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Curas abusadores

Curas abusadores en Bahía Blanca | 🧐 Qué dice y qué hace la Iglesia acá

Hay 2 personas asignadas para recibir denuncias. Pero denunciar no es fácil…

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Desde que el Papa Francisco ordenó en 2016 “tolerancia cero” para clérigos pederastas, en Bahía Blanca la Iglesia sólo recibió 1 denuncia por abuso: la que involucra al cura brasileño Mauro Henrique Cantanhede Ferreira, que acaba de archivarse.

Así se lo confirma a 8000 Verónica Orio, canciller del Arzobispado local, secretaria del obispo y una de las personas que recibe las denuncias formalmente, junto con el padre César Cardozo, ambos designados en 2019.

Orio indica que las vías de contacto figuran en la página oficial de la Arquidiócesis y también se han dado a conocer en las parroquias, aunque “cada tanto es importante recordarlo”.

  • Verónica tiene 44 años, trabaja como administradora de un negocio, integra Acción Católica y es una de las impulsoras de la movida solidaria Nochebuena para todos.

🧐 Ahora bien, ¿qué tan fácil es encontrar esos contactos? En 8000 fuimos a verificar:

  • en la Catedral no vimos ningún cartel sobre cómo y dónde denunciar;

  • tampoco en las 2 parroquias que visitamos al azar: San Roque (donde era párroco el sacerdote brasileño denunciado) y San Luis Gonzaga.

  • En la página de la Arquidiócesis la cosa no está nada clara: no se mencionan las palabras “denuncia” ni “abuso”; sólo hay un aviso que dice “recepción de informes” y “protección de menores y adultos vulnerables”. 
  • Si hacés clic ahí, se despliega un artículo sobre la orden papal donde aparecen los contactos, al final de todo.

🤷‍♀️ ¿Qué hacen?

Yendo al caso concreto del cura brasileño, Verónica Orio detalla algunas acciones:

1) La denunciante fue personalmente, la recibió ella y luego el obispo. Se informó lo ocurrido al superior de la congregación correspondiente (Padres Barnabitas), que tomó la medida preventiva de suspenderlo.

No deja de ser sacerdote, pero sí se aparta de su función ministerial hasta tanto se aclare su situación —sostiene Orio.

2) La congregación inició su propia investigación, más allá del procedimiento que se lleva a cabo a nivel judicial.

—No digo en este caso —comenta Orio—, pero a veces puede no haber un delito penal pero sí una conducta impropia de acuerdo al ministerio, que para la Justicia penal no importa pero hacia adentro sí.

Verónica Orio – Foto: LB24.

Y además, remarca que:

  • una investigación previa nunca puede resolverse antes que el proceso judicial;
  • un gran inconveniente es la demora en las resoluciones: “Antes había un tiempo para hacer la denuncia, ahora no. Entiendo que la ley busca que puedan abrirse cuando les surja, porque son cosas dolorosas que por ahí no se dicen en el momento. Pero, por otro lado, las vidas de las personas quedan detenidas”.

3) La Iglesia ofrece acompañamiento a quien denuncia: pone a disposición “lo que necesite”.

4) También acompaña al sacerdote acusado

—Es una persona que ejercía su ministerio, que un día le dicen: “Bueno, vos no lo podés hacer más” —nos dice Orio— . Entonces se pregunta: “¿Y qué hago mientras tanto?”…

5) Si el sacerdote es condenado, ¿qué pasa internamente?

Hay distintos tipos de condenas, depende del delito y la forma por la que haya sido condenado en lo penal. Hay penas en las que no pierde el estado sacerdotal pero no lo puede ejercer nunca más; hay casos donde directamente pierde el estado clerical (es decir, deja de ser sacerdote).

😢 El dolor interno

—¿Qué te generan los abusos sexuales vinculados a la Iglesia?

—Es doloroso —dice Orio—. Admiro a los fiscales, jueces y abogados que lidian con esos temas todos los días, porque tenés que tener una coraza para que no te derrumbe.

—¿Cómo se aborda este tema en la Iglesia?

—Integro el Consejo de Protección Arquidiocesana, a pedido del obispo, y una de sus primeras tareas fue desarrollar un protocolo de actuación y otro de prevención, que no te garantiza que nada suceda, pero te da un marco dentro del cual moverte… También hemos desarrollado capacitaciones en distintos grupos parroquiales, donde los dirigentes tienen chicos a cargo.

—¿Cómo se trabaja con ellos?

—Al que le toca estar en contacto con menores por ahí tiene temor. Nos ha pasado en capacitaciones a grupos de dirigentes, que son chicos jóvenes, que nos digan: “¿Si tiene que ir al baño…?”. Y les decimos: “No podés ir al baño”. “Pero es chiquito…”. “Y no, no podés, tenés que ir con otro, asistirlo desde afuera”. “¿Y si se angustia y llora?”. “Y sí, contenelo, pero no lo hagas solo, que te acompañe otra persona”… Hay tantas denuncias, que por un lado está bien, está buenísimo que los chicos tengan información que nosotros no teníamos a esa edad, pero es difícil acompañar a grupos así, somos seres sociales.

—¿Qué sensación te genera que haya abusos en un ámbito como la Iglesia?

—Cuando uno es parte de una institución y surge en el seno de tu lugar lo sentís como propio. La iglesia no existe en el éter, a la iglesia la hacemos todos los que somos católicos y participamos: sacerdotes, laicos… Y las personas que forman parte de la Iglesia no son Dios… Es verdad que hay errores y errores. Hay errores que tienen un impacto en la vida del que está al lado mío que es terrible. Entonces, ¿me duele? Sí. ¿Hay que hacer todo lo posible para que no suceda y para evitarlo? Sí. ¿Es inevitable? No, porque las personas que la conforman son humanos, por más que sean sacerdotes. Es cierto que por la formación integral que tienen, uno esperaría otra cosa, pero no deja de ser una persona. Algunos tienen problemas psiquiátricos… Son enfermedades, con eso no estoy queriendo justificar nada, pero son cosas que suceden efectivamente.

—¿Te parece importante que ahora haya espacios para hablar y denunciar estos casos? 

—Desde ya, que sea un tema que se hable. Las capacitaciones son importantes y te pueden pasar varias cosas: que alguien denuncie a otro dirigente, sacerdote, acompañante; o que venga a denunciar una situación que le pasó en otro lado porque te tiene confianza.

—¿En esas capacitaciones no hubo ninguna denuncia? 

—Tengo conocimiento de un caso pero no dentro de la Iglesia, es una situación familiar o escolar que tenés que acompañar también, no podés mirar para el otro lado. Lo que me parece es que el sistema (judicial) no va acompañando en velocidad de respuesta esta nueva formación que les brindamos a los niños y jóvenes de poner en palabras.

😔 El abuso acá

Si bien no hay denuncias vinculadas a Bahía Blanca ni en la Red de Sobrevivientes de Abusos Eclesiásticos de Argentina, ni en la Iglesia (y en la Justicia es tan difícil averiguar…), a veces se filtran hechos y nos enteramos por su mediatización

El caso más resonante de los últimos años es el del padre Mauro de San Roque, que se conoció en 2019.

  • La denunciante (cuyo nombre real no se dio a conocer) acusó al cura de haberla obligado a practicarle sexo oral.
  • Al tiempo, otra mujer que asistía a la iglesia y se confesaba con Mauro lo denunció por abuso y amenazas: “Me regaló bombachas y me pedía fotos”, contó.

La abogada María Fernanda Petersen le confirmó a 8000 que la causa fue archivada recientemente

  • El informe judicial, al que accedimos, dice que “ha quedado acreditado que existió contacto sexual entre las partes”, pero no se puede probar el abuso sexual.

Entre las razones para archivar el caso se menciona que:

  • el cuadro probatorio no reúne el grado de probabilidad requerido para avanzar hacia una imputación; 
  • no se hallaron elementos de interés en las pericias informáticas;
  • obtenido el resultado de la pericia psicológica practicada (a la denunciante), no ha sido posible validar su relato por fallas en la capacidad de diferenciar representaciones provenientes del mundo externo e interno. Es decir, hay ciertas incongruencias.

Otros casos que hicieron ruido acá

👉 Juan Matías Bongiovanni, un catequista denunciado por abusar sexualmente de exalumnas de colegios privados bahienses. El año pasado fue condenado a 10 años de prisión.

👉 José Luis Andersen, un expolicía y laico de la parroquia San Roque (allegado al cura Mauro), fue acusado por violar a un chico de 8 años en 2017 y le dieron 20 años de cárcel.


Textos y edición general: Abel Escudero Zadrayec

Producción, entrevistas y textos: Belén Uriarte

Producción y edición: Tato Vallejos

Fotos: Eugenio V.


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