🚩🙃 Detrás de aquellos días del “Che” Guevara en Bahía Blanca

Publicado el 19/01/2025.

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Por Abel Escudero Zadrayec

Director de 8000


Imaginate que estás viviendo un GRAN momento y el país donde vivís deja de existir, de golpe: es un expaís. La depre…

Y ahora imaginate que estás en la mejor ciudad del mundo (después de Bahía Blanca) pero andás depre, mal, caminando bajo la llovizna helada, cabizbajo, y ves el nombre de tu expaís literalmente por el piso:

(Esto es lo que vi en el suelo.)

Me pasó en marzo de 2002, en Londres. Recogí el papel mojado. Estaba doblado. Al desdoblarlo quedó así:

Era la tapa del número 49 de Revolution, la revista del Movimiento Juvenil Socialista británico. Y el título avisaba: “La revolución empieza en la Argentina”…

Imaginate la depre. 🙄

—¿Y por qué tanta depre, Abelito?

Así me pegó el quilombo nacional a fines de 2001, qué querés que te diga. Acababa de cumplir 27 años, llevaba una década escribiendo en La Nueva Provincia, vivía en Buenos Aires, cursaba la primera maestría en Periodismo de la Argentina, me quería contratar Clarín… sentía que se me venía la gloria y entonces, PUM: todo se fue derechito al carajo.

El 19 de diciembre de 2001 fumé gases en una Plaza de Mayo salvaje, sangrienta, dolorosa. La democracia parecía rajarse en helicóptero: nos habitó el caos, que se vayan todos, que no quede ni uno solo. Palabras clave: corralito, hambre, trueque, cartoneo, anarquía. La depre.

Si sos periodista y tenés un mínimo de empatía, las historias horribles que ves y contás se te cuelan en el alma. Y a veces no sabés cómo sacártelas de encima. Esta es una profesión hermosa y valiosa, interesante y apasionante, pero estás permanentemente expuesto a las malas noticias.

Lo de 2001 olía peor, pero. Era un peligroso infierno de incertidumbre.

Y te juro que no soy de tendencia hiperbólica, y no soy el único que lo vivió así. Me bañaba y se me caía el pelo (del que ya carezco)… Durante 1 mes tragué esas pastillitas que requieren receta rosa… Se me había colapsado la existencia: no veía salida decente.

Necesitaba la falda de mi abuela La Tipa, los afectos, el viento, los loros barranqueros, el básquetbol. Necesitaba Bahía.

En un pequeño rapto de lucidez, me puse ese objetivo: dedicar mis últimas gotas de energía a terminar la tesis, y volver.

  • 🎓 La entregué a fines de 2002, la defendí al toque y fui el primer graduado: como apurado.

  • ✍️ El trabajo central narraba la historia de los 3 periodistas argentinos que el 2 de abril de 1982 participaron de la recuperación de Malvinas; 2 de ellos eran nuestros: Salvador Fernández y Osvaldo Zurlo. #OrgulloBahiense

  • 👉 Acá tenés el suplemento que publicó LNP en el 25° aniversario de la gesta: El desembarco de una primicia.

A principios de 2003 ya estaba de vuelta. Nuestro viento me despejó bastante y rápido, y me puse a cranear cómo volcar acá lo que había aprendido allá.

Alquilé un caserón antiguo y divino en Lavalle y Corrientes, y ahí nos reuníamos con amigos y colegas a tomar alguna cosa y arreglar el mundo y contagiarnos ganas de contar Bahía más y mejor. Es decir: lo que ahora intentamos en 8000, sin pedirle permiso a nadie, sin mezquindades, sin censura.

En esos encuentros (cuyo espíritu heredó el #Beerstorming) parimos la Unidad de Proyectos Especiales de LNP.

—Tengo el mejor recuerdo de la UPE —me dice Ricardo Sbrana, que estuvo desde el principio—. Proponía trabajos que acá no se hacían, por encima del estándar, con mucho profesionalismo, metodología, organización, compromiso… un periodismo de alto nivel, que vale como tal.

—Nos gustaba escribir saliendo de la rutina, y teníamos ciertas inquietudes literarias —recuerda Maximiliano Allica, otro que la vivió—. La UPE fue efímera: no pudo desplegar su potencial. Pero fueron momentos divertidos. Conté mil veces las anécdotas.

La primera historia que encaramos fue la de un tipo que se declaraba poseído.

Maxi y Ricky lidiaron con el grueso de la reportería; yo los fui acompañando y editando, y escribí el inicio del texto como una iluminación tenebrosa:

—Es hermoso.

—¿Quién?

—El diablo. Es hermoso.

Fue hermoso todo el proceso. Le metimos a fondo, incluso cometiendo ciertas barbaridades e imprudencias: por ejemplo, Ricky se hizo pasar por médico en el Hospital Penna; Maxi y yo participamos en una ceremonia umbanda con el riesgo de ser carne de eggun

Pero, incluso contra las nefastas corrientes internas del diario, lo hicimos: con dignidad, cariño y rigurosidad, sin sensacionalismo, clichés ni servilismo.

Quedó un historión. Pero nos tiraron un pero: “Algo así lo tiene que aprobar La Señora”.

“Algo así” quería decir inusual, irreverente, fuera de los cánones de LNP.

Y “La Señora” era Diana Julio, la áspera y legendaria directora.

Años después me enteré de que le había encantado el laburo, pero en ese momento nos dijeron que ella había consultado a un sacerdote amigo, y que lo del poseído era un hecho maldito y había que exorcizar el diario, que borráramos inmediatamente todo: que no quedara ni un rastro en los discos rígidos. Así como leés.

Y lo que decía La Señora era palabra santísima, inapelable.

  • 😨 Maxi relató este episodio hace poquito, en una de sus reflexiones innecesarias. No hablaba con él desde 2016, cuando me fui de LNP a Clarín, pero el jueves 2 de enero le mandé un mensajito para ver cómo recordaba aquellas correrías, y…

  • ✝️ Y hay más: el mismo día que salió el texto de Maxi, me whatsappeó Ricky, y…

Hay que reventar. 😱

En fin.

La cosa es que nuestras andanzas con la UPE empezaron que daba miedo.

Imaginate la depre.

Por suerte, yo tenía un plan B.

El plan B era el “Che” Guevara: el personaje más odiado en el diariodespués del diablo y de Perón.

Plan A: un poseído.

Plan B: el “Che”.

En La Nueva Provincia.

Te garantizo que en aquel momento para mí esa decisión tenía todo el sentido: debíamos pegar fuerte, marcar la cancha de entrada. Y me parecía una osadía necesaria y relevante: si la historia es buena y sólida e interesante, cómo no se va a publicar. Por qué no.

Hoy me parece lo mismo, pero también me parece que yo era un cachito más boludo. Y que priorizar esas 2 historias constituyó el peor error estratégico de mi carrera.

(Ilustración: Julieta Lucero-8000)

—¿Y qué era eso del “Che”, Abelito?

Ah, otro historión. Y todo saltó por leer.

En el libro Mi primer gran viaje (Seix Barral, Buenos Aires, 1994) Ernesto Guevara detalló su odisea iniciática por América, en moto, con su amigo Alberto Granado.

Fue en 1952. Todavía no era el “Che”: era un enfermero asmático de 23 años, de familia más o menos acomodada, de espíritu aventurero pero aún sin planes de revolución o de matar putos.

Bueno: en sus páginas detecté algo raro.

La travesía los trajo a Bahía Blanca… del 16 al 21 de enero. 5 días…

Hasta entonces, sólo se habían quedado más tiempo en Miramar, porque ahí veraneaba la novia de Guevara: iban por un par de noches y se estiraron a 8. En el libro, ese capítulo se llama “Paréntesis amoroso”.

Y luego escribió:

“Seguimos viaje a Bahía Blanca; nos sentimos un poquito más solos y bastante más libres. Todavía allí nos esperaban amigos, esta vez míos”.

Granado también hizo su libro: se titula Con el “Che” por Sudamérica (El Mañana, La Habana-Quito, 1986). Lo busqué, lo encontré y decía:

“Llegamos a Bahía Blanca a la casa de unos amigos de Ernesto”.

Ahí ya había algo: aparentemente, el “Che” Guevara tenía amigos bahienses.

Pero intuí que había algo más. 5 días…

Así arrancó una investigación de varios meses, que me llevó a descubrir un montón de datos espectaculares con la ayuda de Maxi y Ricky. Por ejemplo:

  • ⚰️ Hace exactamente 73 años, el “Che” Guevara durmió donde hoy es la funeraria Ferrandi, ahí en Estomba 243.

  • 🙊 En el mundo se dirimía el canal de Suez, en el país se penaba el cáncer avanzado de Evita y en Bahía Blanca PARA VARIAR faltaba agua, se presentaba (justo) el Circo Cubano, en los cines pasaban King Kong y (justo) La Nueva Provincia padecía la censura de Perón…

  • 🛵 Acá se les rompió la moto. Y se las arregló Guillermo “Coco” Travi, a quien encontramos en su taller de Paraná 342 y nos compartió su memoria.

  • 🚩 También ubicamos en Cuba a Alberto Granado: “Para mí fue un momento muy grato la estadía en Bahía Blanca —evocó—. La bondad de los bahiablanquenses [sic] es difícil de olvidar”.

De cualquier modo, EL GRAN HALLAZGO fue desentrañar el verdadero motivo por el que se quedaron 5 días entre nosotros. Fue por esto:

No había amigos: el “Che” Guevara tenía familia en Bahía Blanca.

Y aún está.

  • 🏉 En el ámbito del rugby local se rumoreaba que los Rey Saravia de Sportiva eran parientes del “Che”, pero sonaba a mito urbano.

¿Y entonces cómo se comprobó todo? Pues reconstruyendo el árbol genealógico completo de Ernesto Guevara de la Serna:

  • ☘️ Las ramas que nos interesan parten de Patrick Lynch Blake, un irlandés nacido en 1715.

  • 🌳 6 generaciones después aparece el matrimonio entre Ana Lynch Ortiz y Roberto Guevara Castro, que tuvieron 12 hijos: el octavo fue Ernesto Guevara Lynch, el padre del “Che”, y la décima fue Susana Guevara Lynch.

  • 📌 En 1934 Susana se radicó en Bahía Blanca con su esposo, Mario Saravia Ruiz de los Llanos. Tuvieron 6 hijos: Mario Roberto, José Luis, Eduardo, Ana Isabel, Alejandro y Susana Angélica.

  • 👰 En 1952 Susana Angélica se casó con el marino Fernando Rey Méndez. Tuvieron 9 hijos: Susana María, María Isabel, Fernando, María Cecilia, María Dolores, Mario Alejandro, María Cristina, María de los Ángeles y Mariana.

Un día fuimos con Maxi a la casa de los Rey Saravia, tocamos timbre, nos atendió la mismísima Susana Angélica, nos presentamos, nos hizo pasar y nos escuchó decirle:

—¿Así que sos la prima hermana del “Che” Guevara?

Imaginate el shock. Sin embargo, accedió a contarnos algunas cositas. Y sobre su revolucionario pariente dijo:

—Fue un hombre muy íntegro, honesto, derecho, de principios. Un idealista siempre dispuesto al sacrificio por aquello en lo que creía. Pero no conoció a Dios. Su madre estuvo a punto de ser novicia, pero un día renegó de su cristianismo, dio un giro de 180 grados y, si bien bautizó a los hijos, les permitió hacer lo que quisieran. Por eso a Ernestito le faltó un valor supremo al que estuvieran sujetos todos los demás. Yo creo que se equivocó al sumarse a la revolución. En 1952 me dijo algo así como que un fin relevante justificaba alguna omisión en el camino. Y eso fue lo que hizo… toda su vida, convencido.

  • 🔎 Este vínculo familiar se mantuvo guardado más de medio siglo: acaso por cuestiones religiosas, ideológicas o del qué dirán (o todo eso junto, y más).

  • 🤐 Como sea, definitivamente no es casual que tanto el “Che” como Granado lo hayan ocultado en sus libros.

(Susana Angélica Saravia de Rey Méndez, a los 81 años: era tenista y legionaria de María. Fijate otra vez los nombres de sus hijos. Foto: La Nueva.)

Hubo meses de escritura y reescritura, de repasar y verificar, de pulsar el texto con un puñado de gente proba y desalmada, de edición fina. Y cuando por fin estuvo listo, se me ocurrió que lo mejor esta vez era gambetear a algún envidioso mentiroso… no quería borrar de los discos rígidos también esto del “Che”.

Yo tenía línea directa con Vicente Massot, hijo de La Señora y director ejecutivo de LNP. En mis años porteños habíamos cultivado cierta relación de respeto y confianza, a partir de largas y amenas charlas, en especial sobre fútbol: él de Racing, yo de River; ambos de cancha, de trapos llevar.

  • 🗣 También conversábamos sobre política, historia y periodismo, aunque en estos temas todo resultaba más desparejo.

  • 👨‍🏫 Él derrochaba profundidad al meterse en política e historia, pero el periodismo no le apasionaba: estaba en otra, pese a que dirigía un diario.

  • 😬 Lo dirigió en soledad desde la muerte de su madre en 2009 hasta la venta en 2016; lo dirigió a 700 kilómetros y sin tanto interés. Este fue un problema clave, existencial, de LNP.

A mediados de 2001, Vicente me entregó el manuscrito de su próximo libro. Literalmente escribía a mano, con pluma: en su barroca y enorme oficina de Suipacha 1.111, piso 4, ni siquiera había computadora.

Yo venía de estudiar Letras, con un título intermedio de corrector literario y de imprenta. Y me pidió que le echara un vistazo crítico a su texto, “sin ambages”.

Se trataba de un ensayo sobre la violencia política en la Argentina, desde principios del siglo XIX hasta la recuperación democrática en 1983. Pero noté que Malvinas no aparecía. Y yo justo venía obsesionado con esa guerra…

—Esa guerra, para mí, fue en esencia otra expresión de violencia política —le dije un día de osadía—. No incluirla en tu corpus me parece offside.

  • ☠️ El libro Matar y morir salió por Emecé en 2003 y el subtítulo aclaraba: “La violencia política en la Argentina (1806-1980)”. Es decir: al final, no llegó hasta la democracia. O sea, digamos: el tipo me dio bola… en eso y en casi todas mis sugerencias y correcciones.

Con su prestancia de dandi, Vicente me agradeció por el laburo, abrió un cajón, sacó un sobre y me lo entregó. Adentro había 1.300 dólares.

En un contexto de país reventado, era una pequeña fortuna.

Me conmovió su generosidad. No sabía cómo reaccionar… ¡ni siquiera habíamos pactado una retribución! Pero él sabía que yo quería ir a Europa para investigar una parte de mi tesis. Me dieron ganas de abrazarlo, pero no: respeté su estilo de distancia elegante.

Le di las gracias mil veces. Se me tropezaban las palabras. Salí de su oficina, agarré el ascensor, bajé, caminé hasta la avenida Santa Fe y seguí un par de cuadras hasta la plaza San Martín. Y ahí me quebré; me agarró un ataque lloroso en el que se mezclaban el país reventado, Malvinas, mi abuelo, Europa, la depre…

  • ⚽️ En el país reventado, el Racing de Vicente acababa de salir campeón después de 35 años. Fue el 27 de diciembre de 2001: el mismo día, Olimpo subió a Primera.

  • ✈️ Con esa guita pude meter aquel viaje de 2002: Londres, la revolución empieza en la Argentina, etcétera.

Volviendo a 2003 y lo del “Che”: tenía tanta buena onda con Vicente que lo llamé para contarle, a ver si de esa forma podía eludir la máquina de impedir del diario. Y le encantó: le vio la dimensión histórica. Y me pidió el texto. Y al día siguiente me dijo:

—Es un trabajo extraordinario. Felicitaciones. Pero no es el momento político para publicar algo así.

“Algo así” era sin decir que el “Che” había sido un comunista asesino hijo de mil putas: la categoría que le cabía en LNP. Y la inconveniencia política se vinculaba a la gestión “zurdita” del presidente Néstor Kirchner, quien había hecho sus negocios gracias a la dictadura pero al asumir se puso a reivindicar a la juventud maravillosa imberbe soñadora, y el 24 de marzo de 2004 ordenó bajar los cuadros de los genocidas Jorge Videla y Reynaldo Bignone en el Colegio Militar.

(Foto: Presidencia)

Así que nada, de nada: ni el poseído ni el “Che”Abelito clavó 0 de 2 en tiros de campo.

Las estrategias me habían salido exactamente al revés. Todo mal: era un Napoleón de cotillón Amorosi fajado por los aires petroquímicos.

En el diario donde entré a escribir a los 16 años no había espacio para ciertas producciones, sin importar qué tan buenas y sólidas e interesantes eran. Por ideología, por esoterismo, por amistades, por plata, por mediocridad, porque no gustaba mi jeta, y así: ningún motivo de censura guardaba la menor relación con el periodismo.

Volvió la depre. Menos mal que tenía una novia que me bancaba y me entendía de lo lindo… (Gracias siempre, M.)

Igual, estuve unos meses laburando tristemente a reglamento… (?) Hasta que pasó algo de película.

A mediados de 2004 se estrenó Diarios de motocicleta, que recrea el viaje de 1952 con el actor mexicano Gael García Bernal haciendo del “Che” y el argentino Rodrigo de la Serna (que es pariente lejano de Guevara) en el papel de Granado.

Fue un suceso descomunal.

Y entonces un día sonó mi teléfono:

Abel, ¿tenés esa notita del “Che” por ahí? La película es todo un éxito, ¿viste?

¡Ah, noooooooo…! No sabés la rabia que me dio.

La contuve, pero. Es indecible lo que me costó, pero la contuve.

Y así, el domingo 26 de septiembre de 2004, con casi 1 año de demora, finalmente se publicó la investigación: fueron 2 páginas y media de aquella sábana, diseñadas por el querido José Luis Ponte.

(Ahí todavía tenía pelo.)

La “notita” hizo bastante ruido: tocaba ciertas fibras de la bahiensidad.

Al día siguiente, camino al diario, me crucé en la plaza Rivadavia con una amiga:

—¡Increíble lo del “Che”! Pensé que nunca iba a salir algo así en La Nueva Provincia… Qué bueno que por una película…

—¿Eh? ¡Nada que ver! Pasé meses investigando, y ni siquiera sabía que estaban filmando justo eso…

Lo mismo me pasó como 20 veces: todo el mundo me hablaba de la película. Y no iba a andar explicando que nada que ver y blablá.

Imaginate la depre.


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