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Curas abusadores

Curas abusadores en Bahía Blanca | 🤝 Los sobrevivientes tienen una red

La conforman personas de distintas partes del país. Entre ellas, excuras, exseminaristas, exnovias, exmojas…

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La psicóloga de la Red de Sobrevivientes de Abusos Eclesiásticos de Argentina, Liliana Rodríguez, le dice a 8000 que muchas víctimas sólo se deciden a hablar cuando ocurre otro evento importante en sus vidas, como puede ser el fallecimiento de la mamá o el papá.

—Como hablar de que han vivido esta situación es muy difícil para las personas y genera muchísima culpa y muchísimo temor, a veces por una cuestión de cuidar a los padres para que no se sientan mal, no se sientan culpables o porque estaban muy involucrados en la iglesia o porque eran amigos del cura o porque el cura iba a su casa o por diferentes circunstancias, terminan callando durante mucho tiempo y cuando esos padres ya no están sienten la posibilidad de poder expresarlo

—¿Han tenido casos así en la Red?

—Sí. Hay situaciones que denominamos “crisis vitales”, como el nacimiento de un hijo. Empiezan a aparecer un montón de preguntas y angustias frente al hecho de que se van a responsabilizar de una persona, de que no le ocurra, cómo proteger a su propio hijo…

Liliana, en el medio – Foto: gentileza

—Las personas que se animan a hablar con sus familias, ¿encuentran aceptación?

—En general, sí. Primero, esas familias no tenían la menor sospecha de que ese hijo o esa hija había pasado por esa situación o podían haber notado conductas (estoy hablando de adolescentes adultos) pero nunca lo hubieran relacionado con esa vivencia. Les cuesta mucho entender lo que vivieron y manejar todo lo que provoca, porque claramente provoca enojo, provoca culpa en esos padres… 

—Habiendo escuchado a tantas víctimas, ¿cómo se explica ese poder capaz de silenciar a una persona durante tantos años para no lastimar a una mamá o un papá que es creyente?

—Justamente, es la gran manipulación y el poder que ejerce el agresor: inocular esa culpa, ese silencio, es su mejor arma para lograr ser impune. Eso es lo que provoca quien agrede. Además como el poder lo van ejerciendo lentamente, acercándose a esa futura víctima (que generalmente es elegida porque tiene algún punto de vulnerabilidad personal, social, que permite que el agresor se convierta en una figura muy importante, de confianza), pasan como a ocupar el lugar de amigo.

Según Liliana, suelen darse 2 situaciones. 

  • Hay familias muy creyentes, practicantes, involucradas en las actividades de la iglesia, cuyo hijo o hija es abusado/a por el mismo sacerdote que casó a la hermana, que bautizó a los sobrinos, lo que genera “una trampa tremenda para la víctima”. 
  • Hay familias que no estaban de acuerdo con la vocación elegida (sacerdocio, noviciado) y luego esa persona es agredida o abusada y le resulta difícil hablar, porque es como decir: “Tenían razón”… 

—¿Saben de personas que entraron a la Iglesia por vocación y fueron abusadas?

—Sí, hay muchos integrantes de la Red que son exnovicias, exseminaristas, excuras, exmonjas. Por eso hablamos de abuso de poder en sus distintas formas, que no es solamente el abuso sexual, sino también el abuso de confianza, el abuso espiritual, el abuso vocacional, porque que una persona decida su vocación en el marco de la Iglesia y luego se tenga que ir porque ha sido abusado es una experiencia muy fuerte. Es un quiebre en su proyecto de vida. Es un reaprender a vivir en sociedad, porque quien ha estado viviendo en un convento tiene una manera de encarar la vida y está como alejada del mundo y de la sociedad común, entonces de pronto hay un montón de cosas para las cuales no tiene herramientas. Tiene que descubrir sus propios gustos, sus propios deseos.

😡 Encubrimientos

Liliana Rodríguez cuenta que el trabajo con las víctimas les ha permitido ver “un plan sistemático”: la autoridad de la Iglesia toma conocimiento del abuso y el agresor es trasladado a otro lugar.

Así, comienza una “cadena de encubrimientos”, que lleva a que de un mismo agresor haya sobrevivientes que pertenecen a distintos lugares de la misma ciudad o de provincias diferentes. 

Sobre estas bases viene trabajando la Red de Sobrevivientes, que recibe denuncias de distintas religiones, aunque el 98 % corresponde a la Iglesia católica.

Las denuncias no sólo alcanzan a sacerdotes u obispos sino también a catequistas, monaguillos, monjas, boy scouts…

Y el trabajo de la Red no se agota en la condena. Como marca Liliana, quien abusa no lo hace sólo una vez y puede haber víctimas que aún no han hablado.

🧐 El trabajo

La Red se encarga de dar información, asesoramiento y acompañamiento, ya que la víctima “tiene muchísimos obstáculos para poder reconocer que aquello que vivió se llama abuso”.

—Es como llegar a la casa de gente conocida: no hace falta mucho hablar, porque todos han vivido cuestiones similares —remarca la psicóloga Liliana Rodríguez.

Cuentan con:

  • Acompañamiento psicológico: ella misma recibe los mensajes por Facebook y hace las primeras entrevistas. 
  • Acompañamiento de pares: hay un grupo de WhatsApp disponible las 24 horas de los 365 días del año: “Alguien se despierta con una tremenda pesadilla y sabe que puede escribir y seguramente algún compañero o compañera va a estar despierto y va a poder acompañar en ese momento, porque lo vivió y sabe de qué se trata”.

La Red tiene un compromiso de “reserva absoluta y confidencialidad, que nos ha permitido construir una relación con fiscalías”: generalmente los convocan como testigos, participación que les permite conocer y afirmar que los perfiles de víctimas y victimarios son similares en todas las causas, y así llegar a 2 conclusiones importantes:

1) “Ningún agresor, ningún condenado, ninguna pericia dice que esa persona no sea consciente de sus actos. Las pericias parecen calcadas: son personas conscientes de sus actos, que no les importa el dolor de las personas, que cosifican a sus víctimas en pos de sus propios deseos. No son personas enfermas, por lo tanto no se puede hablar ni de enfermedad ni de tratamiento ni de cura. Los agresores tampoco entienden que tengan un problema, no se hacen cargo de ninguna situación”. 

2) “Podemos asegurar que las víctimas y los sobrevivientes no mienten y no sólo por la experiencia que tenemos, por la escucha que tenemos, sino que además está corroborado en todas las causas: no hay una sola pericia hecha a ningún sobreviviente que diga que fabula. Todas las pericias confirman que es verdad lo que dice, que se ven las huellas emocionales producto de los tremendos abusos que han atravesado”. 

✍️ Entre Ríos, la punta del iceberg

—¿Reciben mayor cantidad de denuncias de algún lugar en particular?

—La Red lleva 10 años y es un espacio de construcción colectiva y dialéctica en permanente movimiento. La provincia que hizo punta, donde explotó primero, fue Entre Ríos con 3 curas que fueron condenados. Después se tiene que pelear la sentencia firme, la cárcel efectiva, que es por lo que luchamos, o sea, no termina en la condena. Sabemos perfectamente que utilizan una serie de artilugios para impedir la denuncia, para embarrar las causas… Pero también tenemos que decir que hubo logros: hay curas condenados, hay elevaciones a juicio.

Esa es la punta del iceberg: sabemos que hay muchísimos casos más. Se empieza a resquebrajar, como empezó a resquebrajarse Salta, una provincia tradicionalmente católica, donde se ha logrado el juicio con una condena irrisoria, porque le dieron 4 años al obispo Gustavo Zanchetta, pero se logró que sea condenado. No lo podemos dejar de reconocer, aunque se necesita muchísimo más. En Salta la universidad que hay es la Universidad Católica, son todos de ahí, por eso la complejidad con que se encuentran aquellos que se animan a hacer una denuncia. Hay que poder hacer una denuncia y enfrentar el poder eclesiástico judicial en una provincia como Salta.

Obispo Gustavo Zanchetta – Foto: Infobae

—¿Cuántas personas se han acercado a la Red?

—Estoy desde los comienzos y te diría que más de 200. Eso no significa que todas hayan denunciado: hay personas que necesitan tomarse un tiempo porque les resulta muy fuerte. Pero consultas sí, muchísimas.

🤐 Poder y silencio

Según Liliana, muchos casos de abusos están relacionados con las distintas fuerzas. Por ejemplo, capellanes de Servicios Penitenciarios, donde se ve “el refuerzo del gran poder que tienen social e institucional”.

Lo peor que les puede pasar es que los sobrevivientes estén juntos. Lo que nunca imaginaron que les podía pasar es que exista una Red de Sobrevivientes y que se vaya armando este entretejido de datos que permita que salgan a la luz.

Y es muy crítica de la Iglesia, porque “no hace nada” para combatir la pederastia:

—Sabemos quién es Bergoglio. No dejó de ser Bergoglio —le dice a 8000—. Para el resto del mundo puede ser Francisco, pero nosotros sabemos de la complicidad, y sabemos que no puede ignorar lo que sucede en su país. De hecho, hizo una serie de acciones en defensa del cura (Julio César) Grassi que todavía sigue siendo cura, como tantos otros condenados en nuestro país.

Sentencia:

—Hay una convivencia entre el poder político, eclesiástico y judicial, de larga data.

🙏 La importancia de hablar

Liliana Rodríguez dice que es fundamental que las víctimas sepan que existe una red de personas que han atravesado situaciones similares, con la que se pueden comunicar y donde se respetan los tiempos: el objetivo es que nadie quede solo encerrado en su dolor.

Aclara que la Red no está en contra de la fe de las personas; es algo absolutamente respetable. De lo que sí está en contra es del accionar de la Iglesia. Y pide:

  • No defender al agresor “porque a mí me parece, porque yo lo conozco, porque fui los domingos… Eso no es conocer a una persona”. 
  • No pedir testigos: “Estos delitos se cometen en lugares absolutamente privados, no hay testigos. El agresor teje una telaraña sobre ese niño o esa niña o adolescente, elige a sus víctimas, busca el punto de vulnerabilidad, que puede ser una vulnerabilidad social, familiar, y aprovechan esa situación”.
  • No acusar a la víctima, que “es lo que se suele hacer. Hay compañeros y compañeras que han tenido que irse del lugar donde vivían porque no los dejaron terminar la secundaria por hablar. Los escupían, les decían cosas. Entonces esto: no agregar más dolor al dolor que ya la persona tiene”.

Textos y edición general: Abel Escudero Zadrayec

Producción, entrevistas y textos: Belén Uriarte

Producción y edición: Tato Vallejos

Fotos: Eugenio V.


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