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Por Gabriela Biondo y José Valle
Especialistas en tango
Bahía Blanca es una ciudad muy tanguera.
¿Por qué esta afirmación cobra cada día mayor fuerza? Por pasado y por presente: se debe a la historia, pero sería insostenible si no hubiera un correlato en la actividad cultural actual.
Acá tenemos artistas, espacios, productores y sitios de formación que nos posicionan como una verdadera capital del tango, sólo por detrás de la mismísima Buenos Aires. Sin duda.
Y no es nada caprichoso.
El inicio del tango bahiense muy probablemente se dio en simultáneo con el desarrollo en la tierra porteña.
La comunicación con la capital por mar (los inicios de nuestro puerto datan de 1827) y por tierra (el ferrocarril llega en 1884) permite pensar en un flujo comercial, social y cultural de importancia; especialmente, si consideramos que la conformación definitiva de este género musical tomó décadas.
En el libro Historias whitenses, Ampelio Liberali asegura que La Boca y nuestro puerto son las zonas más cosmopolitas del país. Con sólo mirar calles y edificaciones, hay semejanzas estéticas y culturales entre “Guaite” y aquel barrio porteño, rasgos que nos transportan a épocas de la gran inmigración; lugares donde parece que el tiempo no ha pasado, que conservan fachadas centenarias, las viejas cantinas, los empedrados y la evocación permanente a los días en que las novedades, los afectos, la prosperidad, la vida… todo llegaba en barco.
Bahía, declarada ciudad el 22 de octubre de 1895, se constituyó en un ámbito propicio para la música, el baile y la canción: absorbió la corriente tanguera que llegaba desde el Río de la Plata y fue aportando sus propios creadores y cultores, investigadores, difusores y artistas.
Si pensamos en los próceres que le hemos dado al tango, surgen nombres como estos:
Augusto Pedro Berto (nacido acá hace 136 años, en febrero de 1889; murió en 1953), autor de La payanca, guitarrero, mandolinista, violinista, profesor y eximio bandoneonista, el primero en publicar un método para el instrumento: su amigo Juan de Dios Filiberto le dedicó el célebre Quejas de bandoneón;
Juan Carlos Marambio Catán (1895-1973), cantor, compositor y actor; un trotamundos que en 1930 hizo la letra del tango El choclo, modificada por Enrique Santos Discépolo 17 años después, y autor también de Acquaforte junto a Horacio Pettorossi;
Francisco Amor (1906-1972), gran cantor con aire campero, actor y compositor, con destacada participación en la orquesta de Francisco Canaro;
Armando Lacava (1915-1989) pianista, director de orquesta que acompañó a cantantes muy populares como Ángel Vargas, Tania, Raúl Iriarte o Mario Bustos; además, Lacava compuso obras como Un tango y nada más;
los hermanos Persia, mellizos nacidos en 1911: Pablo (fallecido en 1989) y Pedro (1988), a quien se considera el primer cantor de tango bahiense;
Mario Iaquinandi (1937-1990), músico, actor, ilustrador y exquisito poeta de cuya obra se destaca el tango Contame una historia, musicalizado por Eladia Blázquez;
Roberto Achával (1930-1996), el último cantante de la orquesta de Aníbal Troilo, artista exclusivo de Grandes valores del tango durante varios años, intérprete de la cortina de la icónica telenovela Malevo, de Abel Santa Cruz;
Eduardo Giorlandini (1934-2016), abogado, docente, letrista, escritor, miembro de número en la Academia Porteña del Lunfardo y gran estudioso del tango, autor de Villa Mitre y de Aguja brava, musicalizado y grabado por Edmundo Rivero.
👑 Carlos I
El número 1 de la galaxia tanguera bahiense es Carlos Di Sarli. Nació el 7 de enero de 1903, hijo de Miguel y de Serafina Russomano, que le pusieron Cayetano.
La familia vivía en el 511 de la calle Buenos Aires (hoy Yrigoyen) y tenía una armería en San Martín 44. Según las versiones oficiales, a un empleado se le escapó un disparo mientras limpiaba un arma de las que carga el diablo… y le provocó la pérdida de un ojo al niño Cayetano: desde entonces, su rostro se hizo inseparable de los anteojos oscuros.
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Formado en el conservatorio que dirigía Alberto Williams (O’Higgins 270), en su obra sobresalen Milonguero viejo, Nido gaucho, Porteño y bailarín, Verdemar, La capilla blanca, De qué podemos hablar y Otra vez carnaval: auténticas joyas. Y por supuesto, Bahía Blanca.
🗞 Una crónica especial de 8000 refleja que este tangazo también nos puso en las páginas históricas del New York Times.
Di Sarli, que incluso dirigió una orquesta de señoritas en el bar Central de Punta Alta, fue y es adorado tanto por milongueros como por amantes del tango de tesitura romántica y a la vez cadenciosa, melodiosa y armonizada para ser prolijamente caminada.
Su estilo es inolvidable y único; sencillo pero de un gusto exquisito. Sólo él lo sabía imponer desde el piano.
🎹 Fue su propio arreglador. No necesitaba partituras y sus músicos recibían apenas una especie de guía para seguir la idea de orquestación. “Al estilo lo hago yo”, decía. Es uno de los tantos misterios que dejó, y el motivo por el cual su sonido es tan difícil de replicar.
Se fue a los 57 años, un 12 de enero de 1960.
Talento, personalidad, ritmo, armonía, bonhomía y caballerosidad son la esencia de su popular apodo: “El Señor del Tango”.
📽 Así se titula el documental realizado por Alberto Freinquel: con guión de Eduardo Giorlandini y producción de José Valle y Néstor Bacega, recrea vida y obra de Di Sarli, el músico más grande que ha dado nuestra ciudad.
Entre quienes se formaron musicalmente en Bahía y trascendieron sus fronteras, podemos mencionar a Luis “Palito” Bonnat: nacido en Darregueira, tuvo acá el inicio y el final de carrera; con importante actividad en radio, llegó a la orquesta del maestro Osvaldo Pugliese (1937-1940).
También aparecen la cancionista Gloria Díaz, porteña que vino en su adolescencia, y algunos cultores del tango y el bolero, tan populares en las décadas del 60 y 70, como Los Cava Bengal, un trío integrado por 2 bahienses: Nito Bengal (Osvaldo Humberto Breglia) y Baby Bengal (Alcides René Giménez).
👑 Juan Carlos I
Por su enorme legado, el más destacado de los hijos adoptivos es Juan Carlos Cobián, que nació en Pigüé el 31 de mayo de 1896 y fue vecino bahiense de los 3 a los 17 años.
El gentleman del tango vivió en Moreno 310, morada que inspiró el tango La casita de mis viejos. Al igual que Di Sarli, estudió en el conservatorio Williams.
Su herencia musical es inconmensurable, en número y calidad: Los dopados (retitulado Los mareados), El cantor de Buenos Aires, Shusheta, Niebla del Riachuelo, Hambre, Rubí, Almita herida, Nostalgias, A pan y agua, Mi refugio o El motivo son algunos ejemplos.
🎩 Cobián también fue reconocido por su refinada elegancia en el vestir, un verdadero dandy: las mujeres eran su debilidad, junto con el alcohol (aunque jamás perdía su compostura de caballero).
🍷 Durante su paso por Estados Unidos, en plena ley seca, tomaba whisky en taza de té, frecuentaba despachos clandestinos y llegó a fabricarse vino con unas pastillas… en la bañera.
En su libro El desconocido Juan Carlos Cobián, su amigo y compañero de composición Enrique Cadícamo cuenta que Cobián decidió visitar el hogar paterno en 1935. Volvía a Bahía después de casi 25 años.
Su padre pisaba los 80, y fue él (no la madre, como dice La casita de mis viejos) quien lo abrazó largo tiempo, contento de verlo otra vez. La mamá había fallecido cuando el músico tenía 17.
El 10 de diciembre de 1953, también a los 57 años como Di Sarli, murió en el Hospital Fernández de Buenos Aires.
Había sido un aventurero sin par, a quien no ataron ni amores ni compromisos. Y para el tango fue una pieza fundamental de la revolución decareana, bisagra entre la vieja y la nueva guardia: Cobián trajo nuevas concepciones tanto en la composición como en la ejecución, y en la elegancia que debía lucir la orquesta; ícono del tango romanza, caracterizado por su riqueza musical, elevada dimensión estética y temperamento sentimental, no pensado para el baile sino para el disfrute auditivo, preferentemente instrumental, pianístico y sin letra.
🎞 La vida de Cobián fue resumida en un documental realizado por los firmantes. No hay imágenes en video del genial compositor, pero su música, anécdotas, fotografías y lugares nos dejan una impresión de lo inmenso que fue.
Volvamos a la hipótesis del inicio: ¿podemos hablar de tango en Bahía Blanca en sus épocas de gestación? ¿Fue nuestra ciudad testigo de la “guardia vieja”, ese tango improvisado, mayormente instrumental y de tinte jovial? ¿Se bailaba tango aquí en las primeras décadas del siglo XX?
Ciertamente, hay indicios: cuando el tango era mala palabra, ya rondaba por los bailes bahienses esa musiquita cautivante que fue ganando espacios hasta convertirse, décadas después, en el ritmo de moda, omnipresente y fundamental de la cultura argentina.
Bien sabido es que la danza del tango fue muy mal vista en sus orígenes, por lo provocadora, desvergonzada, casi erótica… Torsos que se confundían y piernas que se cruzaban eran una alarma para cualquier padre o madre “de familia decente”.
✍️ Gracias a Eduardo Giorlandini, supimos que en épocas del centenario nacional existía en nuestra ciudad el carné de baile: una libretita donde las damas consignaban cuando las invitaban a la pista, con nombre y apellido del valiente… ¡Si no estaba el tango en Bahía, el tango dónde estaba!
🤐 Muy probablemente, las obras tangueras se disimulaban bajo otra nomenclatura, para evitar posibles censuras de la alta sociedad.
🤨 La prohibición del tango no fue oficial (sí lo fue el lunfardo, por muchos años, desde 1943) pero a principios de siglo XX reinaba un juicio social por la asociación con el mundo de la avería, delictivo y prostibulario. Y se repudiaba la condición social de los protagonistas (lo que en ocasiones terminaba en grescas).
Atenuada la procacidad de su coreografía originaria, “higienizada” su danza, el 2×4 se fue imponiendo.
Un indicio de la intensa actividad local lo aportan las academias formativas de los primeros tiempos: el Conservatorio La Capital (desde 1889), el ya mencionado conservatorio de Alberto Williams (O’Higgins 270), Academia de Violín dirigida por Virgilio Panisse (Chiclana 439), Academia Mozart (Roca 23), Conservatorio Chopin (Saavedra 235), Academia Dalmau (19 de Mayo 151), Conservatorio Santa Cecilia (Brown 167, sucursal creada en 1907 por Juan Tomassini), Conservatorio Verdi (1912).
🎻 También abundaban los comercios con venta de instrumentos: llegaban discos y partituras a la antigua Casa Maffi y luego a Panelli, Scagnetti, Tomassini y otros.
🥃 Y bares, confiterías y cinematógrafos con artistas en vivo: Los Dos Chinos (O’Higgins 30; luego Odeón), La Bolsa (San Martín y Alsina), Apolo (San Martín 153), La Marina (Chiclana 225), Londres y Salón Ateneo (O’Higgins 27 y Chiclana 102), Jockey Club (O’Higgins y Brown).
Las crónicas dicen que en La Siempre Verde, sociedad recreativa whitense fundada en 1907, se bailó el primer tango en 1915.
La movida portuaria incluía al cine Aída (Siches y Brown), el bar Internacional (de 1911, Juan Siches 140), Unión (Cárrega y Guillermo Torres), Royal, Americano, los bailes de la Sociedad Italiana, el bar Curacó, el cine Jockey Club y el Monumental (que funcionaba en La Siempre Verde).
⚓️ Había tantos sitios donde recibir a estibadores, pescadores y tripulantes que se decía: “¡En White hay más bares que casas de familia!”.
Desde los años 40, el puerto se lucía en sus cantinas, actividad registrada magistralmente por el recientemente desaparecido Tino Diez: por ejemplo, Rey del Chupín, Miguelito, Tulio (con sus diferentes nombres) y las últimas sobrevivientes, hasta no hace mucho, Royal y Micho.
Y merece sus líneas el Círculo Gardeliano de White, creado en marzo de 1974. La idea surgió de la pasión compartida por Víctor Palacios, Francisco “Pichín” Angelozzi, Héctor Porfirio y Mario (Ismael) Allende. Las primeras reuniones se celebraron en el bar Onorio (Belgrano y Siches).
En Bahía estaba el Círculo Amigos del Tango, un grupo de tangueros de ley que solía cenar cada semana en el Gran Grill, al lado de Galerías Plaza.
🍴 Algunos nombres: Víctor Palacios, “Coco” Braschi, Héctor “Gordo” Ferri, Aníbal Vitali, Norberto Degoas, Nicolás Tauro, Mercedes Simone y Roberto Rufino.👇
El tango se difundió en sus comienzos por sus propios protagonistas, por los consumidores y por los medios.
El arte musical, tanto en su fase formativa como de consumo, era tan importante en la ciudad que Luis Bilotti y Virgilio Panisse participaron junto con otros en la creación de la Asociación Cultural de Bahía Blanca en 1919.
La década del 30 fue sinónimo de los años de oro del tango en Bahía Blanca. Este fenómeno, reflejo del boom de la música ciudadana a nivel nacional, propició el surgimiento de importantes orquestas típicas locales: Antonio Totti, Carlos Amado, Antonio Panelli, Oreste Galandrini, Julio Martínez Serra y el maestro Pedro Scagnetti, Nicolás Tauro, Olivo Parcaroli y Héctor Silva.
💅 Fuera de las actuaciones en vivo, estaban las llamadas vitroleras: chicas que pasaban por las vitrolas discos de pasta para regocijo de marineros y parroquianos en general.
👑 Él entre nosotros
La actividad local era tanta que por acá pasó 5 veces el ícono máximo: Carlos Gardel.
👉 La primera fue en julio de 1913, en su segunda gran gira por el interior junto al cuarteto que completaban José Razzano, Francisco Martino y Saúl Salinas.
—Actúan a la gorra —le cuenta a 8000 el investigador Carlos Benítez—, en el Politeama Cassano, una gran carpa dispuesta frente a la Plaza Rivadavia. Gardel era aún un artista desconocido.
👉 La segunda fue del 6 al 15 de septiembre de 1918: se presentó en el Teatro Municipal junto a Razzano, el “Negro” José Ricardo y la orquesta de Roberto Firpo.
👉 La tercera fue del 27 al 29 de mayo de 1924: otra vez con Razzano, hicieron 3 funciones en el Palace Theatre (Brown 182, donde ahora hay un local gastronómico con bowling).
👉 La cuarta fue su primera como solista, entre el 24 y el 27 de febrero de 1930: hace justo 95 años. Se hospedó en el Hotel Muñiz y actuó con rotundo éxito en el Palacio del Cine (Chicana 174).
Esta, inaugurada en 1928, fue una de las salas más amplias y lujosas del interior. Cerró en 1981, reabrió al año siguiente como cine Candilejas y así alargó su actividad una década más. Hoy es otra de las joyas que teníamos y querríamos conservar: sólo queda parte de su fachada art-decó, completamente desmejorada.
👉 La quinta y última visita de Gardel fue entre el 19 y el 21 de mayo de 1933: consolidado ya como ídolo absoluto, también durmió en el Muñiz y cantó en el Palacio del Cine… y preguntó en Casa Maffi cómo venían las ventas de sus grabaciones.
En este viaje, tras arribar en tren a la Estación Sud, se produjo su parada en el bar Miravalles (avenida Cerri 777), donde hoy se ubica un monumento originalmente inaugurado en 2011 frente al Muñiz: luego de reiterados hechos de vandalismo, fue trasladado al lugar donde Gardel invitó una ronda para todos los parroquianos en 1933.
Considerando las visitas de Gardel, la actividad formativa y cultural, las biografías de los pioneros del tango y de los bahienses más reconocidos que llegaron a Buenos Aires, podemos afirmar que el tango tuvo en nuestra ciudad un desarrollo precoz, recibiendo tempranamente la influencia de la capital y replicándola hacia el sur.
Cuando la nueva ola, los ritmos importados y hasta el folklore del interior coparon los medios, espectáculos y bailes populares, acá el tango siguió teniendo su espacio en cafés, en tanguerías y en cabarets como los de la calle Soler: El Tronío, Tabaris (que posteriormente sería la tanguería Colonial) y Moulin Rouge, más Las Brujas (Rondeau y Sixto Laspiur), Odeón (en la primera cuadra de Donado) y Flamingo (Brown casi Fitz Roy), entre los más recordados.
💃 Más allá de lo que el nombre sugiere, en esos locales nocturnos se ofrecían espectáculos artísticos bahienses y nacionales, que llegaban con frecuencia.
🕺 “Originalmente, el cine y después la radio, cafés, restaurantes, bailes, kermeses, picnics, cabarets… el músico tenía una fuente de trabajo muy grande por aquellos años”, recordaba el violinista Alberto Guala, que dirigió la Orquesta Sinfónica y murió en 2015.
Hacia fines de los 90, el local Frida y la confitería Crap’s le hicieron el aguante al tango, acompañados por las grandes salas que nunca lo abandonaron: el teatro Colón (que funcionó entre 1909 y 1922 y hoy es el Don Bosco), el Municipal, el auditorio Luis Caronti de la Biblioteca Rivadavia y el de la Universidad Nacional del Sur (Colón 80).
El 11 de abril de 1957 se firmó el decreto que oficializaba la creación de las 4 escuelas públicas que continuaron las iniciativas privadas: el Conservatorio Provincial de Música, la Escuela de Danzas, la Escuela de Teatro y la Escuela de Artes Visuales.
🎓 Las 2 primeras ofrecen carreras específicas del género: educador o técnico en Música Popular (orientación instrumento o canto) y técnico superior Intérprete Coreógrafo en Tango.
Hoy, el tango tiene gran presencia en escenarios, carreras profesionales, milongas y medios.
Aunque siempre es deseable un poco más, el 2×4 suena con protagonismo ininterrumpido desde hace 22 años en “La fama es puro cuento” (sábados a las 12, por FM Altos), desde 2017 en “Aprontes y partidas” (domingos a las 10, Radio UNS) y desde 2020 en “Contame una historia” (domingos a las 00:30 en LU2), todos conducidos por quienes suscriben.
El programa televisivo de mayor tiempo en el aire, exclusivamente dedicado al género, es Tango en la Bahía: comenzó en 1994 y logró su primer Martín Fierro al año siguiente, con la conducción de Gustavo Gabí. Y en 2024 obtuvo el cuarto premio, ahora con la conducción de la locutora Marta Rodríguez.
Registramos interesantes producciones discográficas hechas en Bahía durante las últimas décadas. Algunas son:
Del mismo palo. Tango en vivo (1997), grabado en el Teatro Municipal por Nora Roca y el Grupo Volpe;
Compartiendo tangos de la Orquesta Sinfónica, con dirección del maestro Leonardo Rubín y la voz de Nora Roca (1999);
A unos ojos de Osvaldo Rojas, con el conjunto de guitarras El Cuerdazo;
las producciones de Mario Grossi: El corazón al Sur con el Cuarteto Sur Tango y las voces de Pablo Gibelli y Susana Matilla;
la Orquesta de Tango, con la participación de Aníbal Vitali, Juan Carlos Schimizzi, Pablo Gibelli, Rubén Cordi y Sandra Savoia;
Lucio Passarelli grabó con formato de cuarteto -en ocasiones ampliado a octeto- y las voces de Matilla y Walter Grimaldi, Una tarde de otoño, Después del silencio, Entrañable, Cuando guste y Avenida Colón hora 5;
el grupo La Puñalada editó 2 producciones de tangos reos, cargados de lunfardo, entre ellos Aguja brava de Giorlandini y Edmundo Rivero;
Alberto Mansi hizo 2 álbumes independientes e incluyó A Roberto Achával, de Darío Lemos y Hugo Marozzi;
Julián Mansilla y Lucho Sellan presentaron en 2018 Tangos de otro puerto, con obras instrumentales de maestros bahienses, interpretadas en bandoneón y guitarra.
Y todos los discos de Gaby fueron grabados acá, en el estudio de Eduardo Del Gobbo, con arreglos y dirección de Norberto Vogel y producción de José Valle: Tangos a mi manera, Look tango, La fama es puro cuento (con el cantor Francisco Llanos y el monologuista y actor Calígula), Sangre de tango, Oro & plata, La copa rota, Solamente ella y Divertango, además del single Nunca más.
💁 El proyecto Divertango lleva esta música al ámbito educativo de forma gratuita desde 2012. Lo conduce Gaby, con la colaboración de José Valle, en jardines y escuelas primarias y secundarias, como un taller para aprender y divertirse.
🎤 Se apoya en su libro Tanguito. Historia, personajes y anécdotas del 2×4 (2015) y el álbum Divertango. Las instituciones que deseen contar con el espectáculo pueden contactarse al mail edutanguito@gmail.com
Si Bahía Blanca sigue siendo sinónimo de tango es por su actualidad: cancionistas con proyección nacional e internacional como Nora Roca o Gaby, los pianistas, arregladores, compositores y directores Lucio Passarelli, Víctor Volpe y Juan Carlos Polizzi, la Orquesta En Conserva dirigida por Gastón Ares, Bahía Blanca Tango de Jorge Vignales, Alberto D’Alessandro (director de Les Escoberes), Juan Carlos Recchi, Juan Carlos Brigante, Quique Lorenzi y Eduardo Canale (guitarristas), los bandoneonistas Alberto Haedo, Osvaldo Lucero, los jóvenes Julián Mansilla y Francisco “Patito” Vitali, y los cantores Osvaldo Rojas, Alberto Mansi, Pablo Gibelli, Alberto Acuña y Juan Carlos Schimizzi, entre muchos otros.
Se encuentran en actividad, con más de 30 años de trayectoria, las cantantes Susana Matilla, Silvana Lorena y Rosana Fernández; muchas vocalistas más que se han volcado al género y contamos con un enorme semillero de intérpretes jóvenes que inician su camino, incentivados por profesores particulares (tanto Nora Roca, Pablo Gibelli y Víctor Volpe como Gaby y Mónica Odoux ofrecen su experiencia y conocimiento a quienes quieran aprender el yeite del género) o instituciones públicas como el Conservatorio.
En la actualidad, visten de elegancia las pistas Ana Benozzi, Susana Giandoménico, Gustavo Rodríguez y Laura Borelli, Enrique Bodini, Noralí Polanco, Natalia Gastaminza, Victoria Cuadrado, Ramiro Belmonte, Lucas Robañera y Becky Navarro, Enzo Somoza, María Rial, Cintia Farías, Jesús Infante, Eduardo Poloni y Lili Mar, Ricardo Galessi y Valeria Martínez, entre otras decenas de bailarines que se perfeccionan en el ámbito privado, concurriendo a milongas o en la Escuela de Danzas.
También se mantiene el primer ballet de tango, creado por Sergio Katz y Adriana Visnivetski, y tenemos el Taller de Tango de la Escuela de Agricultura y Ganadería dirigido por Sonia Agüero.
Y centenares de milongueros nutren los encuentros semanales para “sacarle viruta al piso”. Según le detalla a 8000 Norma Cerrudo, actual presidenta de la Asociación Bahiense de Tango, estas son las opciones:
“Re lunes milonga” de Cintia Farías y Kika, en Espacio Kanika (Belgrano 249, altos);
martes por medio la ABT organiza milongas en la Unión Vasca (Lamadrid 387);
también los martes, cada 15 días (y jueves por medio) Tere Ojeda realiza “Milonga de la plaza” en la Plaza del Tango;
miércoles por medio encontramos “De yapa, milonga” en La China Bar (Estomba 967), a cargo de los bailarines Laura Borelli y Gustavo Rodríguez;
jueves por medio, “Milonga las tabas” en La Macanuda (Moreno 223), organizada por Mariel Cunningham y Juan Fernández Rossi;
los viernes se repite “Milonga de la plaza” de Tere Ojeda, pero en el centro cultural La Esquina de Otto (Lavalle 426);
esta propuesta regresa los domingos a la Plaza del Tango (excepto una vez al mes, que se muda unos metros hasta el Paseo Soler).
Dentro del Ciclo Cultural Bahía Blanca No Olvida, que este año abrió su 16° temporada con un homenaje a Di Sarli (además de ciclos como los shows musicales “Remembranzas”, las charlas “La vida es un tango” y “Tango e historia en el cine”) se encuadran 4 megaeventos tangueros que ya son clásicos:
las Jornadas Gardelianas (cada junio desde 2010);
Pichuco x Siempre (en julio, desde 2013);
el Festival Carlos Di Sarli (en octubre, desde 2011);
los festejos por el Día Nacional de Tango (cada inicio de diciembre).
La Ruta del Tango, lanzada en 2022 por la dirección municipal de Turismo bajo la conducción de Karina Sánchez, se armó en conjunto con los autores de la presente nota y otros colaboradores. Y agota localidades apenas se abre cada nuevo recorrido.
🎭 Cubre sitios destacados como el Teatro Municipal, el Palacio del Cine, los hoteles Muñiz y Austral, el Miravalles, la ex fonoplatea de LU2 (hoy Colegio de Abogados), la plaza de los Hermanos Persia, el Museo y Parque Estereoscópico junto con el Café Histórico, la plazoleta Roberto Achával, la Plaza del Tango, el lugar donde funcionaba la armería de los Di Sarli y el monumento que evoca al maestro en la plazoleta Moisés Lebensohn (Yrigoyen y 12 de Octubre).
🏡 Además, figuran la casa familiar de Mario Iaquinandi, el sitio de La casita de mis viejos de Cobián, el edificio de LU3 (que tuvo su propia orquesta de tango) y las 5 esquinas de Villa Mitre, barrio inmortalizado por Eduardo Giorlandini y el violinista Mario Grossi en el tango homónimo.
📱 La Ruta del Tango es una actividad gratuita, con cupos limitados: te inscribís vía Whatsapp en el 2914390122. Las fechas se pueden consultar en la página oficial del Municipio.
La vuelta tanguera no sería completa sin el Museo de Radios Antiguas “Carlos Gardel” (Laprida 268), propiedad del ingeniero Carlos Benítez, presidente del Círculo Gardeliano y coleccionista:
—Mi viejo se llamaba Ramón Ricardo Benítez, fue cantante de don Antonio Volpe durante muchos años y hasta grabó discos de tango en Estados Unidos —le dice Carlos a 8000—. Teníamos un combinado donde siempre me hacía escuchar los discos de Gardel: decía que tenía una voz diferente a todos, que llegaba a notas muy altas, inimitables. Cuando venía alguien, me pedía que contara por qué me llamaba Carlos… entonces, ¡yo también me hice fana de Gardel!
En estos párrafos intentamos reflejar la potente identidad tanguera de Bahía Blanca, estrechamente ligada a la historia porteña.
Seguramente, hay omisiones involuntarias y a partir de aquí se abran nuevas líneas de investigación para seguir hurgando en viejos diarios, revistas y publicaciones que nos permitan armar el mapa completo de esta genealogía de casi 120 años.
Sin embargo, esperamos que basten estas líneas para despertar el interés por un género con increíble vigencia, y que (a juzgar por sus nutridas huestes) crecerá mucho más.
Los autores
Gabriela A. Biondo es bahiense, licenciada en Ciencias de la Comunicación Social (UBA), cantante, autora y compositora; docente, locutora, académica correspondiente de la Academia Nacional del Tango, escritora, guionista, conductora y animadora.
Diplomada en Tango por la UBA y la Universidad de San Martín, con posgrado en Historia Social y Política del Tango (FLACSO).
—¿Qué es cantar tango, Gaby?
—En mi caso, “cantar” es cantar tango: se convirtió en mi idioma, cualquier cosa que interprete parece un tango porque estoy moldeada a su manera. Empecé a entonar los primeros cuando tenía 10 años, aproximadamente, y desde ahí todo fue por ese camino. No me imagino la vida sin escucharlo, un show si no lo canto, escribir una obra si no tiene presencia del 2×4…
Cantar un tango es contar una historia de vida porque, aunque se esté narrando un episodio o situación particular de algún personaje (real o ficticio), para llegarle al público hay que imaginar cómo fue el antes y cómo será el después de esa situación. Yo intento encarnar a esa persona que está contando sus penas o alegrías… ¡imagino que por eso me encanta actuar! Y la vocación fue heredada por Galo, mi hijo, lo que me llena de orgullo y emoción.
—¿Qué tango te conmueve y por qué?
—Hay muchos que me encantan, que me llegan al alma, pero La última (de Julio Camilloni y Antonio Blanco) me conmueve especialmente porque es el que siempre me dedica José. Refleja nuestra historia: el amor verdadero que llega tardíamente como la última oportunidad de ser feliz, después de muchos fracasos (un tanto exagerado, mi marido… ¡tenía 36 años cuando me conoció!). Creo que, aunque yo fuera más joven, también fue y es mi último.
José Valle es oriundo de San Agustín (Balcarce) y está en Bahía desde 2010. Historiador de tango, escritor, gestor cultural, productor musical, teatral, televisivo, cinematográfico, radial, publicitario y deportivo.
Diplomatura en Economía y Gestión del Arte y la Cultura (UNS) y posgrado en Gestión Cultural y Comunicación (FLACSO). Miembro de la Academia Nacional Tango e impulsor de la cruzada por más tango y folklore en los medios.
Conductor y columnista; manager y productor de boxeo; creador y director del Festival Nacional de Tango “Carlos Di Sarli”, de las Jornadas Gardelianas, del Festival Puerto Tango y del ciclo cultural Bahía Blanca No Olvida. Fundador de las bibliotecas “Alfredo Palacios” (Santos Lugares) y “Juana Manso” (Pablo Podestá), del Festival Nacional de Tango de Monte Hermoso y del Festival Nacional de Tango Itinerante Discepolín.
—José, ¿qué te atrapó del tango y por qué?
—Fue amor a primera vista. Desde muy pibe me atrapó su sonoridad y las historias que narra cada poesía. Con los años y lo vivido, me di cuenta de que el tango es la vida misma: existe una letra para cada circunstancia de nuestra existencia. Es una música que no permite ser oída: exige ser escuchada.
—¿Qué tango sos y por qué?
—Suerte loca, de Francisco García Jiménez y Anselmo Aieta, representa como pocos la magistral comparación de la mesa de juego con la vida y, en particular, con la mía, porque estoy en el debe de la vida, haciendo un balance final de lo experimentado, lo ganado y lo perdido en todos los aspectos. Y realmente… creo que gané la partida.
En el naipe del vivir
suelo acertar la carta de la boca,
y a mi lado oigo decir
que es porque estoy con una suerte loca.
¡Al saber le llaman suerte!
Yo aprendí viendo trampearme,
y ahora sólo han de coparme
cuando banquen con la Muerte.
En el naipe del vivir
para ganar, primero perdí.
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Apéndice con una banda de nombres propios
Olivo Parcaroli, nacido en Italia, fue de los primeros que abrazó el tango en Bahía Blanca. Un maestro de los que vendrían.
Nicolás Tauro llegó a sus 30 años, en 1932, contratado para actuar en La Central Muñiz (O’Higgins y Chiclana). Ese mismo año formó su propia orquesta y se convirtió en protagonista de la época de oro del tango local.
Mario Montani, bandoneonista, formó ocasionalmente la orquesta La Lomuto para cubrir un baile en 1931; en 1933 se sabe que Luis Bonnat (1917-1966) se incorporó a la orquesta de Eberardo Nadalini, donde también estaba Armando Lacava (1915-1989); por esos años, un adolescente Carlos Amado (1916-2012) integraba la orquesta del gran pianista Oreste Galandrini, para luego formar la propia que alternaba con un cuarteto. Junto a él trabajaron los músicos Alberto Ruggiero, Oscar Orzali, Armando Giraudo y Avelino Príccolo; los violinistas Alberto Guala, José Balda, Tomás Blanco y Danilo Cenci; los contrabajistas Alberto Tenenti, Néstor Amado (su hermano) y Ricardo Belleggia y los bandoneonistas Luis Bonnat, Mario Rossi, Aníbal Vitali, Carlos de Arriba y Eduardo Castro, entre otros.
Algunas voces de nuestro tango: Jorge Arévalo, Olga Cela, Héctor Polo, Enrique Verdini, Tito Dávila, Silvio Andrada, Rubén Cabral, Héctor Ferri, Emilio Marzano, Oscar De Rosa, Carlos Quiroga, Agustín del Río, Juan Carlos Giorgetti y Norma Ríos.
En las cantinas de “Guaite” podían oírse el acordeón de Carmelo Lupo, “Melón” Troncoso o “Pato” Genovesse, la guitarra del “Negro” Figueredo; las voces de Antonio Campos, Tulio Angelozzi, Florindo Genovali, Hilario Landriscina, Roberto del Mar (Boccanera), Eladio Luciani, Francisco “Nené” Cabeza, Antonio Campos, Hugo Arce y el “Zorro” Aguirre, entre otros.
Los años duros del tango, avanzada la segunda mitad del siglo XX, tuvieron como protagonistas al ya mencionado Aníbal Vitali, Hugo Marozzi (y su reconocida peña del 2×4, con Juan Carlos Polizzi en teclados; Miguel Ortiz en violín; Enrique Verdini, en bajo; Mario Sierra, en bandoneón y los cantantes Rosana Soler, Ana Baldi, Roberto Del Barrio, Héctor Ortiz y Juan San Román, entre otros), Víctor Alarcón (frecuentemente en formación de trío con Walter Chávez y Desmar Rosa), Raúl Girou, Néstor Lorenzetti y el “Gallego” Rubén Martínez (bandoneonistas y directores de orquesta), el conjunto dirigido por Juan Carlos Polizzi desde el piano (junto a su hermano Eduardo en bajo, Miguel Ortiz en violín y el bandoneón de Osvaldo Lucero) y la Orquesta del Tango dirigida por Mario Grossi.
También desde el piano, el “Bocha” Héctor Rabitti y Luis Cicive dirigieron formaciones, este último secundado por el fueye de Alberto Haedo.
Otros cantores que disfrutamos hasta no hace mucho: Roberto Cortina Bazán (periodista que cantaba tangos con el seudónimo de Roberto Del Barrio), Miguel “Baby” Baggio, Raúl Ponce, Héctor Francisco Rom, Juan Carlos Miró, Rubén “Cacho” Vallejos, el “Cholo” Corbera, Walter Grimaldi y Carlos Persia.
Acompañaron la actividad, desde los micrófonos radiales, especialmente desde LU3, el “Lungo” Bill Américo Brusa con sus programas “Hablando de tango” y “La peña de Brusa”, Gustavo Gabí (Heriberto Pedro Cornachoni) con su clásico “Voces y melodías de América”, Juan Carlos Ocaña con “Una cita con el tango”, Conrado De Lucía y “Terapia tanguera” por Radio Nacional; Rubén Cordi, Hugo Ferretti (Omar Mandará) y su hermano Juan Carlos Mandará; Néstor Schapiro con su clásico “Palpitando la noche” por LU2 y más recientemente, por ejemplo, Ricardo Hernán, Jorge Abarca, Sandra Ortolá, Antonio Fittipaldi y Belén Cortina.
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