sus primeras visitas a las colmenas, de pibe, con un poco de susto y bastante curiosidad.
―Era andar por la naturaleza, conocer los campos, que te pique alguna abeja de vez en cuando… ―le describe a 8000―. La infancia es una etapa en la que uno tiene cierta curiosidad y justamente la apicultura es algo que te atrapa.

Define a los suyos como productores de la región.
La familia de Luciano está compuesta por su papá Ricardo Morales, su mamá Delia Pontet y sus hermanos Natalia y Leandro. También tiene parientes en Villa Iris y en Felipe Solá: de ahí es su tío Rubén Suárez, quien lo introdujo en la actividad apícola.
―Un poco todos se dedicaron, pero sobre todo mi papá y mi mamá.

Tras cursar la tecnicatura apícola en la Universidad Nacional del Sur, asegura que el estudio teórico es tan importante como la práctica:
―Por todas las condiciones externas que afectan a la apicultura, hoy tenés que ser un productor profesional. Surgen nuevas demandas y hay que saber adaptarse al contexto ambiental. Es importante mantenerse capacitado y, obviamente, tratar de aplicar.

La Cooperativa de Trabajo Apícola Pampero Limitada queda en el paraje rural Calderón (distrito de Coronel Rosales, casi en el límite con Bahía), a metros de la ruta 3 vieja, donde tienen colmenas para la investigación, una práctica que les permite desarrollar distintos productos.
Además de mieles tipificadas según su origen botánico (monte nativo, cordón serrano, praderas húmedas y praderas secas), hoy comercializan estos insumos:
🐝 Aluén: un método para el control de varroa (un ácaro que ataca a la abeja y puede causar la mortandad de la colmena), con una eficacia “por encima del 95%”.
- Para Luciano, es un orgullo nacional: “Ha podido resolver muchos problemas cuando la apicultura se veía muy difícil por esta enfermedad. No contamina la miel, ni el polen, ni ningún derivado que hoy tengamos dentro de la colmena”.

🐝🐝 Cocco: un sistema de inserción de reinas, que ganó el premio Innovar. Según nos explica Luciano, permite que la abeja reina ingrese en la colmena (se recambia cada 2 o 3 años para mantener la productividad) sin que las otras abejas la maten.
- ¿Cómo funciona? Es como una especie de tubo que se coloca en el cuadro y contiene a la reina unos 2 o 3 días. En ese tiempo, la reina empieza a poner huevos en el cuadro y libera feromonas, y es aceptada por el resto de las abejas.

🐝🐝🐝 Jatié: complemento nutricional apícola que permite mantener el desarrollo potencial de la colmena en momentos de baches de floración, es decir, cuando faltan los nutrientes que aporta el polen.
―¿Cuál es el producto que más se consume?
―Aluén es el producto más codiciado, porque es único en el mundo: es orgánico, se puede usar en cualquier momento del año y tiene una eficacia muy superior a otros productos. Lo empezamos a hacer en 2016 y hoy se exporta a muchos países.

Añade Luciano que entre Uruguay, Chile y Argentina venden más de 1 millón de dosis anuales.
- La actividad exportadora de la cooperativa es amplia: también llegan a Perú, Bolivia, República Dominicana, Santa Lucía, Palestina, Corea del Sur y Líbano.
―¿Es fácil exportar?
―Sí, el tema no es tanto el procedimiento de la exportación sino la habilitación o el registro del producto en cada país. Al ser un fármaco de origen veterinario tiene que cumplir las etapas del proceso de habilitación, que es lo que demanda más tiempo porque cada país tiene su propia metodología.

La Cooperativa de Trabajo Apícola Pampero Limitada se formó en 2012 y cuenta con 12 asociados: son 7 hombres y 5 mujeres y están organizados en 4 comisiones:
- Investigación y coordinación,
- Consignación y administración,
- Intervención y comunicación,
- Industrialización y organización.
Luciano coordina esta última, aunque su tarea no se agota ahí:
―Todos hacemos todo, desde la limpieza hasta el diseño y desarrollo de maquinarias. Tratamos de no ser indispensables, por eso contamos con capacitaciones internas.
- 🤝 La entidad también trabaja en conjunto con la Cámara de Apicultores Pampero, asesorando a distintos productores y recibiendo sus demandas para luego tratar de dar respuestas con el desarrollo de nuevas metodologías.

―¿Qué tan difícil es ser cooperativa?
―Creemos que es la mejor opción. Por ejemplo, la patente de Aluén se donó a la cooperativa. ¿Cuál es la idea? Que más allá de la persona que integre la cooperativa, el producto pueda seguir estando para que todos los apicultores y apicultoras puedan aprovecharlo. No sirve trabajar individualmente: sabemos que se puede avanzar muchísimo más rápido si estás agrupado y organizado.
Para eso, es imperioso el compromiso: todos los socios deben “trabajar y aportar por igual”. Y por supuesto, estar dispuestos a aprender y enseñar a los demás.
- La diversidad profesional estimula el crecimiento: además de 3 técnicos apícolas, tienen 2 agrónomos, 1 contador, 1 abogada, 1 arquitecto, 1 ingeniero industrial, 1 bioquímico, 1 licenciado en recursos humanos y 1 zootecnista.
―No buscamos la mentalidad de empleado. Esto es un emprendedurismo distinto: acá queremos que vengan a trabajar con la mentalidad de ser socios.
―¿Es difícil encontrar esa mentalidad?
―Cuesta, venimos muy mecanizados… Pero bueno: hay que demostrar con los que estamos cómo es la forma, para que sea más fácil acoplarse.

Luciano marca que otro logro importante de la cooperativa es el desarrollo de la revista científica Eunk, con la participación de investigadores de nuestra Universidad Nacional del Sur y de las universidades del Nordeste, Mar del Plata y La Plata.
- Se trata de una publicación gratuita, que en septiembre ganó el oro en el Congreso Internacional de Apicultura que se desarrolló en Chile y en el cual estuvieron presentes: los viajes también forman parte de las actividades cooperativas.

Según detalla Luciano, en Apícola Pampero no saben de rutinas: hay días de producción, días de oficina, días de compra de materiales, días de desarrollos…
A veces están en el parque o en las colmenas; otras salen por visitas o reuniones.
―¿Cuál es la actividad que más disfrutás?
―No hay algo que diga “no me gusta”, pero las cosas que más me gustan son el mantenimiento de maquinarias, el trabajo con las colmenas y el desarrollo de lo nuevo.

A la hora de identificar el momento más duro, menciona los inicios: defender un producto orgánico de producción local en el mundo no fue tarea sencilla.
―Por suerte, como cooperativa fuimos logrando los objetivos y tenemos pensados muchos más para adelante. También eso es importante: tratar de seguir creciendo, de seguir mejorando.

Nuestra zona es un buen lugar para desarrollar la actividad, por el clima y la disponibilidad de campo cerca, como así también de sierras, costas y montes:
―Es un lugar estratégico: tenés estos lugares cerca por si sos un productor trashumante, es decir, que te trasladás de un lugar a otro; y también podés trabajar acá siendo fijista (cuando tenés las colmenas en un mismo lugar), aunque disminuye un poco la producción. Además, en esta zona hay bajo uso de agroquímicos, que son otro problema.
―¿La sequía complica al apicultor?
―Sí, obviamente, sobre todo en esta época primaveral. Generalmente, lo que se logra en esta actividad es el desarrollo y el crecimiento de la colmena. Ahora estamos en una época de nucleada, que es tratar de sacar colmenas de las colmenas, pero para eso necesitamos población. Cuando hay una gran sequía es muy difícil hacer que esa colmena crezca para poder realizar esos núcleos y que las abejas vayan en cantidad a buscar néctar al campo, para tener miel dentro de la colmena.

―¿Cuántas abejas hay por colmena?
―Dependiendo de la época del año y de la zona donde está, en una cámara de cría hay unas 30.000 abejas y puede llegar a haber hasta unas 60.000 abejas, más o menos.
Para trabajar en las colmenas usan un mameluco de tela liviana y de color blanco, ya que ese tono atrae menos a las abejas; y un velo para proteger la cara de las posibles picaduras. Es un trabajo que requiere cuidado y tranquilidad:
―La abeja es como todo animal: si uno la altera, se defiende.

―¿Qué pasa cuando te pica una abeja y sos alérgico?
―Depende del grado de alergia, hay distintos niveles. En el más severo se te puede llegar a cerrar la garganta, pero hay metodologías de seguridad para aplicar. En otros niveles te genera algún tipo de hinchazón externa, una ronchita, y no más que eso.
Y pica y se acaba:
―Por cómo está conformada nuestra piel, el aguijón queda atrapado en ella. Se sale con todo su aparato digestivo, por lo que la abeja se termina muriendo.

―¿Qué es lo más peligroso de la actividad apícola?
―La verdad es que peligroso no hay nada. Igual, tratamos de que nadie vaya al campo solo, porque uno nunca sabe. La abeja no es el único animal o insecto. Hay cosas que pueden pasar. Además, por ahí no hay señal de teléfono.
―¿Alguna anécdota?
―De picaduras, miles. Cuando era alérgico, antes de hacer el tratamiento, me picaban en el ojo y no podía abrirlo por 2 o 3 días. Sustos de esos, nomás… Después, momentos lindos: estar con los productores, ir al campo, sentir el olor del néctar, que es como el olor a miel pero más intenso.

Luciano dice que nunca pensó en hacer otra actividad. La apicultura le gusta mucho, demasiado: de chico se veía ejerciéndola, aunque jamás imaginó este presente.
―¿Cuál es la principal enseñanza que te dejan las abejas?
―Trabajar agrupados. Cada abeja tiene una actividad distinta, pero la colonia trabaja en conjunto, organizada, en pos de sobrevivir; en pos de poder producir miel y polen y otros muchos derivados de la colmena.
―¿Por qué son importantes estos insectos?
―Por el polen a nivel alimento, porque por más que venga de la planta, la que lo recolecta es la abeja, y sirve para muchas cosas. Por la miel que comemos… Hasta la apitoxina, que es el veneno de las abejas, se usa de forma curativa. Hay infinidad de cosas y seguramente haya muchas más por seguir descubriendo.

En la cooperativa proyectan a corto plazo una nueva planta pero de alimentos: miel, polen y otros derivados de la colmena. Y también, nuevos desarrollos: el compromiso es seguir investigando.
―Mirando hacia atrás, ¿qué le dirías a tu yo de los comienzos?
―Uf, ¡qué difícil! Creo que no bajar los brazos, que hay que seguir. Por eso hemos logrado llegar adonde estamos hoy, y queremos seguir logrando más cosas.
Producción, videos y edición audiovisual: Tato Vallejos
Producción y texto: Belén Uriarte
Fotos: Eugenio V.
Idea y edición general: Abel Escudero Zadrayec
👀 #SeresBahienses es una propuesta de 8000 para contar a nuestra gente a través de una serie de retratos e historias en formatos especiales.
La estrenamos para nuestro segundo aniversario. Estos son los episodios anteriores:
- 😝 Lautaro Cisneros, youtuber: la risa en el centro de todo
- 👷♀ María Rosa Fernández, trabajadora de Defensa Civil: el poder de ayudar
- 💄 Damián Segovia, maquillador: hacer bien lo que te pinta
- 🤝 Matías Torres, el Ciudadano Bahiense: 100 % solidaridad
- 👱♀️ Alicia D’Arretta, auxiliar de educación: la vida por sus chicos
- 🏉 Stephania Fernández Terenzi, ingeniera y rugbier: actitud ante todo
- 👨🚒 Vicente Cosimay, bombero voluntario: 24 horas al servicio
- 💁🏼♂️ Adrián Macre, colectivero y dirigente: manejarse colaborando
- 👩🌾 Delia Lissarrague, productora rural: aquel amor a la tierra
- ✍️ Marcelo Díaz, escritor: la palabra de vida
- 👩🍳 Margarita Marzocca, cocinera y jubilada: un gran gusto portuario
- 🧐 Walter Tuckart, tecnólogo y docente de la UNS: aplicar con clase
- 🖨 Hugo Kaiser, imprentero: el tipo de los tipos
- ⛪ Javier Di Benedetto, sacerdote: el divino amor crítico
- 🚛 Evelyn Sánchez, recolectora y chofer: al volante del reciclado
- 🏀 Maia Richotti, docente y basquetbolera de ley: una clase de pasión local
- 🧠 Fernando Luciani, psicólogo, músico y docente: al son de los deseos
- ⚽ Sebastián Candia, estudiante, cadete y líder barrial: pertenecer al club de la contención
- 🚢 Andrés Castagnola, práctico de nuestra ría: guía a buen puerto
- 👶 Mariel Pérez, partera: la magia de recibir vidas
- ✊ Paola Quiroga, activista trans: ser quien sos es una lucha
- 🤗 Maximiliano Mazza, operario, exvendedor, cocinero: la inclusión se trabaja
- 🥁 Sebastián Lamoth, baterista, sonidista y papá: tocar con todo
- 📝 Mercedes Azpeitia, referente del fútbol femenino e inspectora de tránsito: dar una mano sin infracción
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⚽📝 Mercedes Azpeitia, referente del fútbol femenino e inspectora de tránsito: dar una mano sin infracción
Nuestra gente, nuestra mirada, nuestra ciudad.
―Siempre me jacto de buscar a las mejores y organizar. Hay un montón de cosas detrás del fútbol femenino. La semana tiene mucho trabajo organizativo: desde diagramar un partido, preparar la ropa y la cancha para el fin de semana…
Así describe esta parte de su trabajo Mercedes Azpeitia, referente de la actividad.
- Arrancó en 2017 con las chicas de futsal del Sindicato de Trabajadores Municipales de Bahía Blanca (STMBB), que se coronaron ese mismo año. Y hoy trabaja con la reserva.
- ✊ En el medio, coordinó a la selección de la Liga del Sur y durante 2 años fue vicepresidenta del departamento de Fútbol Femenino en la entidad madre.
Mercedes también es empleada municipal desde hace 18 años: en 2005 ingresó en el área de Tránsito, donde trabaja como inspectora y lleva 9 años a cargo del turno mañana.
Bahiense, de 47 años, tiene una vida muy marcada por la pelota. Pero la pasión surgió en la adultez, por contagio familiar.
Su pareja, Sergio Goroso, jugó en la Primera de Villa Mitre y su hijo mayor, Nicolás, salió de Liniers, se fue a Lanús y también pasó por el tricolor.
―En realidad, no me gustaba el fútbol ―sorprende Mercedes charlando con 8000―. Pero vas encontrando cosas lindas: el compañerismo, el participar, la unión, que nos tengan confianza… Eso que tiene el fútbol, que es verdaderamente una pasión, me empezó a gustar de a poco. ¡Hoy más que nunca! Pero jamás se me hubiese ocurrido estar acá.
Y si bien nunca jugó a la pelota, admira a las chicas:
―Entrenan de lunes a viernes y los fines de semana juegan. ¡El sacrificio que hacen! Porque son madres, trabajadoras, estudiantes y la actividad física es muchísima.

Mercedes vive en el barrio Los Olivos, cerca del predio de la FISA sobre la ruta 33, a unas 60 cuadras del centro bahiense.
Su familia también está compuesta por su hijo Rodrigo, de 23 años, y su hija Evangelina, de 11. Por su parte, Sergio es padre de 3: a Nicolás se suman Lautaro y Facundo.
―¿A alguno de tus hijos se le dio por el fútbol?
―Eva nació en una cancha, pero creo que la cansamos… Recién ahora está acompañándonos —dice—. Y lo de Rodrigo es el estudio: hizo rugby, que también es un deporte muy lindo, y ahora ya está en la universidad, estudiando Economía.

Según Mercedes, cuesta la igualdad para el fútbol femenino pero “ha crecido muchísimo”, ya vamos por el tercer año de competencia oficial:
—Con logros impensados, verdaderamente.
- 🙋♀️ El equipo de los municipales protagonizó la primera participación de mujeres de la Liga del Sur en la Copa Federal: tuvo plaza por mérito deportivo al haber salido campeón en 2021, ¡y llegaron a semifinales!
- 🙋♀️🙋♀️ Este año, las chicas liguistas ganaron el Federal de Selecciones.
Y a eso se suman los viajes, los contactos y las puertas se van abriendo para nuestras pibas:
―Bahía Blanca tiene grandes jugadoras, hoy por hoy hay muchas jugando afuera que han nacido de lo que es la Liga del Sur.

La actividad se va para arriba: tenemos unas 500 jugadoras y la mayoría de los clubes cuentan con fútbol femenino, aunque no todos tienen formativas. La principal carencia, señala Mercedes, es la infraestructura.
―Eso limita el crecimiento. Se ven un montón de chicas que quieren participar, pero las instituciones se limitan en lo que son lugares de entrenamiento, canchas…

Mercedes dice que labura mucho, de lunes a lunes. Pero lo disfruta. En Tránsito tiene horarios variados y en fútbol trata de estar la mayor parte del tiempo posible, participando incluso de los entrenamientos.
―¿Qué es lo que más te gusta?
―Verlas jugar es hermoso, porque ves la preparación que hacen en la semana, el sacrificio… Después, todo lo que es ese folclore de venir a la cancha temprano, el vestuario, las chicas cantan, traen su equipo de música… Es hermoso que vengan, que se comprometan; hay chicas muy chiquitas que se han sumado y a mí me reconforta que tengan una actividad, que estén con gente, que se formen. Acá se crean valores, todo lo que le hace al ser humano. Más allá de hacer un deporte, es contención.

Mercedes quiere seguir aprendiendo y se metió a hacer el curso de DT. Su referente es Marcelo Bielsa: le encanta escucharlo, su imaginación, cómo ante una pregunta enseguida encuentra un análisis o una respuesta.
Y en la cancha, su puesto preferido está en el arco:
―He analizado mucho esa posición. Todas las arqueras tienen un carácter especial, tienen poder de decisión. Yo no puedo creer que termine un partido, que hayan perdido y que sigan… yo estaría llorando. Esa firmeza que tiene la arquera es admirable, más allá de que tengas tu equipo corriendo, defendiendo, es un 50%.
―Además del juego, ¿se habla con las chicas sobre cómo afrontar cada situación?
―Sí. Este año ha estado pocas veces, pero cuando hemos tenido situaciones de conflicto, ellas mismas han pedido que venga un psicólogo o una psicóloga. En la Copa Federal estuvo el psicólogo y les sirvió un montón: sacaron cosas interiormente que les ha servido para el deporte y que ha aportado al equipo. Y lógicamente en el vestuario, cuando hay algún conflicto, se las junta, se trata el tema, como se dice vulgarmente: “se sacan los trapitos al sol”. Y es como que se potencian y seguimos.

Además de los logros deportivos, los mejores recuerdos tienen que ver con los viajes. Mercedes describe uno muy particular, a Ushuaia, en 2018 con el equipo de futsal: si bien llegaron hasta la mitad del torneo porque “es una alta competencia”, aprovecharon esos días para conocer lugares y compartir.
Una hermosa aventura, que casi no arranca:
―Fue llegar a Ushuaia y que me digan que no jugaban con las zapatillas que habían llevado, que jugaban con suela caramelo [flexible y resistente al desgaste del piso liso donde se practica futsal]. Primer día de competencia, teníamos todo, el detalle era el calzado. “No hay problema, me voy, me vuelvo a Bahía”, dije, y pegué media vuelta. ¡Se solucionó en 5 minutos! Jugamos con las zapatillas que teníamos. Se habían puesto estrictos con el reglamento del calzado y nunca lo habían mencionado…
―¿Cuentan con apoyo para este tipo de viajes?
―Durante todo ese año, hicimos fiestas de futsal, venta de lo que sea, sorteos… Entre ellas han hecho de todo para viajar. Surgió de las mismas chicas, aunque lógicamente el sindicato nos da la infraestructura, que ayuda un montón.

Hincha de Boca y de Bella Vista, el barrio en el que nació, Mercedes no se declara referente del fútbol femenino bahiense, pero lo es:
―Los medios me lo hacen sentir, las chicas me lo hacen sentir. Chicas de otros clubes que me cruzo en la calle o vienen a saludarme en un partido… ¡Es hermoso!
―¿Te reconocen algo en particular?
―Debe ser el haber estado al frente 2 años en la Liga, el haber resurgido junto a Kako Gorocito, que fue mi compañero del departamento de Fútbol Femenino. Esos años (2021-2022) fueron para mí los más importantes: volvió el fútbol femenino después de más de 10 años y se logró que 18 equipos estén jugando y compitiendo.
- En ese tiempo, Mercedes estuvo “bastante alejada” de su equipo de Municipales: se hizo cargo Nadia Vázquez, actual delegada del STMBB en la Liga del Sur.
- Otro gran compañero para ella fue Sebastián Barisone, quien estuvo desde sus inicios dentro de la Liga del Sur en 2018, en el Departamento de Futsal.

Una de sus enseñanzas para las más chiquitas es la constancia.
―Siempre les digo lo mismo: “El éxito es el proceso de un montón de fracasos. Sabés la cantidad de veces que tenés que remarla para llegar a esto”. Ellas recién arrancan y ni se imaginan todo lo que pasaron las más grandes para llegar adonde llegaron.
El fútbol femenino del STMBB reúne actualmente unas 50 chicas: la más pequeña tiene 13 años y la más grande, 37. Para ingresar, el único requisito es querer jugar.
―Por ahí te dicen: “¿Me puedo probar?”. Y nosotros no probamos a nadie: querés venir a jugar, jugá. Acá te enseñamos, te potenciamos.

―¿Alguna vez te discriminaron por ser mujer?
―Siempre he estado más rodeada de hombres que de mujeres. Me ha tocado estar en la Liga del Sur junto con Lili Carrió (que es dirigente de Liniers, una compañera de oro) rodeada de hombres, y verdaderamente me han hecho sentir muy bien, me han enseñado un montón. Pero nunca tuve una situación así. En lo laboral, sí: mi trabajo quizás sí es un lugar machista, pero una está preparada, se defiende, lo sabe llevar.
―¿Se contesta cuando hay una persona con una actitud violenta en la calle?
―Se actúa con tranquilidad. Siempre trato de ponerme en el lugar del otro. Hay que ver el contexto, hay que tratar de mediar en lo que respecta a tus compañeros, a la persona. Han habido situaciones, pero cada uno en su rol sabe lo que tiene que hacer.

En la calle tiene varias anécdotas. Una que aún recuerda con mucha risa la compartió con su compañera María Rosa Fernández, hoy operaria de Defensa Civil.
―Estábamos haciendo una reserva de espacio en avenida Colón 80. Recién habíamos ingresado, en 2005. Habíamos estado muchas horas y nos compramos unos chocolates. En eso, pasa una moto sin casco y ella quiere tocar el silbato para que pare pero no sale el sonido. De la desesperación, se le había tapado con el maní del chocolate. Y bué, la moto se le fue a la miércoles y cuando se dio cuenta no podíamos parar de reír.
Y relata otra de ese año, junto a sus compañeros Federico Montero y Martín Pacheco: iban en el auto por una denuncia, agarraron mal un badén, ella se dio la cabeza contra el techo y todo fue risa… Pero estuvo 1 semana con tortícolis.
―¿Recordás que fue lo peor que viviste en Tránsito?
―Al año de haber ingresado a trabajar, en junio del 2006, en el gobierno de Cristian Breitenstein echaron a los 25 compañeros que entraron conmigo. Eso fue lo más triste que viví en mis 18 años de Tránsito. Desesperante no poder hacer nada.

―¿Cuál creés que es el mayor aprendizaje que te dejó hasta ahora el fútbol?
―Es compañerismo absoluto. Hay mucha gente a la que ni le conozco la cara y me ha ayudado por teléfono, gente que ha estado en la misma competencia en otras ciudades… El fútbol es eso: conocer gente, experiencias y ver crecer a las chicas.
Un caso que la llena de orgullo es el de Julieta Romero, que se sumó al equipo del STMBB con 13 años y hoy está en Buenos Aires: el año pasado se fue a jugar a River y actualmente integra la selección argentina Sub 20.
―Es reconfortante cumplirles el sueño. Siempre digo que nosotros somos un puente. Que confíen, que vengan, que quieran integrar esto te reconforta un montón.
―¿Bahía te parece un buen lugar para este tipo de actividad?
―Debe ser lo mejor que le puede pasar a esta disciplina. Me encantaría que el día de mañana sea sede de una competencia grande. Eso sería hermoso para ellas que vienen desde chiquitas y para nosotros, los dirigentes, que trabajamos todos los días 24 horas.

―¿Los padres y las madres suelen insultar en los partidos?
―Es relativo. También alientan un montón, hay padres y madres que acompañan siempre: tenemos jugadoras que vienen desde Río Colorado, de Carhué, y viajan todos los fines de semana, hacen un sacrificio grandísimo. La familia es el otro 50%.
―¿Les ha pasado de tener que intervenir y frenar a alguien?
―Sí. Nosotros apuntamos a que ellas vengan, disfruten, lo hagan con responsabilidad. Y hemos tenido que hablar con padres para evitar esas situaciones, porque sólo las palabras de aliento y positivas motivan a la jugadora a seguir. A nadie le gusta escuchar a un padre insultar o agredir; eso no lo permitimos, de ninguna manera.

Cuando era chica, tenía en claro apenas una cosa: quería dar una mano. Y hoy siente que lo puede hacer a través del deporte.
―Lo vemos en las más chiquitas: sabés que van a estar acá, que no van a estar en la calle, que no van a aprender las cosas malas que están pasando. Se trata de inculcar valores, de decirles todo lo bueno que pueden hacer, de correr a fin de año un poco con el tema de las notas y que les vaya bien en la escuela. Pero es todo para ellas.
―¿Qué le dirías a la Mercedes chiquitita que soñaba con ayudar a la gente?
―Le diría que podría haber entrenado, ja, ja, ja. Siempre les digo a las chicas: “En mi otra vida voy a jugar al fútbol”. El estar dentro de la cancha, el logro, el abrazarse con un gol, el que se retan y después termina todo en esa cancha o en un vestuario, me encanta. No es sólo ir detrás de una pelota, es la preparación, es un todo.
Producción, videos y edición audiovisual: Tato Vallejos
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Idea y edición general: Abel Escudero Zadrayec
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