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🎊🎨 Bahía Blanca, una pinturita para su cumpleaños 195

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Una recorrida por nuestras calles durante la semana del aniversario, los personajes y sus voces y sus miradas: un coro visual sobre la ciudad cumpleañera.

Por Maximiliano Buss | Especial para 8000

Nicolás empuja con el dedo una bolita de algodón en su oreja. Con la otra mano sigue dándole y dándole con un palo a un colador de metal como espejo, que está al lado de una lata de conserva aplastada, chatita, envuelta con una bolsa verde de nailon, que está al lado de una tapa de olla vieja, que está al lado de una tapa plástica de un balde de aceite para motor, de esos de 20 litros.

Nicolás está en una esquina de la plaza Rivadavia, en Sarmiento y Zelarrayán: desde la pandemia. Tiene 30 años. No quiere una entrevista con nadie, me avisa.

Y los mira a todos pasar. Les mira la cara, las manos, los pies. 

Y toca:

Olla, lata, lata, lata, 

olla, colador, lata, lata

olla, 

tapa, tapa, tapa, tapa, tapa, 

olla, colador.

—Yo compongo lo que a mí me sale. Es música resiliente. A veces es medio triste y otras la intento levantar. Por los tiempos que estamos viviendo, viste. Bastante difíciles. Entonces levanto la vibra: cambio de sonido, le meto volúmenes —cuenta—. Se me han acercado para decirme que les cambió el ánimo, el ritmo de la caminata o hasta que se les ocurrió una idea…

Tapa, tapa, tapa, tapa, tapa,

lata.

—En la vida uno tiene que despertar las emociones. Salir del pozo —dice Nicolás—. A veces no tenés una supercrisis, pero. La rutina te baja al pozo. Y acá por eso se drogan: porque buscan levantar. 

Marcos (se presenta así: a secas, y ni siquiera da su edad pero no supera los 30) vende laja peruana “de la buena” y flor de la planta de cannabis.

—La podés probar al toque. Si te gusta, te la llevás. Sin vueltas. El gramo de merca está 5 (mil) y tengo hasta 3 ahora. La flor, 5 gramos a $ 5.500 y te puedo traer hasta 15.

Se maneja con una repartidora que viene a la plaza, o no: donde le digas. Y muchas ventas las arregla por Telegram.

No me vayas a cagar —advierte. Pero me da la mano, suave. Se ríe y se va caminando por Yrigoyen.

El viento tira un carrito con revistas y 2 mujeres de polleras largas (una marrón y otra azul), con el pelo suelto, corren a perseguir 3 ejemplares que se vuelan. Llevan 2 horas ahí, al solcito, paradas sobre la vereda, cerca del monumento a Rivadavia. 

Foto: bahiaen360.com.

—¡Podés llevarte la que quieras! —me dicen, quizá con demasiado entusiasmo—. Nosotras somos testigos de Jehová. Estamos todos los días. Mirá: esta —se titula “La salud mental: la ayuda que da la Biblia”— es la que más nos piden. Es sobre cómo la Biblia te ayuda con tus miedos, frustraciones, insatisfacciones. Hay mucho de eso. Acá siempre se acercan a pedir consejos, a que los escuchemos. Buscan algo que los alivie. 

—¿Y ustedes qué les dicen?

—Que nuestro creador, Jehová, sabe lo que pasamos y nos quiere cuidar.

Un señor canoso de boina para. Frunce; mira en silencio. Ellas le devuelven la mirada. Hay algo de perplejidad en esta escena.

—¿La 319 dónde para? —pregunta el señor canoso.

Y ellas no saben.

Entonces yo le digo que creo que enfrente: le señalo el Juzgado Civil N° 1.

—¿Donde está el negro? ¿O más adelante?

—Ehhh, sí. Donde está el negro. Digamos. 

El negro.

Se llama Paul, tiene 42 y es de Angola; sus 3 hijos nacieron en Bahía. Se vino en 2013 y vende anillos, cadenas, pulseras, gorras, relojes. Y no me quiere contar mucho más: dice que la policía lo persigue.

—Si uno viene, me roba y le hablo al policía, me agarra a mí y no a ese. Por eso no salgo de casa a ningún lado. Sólo trabajo desde temprano hasta ahora de noche, voy a la iglesia católica Nuevo Pueblo y de ahí a casa.

—Perdón, ¿fundas para celular tenés? —le pregunta un chico.

—No, no, no, no.

El pibe sigue caminando para ver si consigue, esquivando mochilazos de pibitos del Don Bosco que encaran, alguno masticando chicle, otro explicando algo sobre una derivada, un grupo de chicas hablando de quién se come a quién. (Aparentemente, Valen estuvo con Mili el finde pero esto no lo debería leer Ari, porque, si bien no están seguras, la cagó).

Y no es el único, parece:

—¡Che, gordo! ¿No me das una mano? Necesito el mejor ramo que tengas porque hace 3 días no vuelvo a mi casa.

—JAJA.

Ricardo García vende flores en la esquina de O’Higgins y Chiclana. Está sentado con su canastita de mimbre en la ventana de Grand Central.

—¿Cuántos años creés que tengo? —me pregunta.

—Mmm, ¿60?

—¡Señor, gracias por no darle buena vista a este pibe!

Ricardo tiene 71. Y dice que está joya, pese a ser un hombre atropellado: una vez, una camioneta lo empujó como 25 metros y otra, un motor de 3 toneladas le golpeó el pecho, cuenta, casi orgulloso. 

—Soy nacido y criado acá. Todos me conocen por mi carrito, que no lo tengo más. Pero las flores son las mismas. Tengo crisantemos, rosas, gerberas, astromelias. Yyy… tenés distintos ramos.

—Perdón, buen día, ¿a cuánto están? —le pregunta una señora.

—Tiene estos de 700 y estos de 1.000, señora. 

—Bueno, voy al banco y cuando paso, compro.

Según Ricardo, la gente ahora se fija mucho en los precios. Antes no. Y compran más las mujeres:

—Las llevan para la casa o para el cementerio. Los hombres compran para salvarse.

María Aguilar apura el paso para que no la pise la 504 en la primera cuadra de Chiclana. Lleva 13 años juntando cartón.

—Arranco de Colón al 1.200 y voy todo por Juan Molina hasta Panamá, después vengo haciendo zigzag por Estomba y vuelvo. En toda la ciudad el tránsito es pésimo. No respetan a nadie: ven un cartonero y parece que se lo quieren llevar puesto.

Así nos ven desde la Estación Espacial Internacional.

Pero María también cree que los bahienses somos muy solidarios.

—Cuando empecé, encontraba alimentos: polenta, comida elaborada, pancitos. Eso ya no. 

Este mediodía de martes va cargada sobre todo de cartón. Dice:

—La gente aprendió a reciclar.

Unos 175 kilos de cartón lleva María. Con 47 kilos, un jean apretado, un suéter rosa de lana apelotonada. 

—Después de esto, imaginate… ¡no necesito gimnasio! —le escucho bajito, porque usa un barbijo de tela.

María tira del carro unas 6 horas. El invierno es mejor para ella, aunque al final le da igual:

—No me importa mojarme. Piso escarcha, paso 40 grados, me corren los perros. Se me gastan las zapatillas, pero yo sigo.

Hablan. Los zapatos, para Juan, hablan. Juan empezó a lustrar hace unos 20 años, siempre en las escalinatas del Palacio Municipal. Vino de Río Colorado y acá formó familia. 

—Todos pasan apurados, con ojeras, corriendo, con impuestos en la mano, cargados con bolsas de compras, con cara de preocupados. No paran. Y si paran, es para ver el celular.

Astor mira desde enfrente, su pelo largo y canoso con un rodete. Pero no presta mucha atención. Él sí que no tiene apuro. Está atrás de un hilo de humo que sale de un sahumerio.

La gente vive alterada. Bueno, acá me piden muchos aromas que son dulces y que te bajan un cambio. ¡El palo santo! El palo santo lo llevan muchísimo, como si fuese milagroso.

Después le eligen mucho las varillas de jazmín, lavanda, coco, vainilla, las maderas del oriente. O la reina de la noche. 

Foto: Gustavo Lobos.

Carla anda cerca de la cancha de Olimpo y el predio del ferrocarril, entre los árboles. Donde la luz no la alcanza. Tiene unas bucaneras de color negro, una minifalda negra, un top negro. Y pelo negro.

Hace poco empezó a cobrar por sexo. Fue en el verano, cuando una amiga le contó lo que ganaba:

—Y me prendí. Estoy cobrando la hora $ 3.000 completo. Puedo hacer un oral por menos, lo vamos viendo.

Acá viene cada tanto, cuando no sale nada con quienes llama “clientes fijos”.

—La verdad es que siempre me trataron bien. Todos tienen entre 45 y 50. Algunos con familia. Me cuentan sus problemas: es un desahogo. Cuentan poco, pero son gentes solas.

Solo un gusto. 

—¿Cuál es EL gusto de los bahienses?

—Dulce de leche granizado. Sin la menor duda —dice Liliana Aranda, que lleva 41 años sirviendo helados en la París de Brown y Undiano: 41 años hundiendo la cuchara cotidianamente en esos potes de tanto colorido gusto.

—Prendete, Hacke: ¿con qué rimás “colorido gusto”?

—Con “sonido justo”.

Hacke es Andrés Peña, tiene 21 años y desde 2015 persigue ese sonido que lo lleva esta tarde hasta las paradas de la 504 y 506, para hacer unas rondas de improvisación con palabras que le sugieren los pasajeros.

—¿Cuáles son las que más te tiraron hoy?

—Amor, familia, lealtad.

Dice que siempre participan más los chicos.

—Una nena mientras íbamos en el colectivo me vio que agarré el celu para poner el instrumental y me dijo: “¡Ehhh, lo tenés armado y lo vas a leer…!”.

Y no: nada que ver. Hacke es libre.

—¿Te animás a improvisar un rap sobre lo que ves de Bahía?

—¡Claro! ¿Con qué palabras?

—Las que te salgan.

Y le mete, así:

Yo, yo, yo me siento libre, 

nadie puede limitar lo que siento 

a menos que lo haga yo, por supuesto.  

Todo lo que ahora brota del cuerpo; 

voy a hablar de Bahía, la cuna del talento: 

Ginóbili, Palacio, Lautaro Martínez, 

algún otro bahiense que rompió algún récord Guinness. 

Yo no lo sé y ahora sale el líder,

sale un talento nato como este pibe, 

o algún otro que hace freestyle, 

que hace arte,

arte sano en Bahía, 

por todas partes. 

¡Es impresionante!

Naturaleza y la ciudad:

las 2 combinan este arte 

y esta forma es impresionante. 

Yo creo que Bahía no es reemplazable, 

acá hay gente que disfruta el baile, 

hay movimiento,

se respira un fresco aire. 

Hacemos lo que hacemos 

si podemos todo honesto. 

Partes de este cuerpo,

de lo que sabemos hacer

como un arte perfecto, 

y si no lo hacemos bien,

bueno, nos lleva el viento. 

El viento sopla

un calor genuino,

calor o frío, los dos investigo. 

Demasiado sentido, en realidad, 

cuando hace frío hace frío, pero de verdad, 

frío polar

parece que esta forma drástica,

¿me encuentro en Bahía

o en la Antártida? 

No sé, no entendí, mi pana, 

y cuando hace calor

en el desierto del Sahara 

y acá, allá, nos conocemos, 

eso es lo que pruebo 

y por eso es que yo quiero

a Bahía, mi ciudad, 

en la que sí vemos gente con talento, 

pero bueno, aprobemos todo eso. 

Vamos a dar oportunidad

a aquel que está en la calle 

y está en lo musical, 

no entiende todo esto, 

lo contrario, los que son artistas en la calle 

tienen que estar en los escenarios 

y no lo entiendo, por eso a diario 

encuentro talento nato

dentro de estos barrios

dentro de lo que somos 

y de lo que sabemos hacer, 

Bahía hoy manda

porque sí que tiene poder.

Hacke. Foto: MB.

✨ Como parte del aniversario de la Capital del Universo, esta semana también inauguramos una muestra sobre nuestro ciclo #SeresBahienses: está en 2 Museos (Sarmiento 450), es gratis y podés visitarla hasta el 23 de abril.

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#SeresBahienses

📚🙋‍♀️ Laura Faineraij, bibliotecaria: un montón de páginas inolvidables

Nuestra gente, nuestra mirada, nuestra ciudad.

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La Biblioteca Rivadavia es mi casa ―le dice a 8000 Laura Faineraij, que tiene 58 años y lleva 30 trabajando en ese hermoso e histórico edificio de la primera cuadra de avenida Colón, donde funciona una de las instituciones bahienses más relevantes.

  • 🏛 Laura le conoce cada rincón: empezó en atención al público, en la época del furor de las fotocopias, y pasó por distintos sectores hasta convertirse en la directora.
  • 👩‍🏫 La lectura es una de sus 2 grandes pasiones. La otra es la docencia: enseñó en escuelas durante 28 años, hasta que se jubiló en 2015.

Laura aprendió a leer cuando tenía 4 años, casi sin darse cuenta. En ese entonces vivía en Buenos Aires: su papá Carlos Faineraij trabajaba en una fábrica y su mamá Julia Starosiletz tejía, cosía y atendía los quehaceres de la casa. La familia se completaba con Adriana, su hermana mayor. 

―Cuando mi papá volvía de trabajar, siempre traía La Razón ―recuerda―. El diario pasaba por distintas manos y la última que lo agarraba era mi mamá: cansada, después de trabajar todo el día, se iba a la cama con el diario y yo me acostaba con ella. Quería que me diera bolilla, entonces le decía: “¿Y acá qué dice?”. Y mi vieja me decía: “Acá dice…”. “¿Y acá que dice? ¿Y acá?”… Y así aprendí a leer.

También de aquellos tiempos viene cierta vocación docente: jugando con sus muñecas, las formaba en fila y les daba clases…

A los 22 años, tras estudiar magisterio en la Escuela Normal Superior N°10 de Buenos Aires, Laura se mudó a Bahía Blanca: su lugar en el mundo.

👉 Acá ejerció la docencia. Pasó por distintas primarias y dedicó 21 años a la escuela 34 de Ángel Brunel y Fitz Roy, donde se retiró como bibliotecaria de la secundaria.

👉 Acá reforzó su pasión por los libros. A principios de los 90, cuando estudiaba bibliotecología en el Instituto Avanza, frecuentaba la Rivadavia en busca de material, y un día una de las chicas que la atendía le comentó:

―Mirá, hay una vacante. ¿Por qué no hablás con la directora?

Laura no conocía a Raquel Lamarca pero fue a verla igual: le contó que estaba a punto de recibirse y se ofreció para el puesto. A los 2 días la llamaron.

Arrancó con lo básico, atendiendo al público y sacando fotocopias.

Luego pasó por los sectores de adultos, por el infantil y el juvenil, y también estuvo en la hemeroteca. Así fue descubriendo las entrañas de la institución.

―Siempre había sido socia y lectora, pero de afuera no ves nada: ves solamente a la persona que te atiende… De adentro vas viendo otras cosas, tanto del edificio como de la historia del edificio, y de las historias que te cuentan tus compañeros, los socios, y aquellas que se van formando a medida que uno va haciendo su trayectoria. Todo eso a mí me encantó.

―¿Cuál es la historia que siempre recordás? 

―Han pasado muchas cosas… Cuando recién empezaba, una chica me dijo: “Quiero ese libro verde chiquito…”. “¿De qué es?”, le pregunté. Y no me sabía decir… “La otra señora me lo da….”, me decía. Pero la otra señora no estaba. Cuando volvió mi compañera, me dijo que era un libro de lengua, que estaba forrado en tapa verde…  Otra vez, un señor mayor también dijo que quería un libro verde, pero no se acordaba el título: “Si yo voy abajo, lo encuentro”, decía. “Pero no, señor. Usted tiene que decir qué libro es para que se lo busquemos por el número”. Pero insistía, insistía; entonces bajó, y cuando se encontró con toda la cantidad de libros, porque en el depósito hay más de 100.000, salió despavorido.

―¿Encontrás similitudes entre la docencia y la biblioteca? 

―Hay muchas similitudes y hay muchas diferencias. La escuela como institución es un universo aparte; tenés todo tipo de situaciones y es muy difícil sobrellevarla. Yo trabajé muy cómoda en la escuela 34, por eso siempre me consideré afortunada. La biblioteca escolar está inmersa dentro de la institución educativa, está metida en su vorágine, o sea, es parte de todo lo que pasa en la escuela; en cambio, las bibliotecas populares son otro universo: el que va, sabe que va a buscar algo relacionado con la lectura, con la cultura; es decir, a la escuela vas porque tenés que ir, pero el que va como lector a la biblioteca va con otra impronta, con otro espíritu, con otra necesidad, con otra búsqueda. Y el bibliotecario está para responder a esa búsqueda, que intelectualmente es un poquito más interesante.

A Laura le causa mucho dolor la baja de lectores: no sólo que vayan menos a la biblioteca, sino que cada vez haya menos gente que lea, que se instruya, que investigue, que se concentre:

―Y ojo: no estoy hablando mal de internet. A todos nos gusta internet. Me duele que mucha gente haya dejado de leer o que no haya leído nunca un libro o que nunca haya venido a la biblioteca —nos dice—. Me duele incluso por los jóvenes y las próximas generaciones, porque se pierden un hábito que te entretiene y te permite desarrollar pensamiento crítico, conocer otras culturas, intercambiar conocimientos.

  • 📉 Hace 3 décadas, la Biblioteca Rivadavia tenía más de 6.000 asociados; hoy apenas ronda los 1.200. Y lleva años lidiando con problemas económicos.
  • 💰 En 8000 mencionamos varias veces la crisis que vive la entidad y contamos algunas iniciativas para hacerle frente: por ejemplo, convertirla en un “verdadero centro cultural”.

―¿Creés que la Biblioteca Rivadavia se conoce poco en Bahía? 

―Se conoce poco. Nosotros hacemos todo lo posible para difundir: tenemos redes (Facebook e Instagram), tenemos página, difundimos a los medios de prensa, tenemos listas de correos… Y hacemos todo tipo de actividades culturales, muchas actividades gratuitas, visitas guiadas, talleres… Pero bueno, siempre hay gente que me dice: “Ay, yo no conozco la biblioteca”. O: “Paso por la puerta y me da miedo entrar”. ¿Qué es lo que te da miedo? ¿Te van a comer?… Y es la entidad cultural más antigua de la ciudad: se fundó en 1882 y en 2008 fue proclamada patrimonio arquitectónico nacional. Para mí, es gravísimo que no la conozcan.

El sector general es uno de sus lugares preferidos: ahí se acercan sobre todo personas mayores en busca de novelas, literatura en general, best sellers, biografías, libros de política, de historia…

Los pedidos son variados, aunque siempre están los autores que no pasan de moda, como Gabriel García Márquez y Julio Cortázar, y aquellos más actuales como Isabel Allende

  • 👌 Entre los preferidos de Laura figuran Eduardo Sacheri Roberto Fontanarrosa.
  • 👮 También le gustan autores de la literatura policial sueca, como Stieg Larsson, Henning Mankell, Camilla Läckberg.

El sector infantil también atrae:

―Pero claro, tenés que tener otra visión ―nos explica Laura―. Hay que saber mucho de literatura infantil y conocer cómo se manejan los chicos, cómo incentivarlos con la lectura y cómo hacer que compartan ese incentivo con todo el bombardeo audiovisual que tienen hoy.

―¿Qué es lo más importante para motivarlos? 

―Lo primero es contarle una historia o leerle un cuento, un poema, una canción, una rima, una adivinanza, algo que el chico quiera saber qué le estás diciendo, qué le estás preguntando, qué le estás contando. Ese es el pie para que siga preguntando, para que siga queriendo conocer historias. Hay que empezar acercándoles las cosas, para que ellos después vengan.

Laura lo hace a menudo: es narradora oral de cuentos y le gustan mucho los clásicos, aunque también disfruta de la sorpresa de los pibitos cuando les lee alguna historieta o les muestra algún libro de dinosaurios.

―¡Abren los ojos desesperados! No sé por qué les gustan tanto los dinosaurios, pero les encantan. Lo mismo el cuerpo humano: una vez querían ver cómo funcionaba el corazón, les puse un libro en la mesa y se sorprendieron, ¡algunos se impresionaron! Era una foto bastante explícita.

La biblioteca cuenta con más de 150.000 libros. La mayoría se pagaron.

―¡Cuando se pueden comprar! ―dice Laura―. Porque hoy en día los precios de los libros son tremendos… Siempre hacemos buenas compras cuando vamos a la Feria del Libro de Buenos Aires, porque la biblioteca recibe un subsidio del Estado para comprar a mitad de precio.

Y reciben donaciones, pero cada vez menos: a pesar de que la gente se contacta a diario, sobre todo para donar la biblioteca de algún familiar fallecido, el depósito está casi colmado. Sólo aceptan los libros que no tienen.

―Para las generaciones anteriores, incluso para la mía, la biblioteca era como un signo de estatus intelectual y a mucha gente le da lástima: “¿Qué hago con los libros? ¿Los tengo que tirar? ¿No te los puedo llevar?”.  Y, no, 500 libros no podés traer…

El procedimiento para usar la biblioteca es sencillo: la persona va, pide un libro y puede leerlo ahí mismo. En caso de ser socio, también se lo puede llevar a su casa. 

―Esa es la ventaja: vos te hacés socio, pagás una cuota, que es mínima porque está $ 2.700, y te prestamos 4 libros por vez. El préstamo es por 25 días y se puede renovar. 

Además, el asociado puede autorizar a otra persona a retirar libros.

  • 📚 La biblioteca funciona de 10 a 17.
  • 🧑‍💻 Para asociarte, acercate a la sede de Colón 31 o consultá en su sitio web.

La biblioteca también tiene salas de lectura libres, con wifi gratuito. La gente las usa para leer material y para estudiar: ahí el silencio está garantizado.

―En pandemia, cuando se pudo abrir la biblioteca pero no se permitía el uso de las salas porque no podía haber proximidad, muchísima gente me llamaba desesperada ―recuerda―. Una chica me dijo: “Tengo que preparar un examen y en mi casa están todos mis hermanitos, no puedo estudiar, necesito ir a la biblioteca”. 

Laura habla de 2 tipos de lectores: los de gusto selecto y los que hay que descubrir.

―A mí me interesan esos que hay que descubrir.

―¿Y cómo se descubren? 

―Invitándolos a que vengan a la biblioteca y viendo qué les gusta, qué quieren saber, qué les gustaría leer, qué no, qué tipos de historias o qué tipos de géneros literarios quieren conocer. Es decir, abriéndoles un poco el gusto.

Otro sitio especial es el depósito: queda en el subsuelo, y ahí están la mayoría de los libros y todos los periódicos publicados en Bahía: desde el primer ejemplar de El Reporter (1883) hasta el último diario de La Nueva Provincia (2016).

Amo el depósito. Pasaron muchos años, pero al principio era caminar siempre por las estanterías y ver los lomos de los libros, los títulos… Me encantaba tener tiempo para recorrerlo. A veces me llevaba una lista de libros que quería leer, muchos los leí y otros no, porque después ya no me quedó tiempo, pero es el lugar que más me gusta.

  • 🖼️ Ahí también hay revistas, colecciones de mapas y de obras de arte, objetos antiguos y decenas de estanterías fijas y movibles.
  • 📕 Otro elemento de valor es el montacargas, que desde la década del 60 permite transportar libros desde el depósito al primer piso, y viceversa.

Ahí lo más importante es la conservación. Un proyecto presentado en la Universidad de Harvard hace unos años les permitió obtener un subsidio para comprar una computadora y hacer el proceso de microfilmación para los periódicos más antiguos.

El resto está encuadernado:

Imagínense un diario suelto después de 100 años… Ya no lo tendríamos…

En la década del 20 los bahienses teníamos 5 diarios: todos con una tendencia política bien marcada.

―Cuando vienen chicos, les digo que hoy los políticos, los artistas, todos se pelean por Twitter, pero en esa época se peleaban por el diario: tenían que esperar a que saliera para ver qué decía su oponente y poder contestarle.

―¿Qué tan importante es un diario para una ciudad? 

―Fundamental. Un diario es la memoria de la ciudad. Nos quedamos sin diario y nos quedamos prácticamente sin registro. Los chicos, cuando quieran saber qué pasó el día de hoy, no van a poder, porque hoy el diario no sale. Si no se conservan los medios digitales, que por ahí no conservan todo, ¿dónde lo van a ir a buscar?

Algo que acompaña a la Biblioteca Rivadavia desde sus comienzos es la crisis. Hoy los sueldos y cargas sociales de sus 11 empleados están al día, pero existe una deuda con la AFIP que están pagando con moratorias y tienen varios problemas de infraestructura.

Por eso, Laura insiste en el valor del apoyo de los socios y de la comunidad en general.

Para mí, es un orgullo trabajar acá. Cambié de puesto, pero siempre con el corazón.

Laura es directora desde 2017: tras la jubilación de Norma Bisignano, el Consejo Directivo le propuso el cargo por su antigüedad y su buen desempeño. Y ella ni lo dudó.

―¿Cómo es un día tuyo? 

―Siempre hago el mismo horario, que es el de la biblioteca, y a veces algunas horas más… Si hay que ingresar libros, trabajo con el programa de catalogación, y después me dedico a la organización de otras actividades, como animación a la lectura, talleres, ajedrez… Todo eso lo vamos gestionando para que se mantengan esas actividades en la biblioteca. Y después, participo de eventos que se hacen en el auditorio, y estoy en el día a día… Me gusta estar en el quehacer diario.

―¿Tu mejor recuerdo?

―Cuando yo recién empezaba a trabajar, vinieron mis padres a hacer el recorrido y quedaron con la boca abierta. Para mí, era un orgullo mostrarles esto. Y creo que ellos también se sintieron orgullosos de que estuviera trabajando acá.

Por la biblio pasaron escritores como Gabriela Mistral, Sacheri… ¡Y nuestro Premio Nobel César Milstein! Solía ir en sus visitas a la ciudad, y hoy tiene su placa recordatoria en el depósito de libros.

―¿Creés que Bahía es un buen lugar para desarrollar este tipo de actividad?

―Sí. La biblioteca se abrió en Bahía Blanca cuando los fundadores advirtieron que había esa necesidad de tener un lugar de lectura, y ese lugar sigue hasta el día de hoy: 141 años tiene, y si bien siempre hubo crisis, estamos, y creo que vamos a seguir estando, aunque tal vez no de la misma forma. La biblioteca ha ido cambiando sus funciones: no solamente somos un depósito de libros, también ofrecemos otras actividades culturales, actividades literarias, actividades para niños, para adultos…

―¿Qué es lo más difícil?

―La comunicación. Ese es el desafío desde hace unos años, que se agudizó con la pandemia, porque hemos perdido contacto con mucha gente; hemos perdido muchos socios. Nos empezamos a comunicar todos de otra manera, y es difícil.

Laura vive en el centro, a 8 cuadras de la biblioteca, con Lulú, a quien define como su hija de 4 patas. Y tiene 2 sobrinos en Buenos Aires: David y Natalia.

Encuentra placer en las cosas simples, como las plantas, una caminata o un mate. Pero también le gustan los desafíos: una vez jubilada de la biblioteca, quiere hacer algo que nunca haya hecho: alguna manualidad, por ejemplo.

Pero aún faltan 2 años, y le cuesta imaginarse sin la biblio…

―Cuando empecé a trabajar acá, no sabía cómo me iba a ir… Iba a la mañana a la escuela a dar clases y por la tarde venía acá, entonces al principio estaba muy abrumada. Pero después de un par de años, empecé a enamorarme de este trabajo y me di cuenta de que era mi lugar en el mundo: no me imagino haciendo otra cosa.

Mira hacia atrás y siente orgullo: cumplió el deseo de su mamá y de su papá, que era completar el secundario y seguir una carrera. Lo que ellos no pudieron hacer.

―Vale mucho. A través de la lectura pude hacer mis pasos en la primaria y en la secundaria, y pude adquirir no sólo conocimientos intelectuales, sino formas de proceder, de pensar, de analizar las cosas.

―¿Qué le dirías hoy a esa nena que empezó a leer a los 4? 

Gracias por ese interés, por esa insistencia de decirle a mamá: “¿Acá qué dice?”… Gracias, porque con eso lo aprendí todo. Con la lectura, me manejé toda la vida.


Producción y texto: Belén Uriarte

Producción, videos y edición audiovisual: Tato Vallejos

Fotos: Fran Appignanesi

Idea y edición general: Abel Escudero Zadrayec


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👀 #SeresBahienses es una propuesta de 8000 para contar a nuestra gente a través de una serie de retratos e historias en formatos especiales.

La estrenamos para nuestro segundo aniversario. Estos son los episodios anteriores:

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Especiales

👿🪔 Mirá cómo es el infierno de la cocaína (y cómo podés rescatarte)

En nuestro espacio #Voces, Adrián Di Renzo detalla lo que sufrió e hizo sufrir, y cómo salió. Hoy ayuda a otros y pide prevención.

Publicado

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Por Adrián Di Renzo | Integrante de grupos anónimos de recuperación


Yo hoy veo el departamento que tenía en Monte Hermoso y digo: “¿Cómo pude hacerlo polvo y metérmelo por la nariz?”.

Hay algo que no se explica.

Eso es la adicción: no te das cuenta, no lo sentís, no te importa más nada. Lo único que te importa es consumir.

Él es Adrián. Foto: gentileza.

Cuando yo comencé, primero probé el cigarrillo, que no me gustó, por eso digo: “No se enferma el que quiere, sino el que puede”.

Con el alcohol fue como todo adolescente: empezás con tus primeras borracheras, tus primeras salidas. Creo que tenía control, era un consumo normal. El tema fue cuando fui creciendo…

A mí lo único que me atrapó fue la cocaína.

Foto: medlineplus.gov.

O sea: he probado otras drogas y no. Cuando probé por primera vez la marihuana, dije: “Esto no es para mí”. No me gustaba cómo me ponía.

Y el alcohol lo tenía ahí, lo manejaba, porque a medida que vas consumiendo cada vez más, ya no te emborrachás todos los fines de semana. 

Pero también hay otras puertas que se van abriendo. Siempre hay un amigo que te convida. Muchas veces se piensa que la droga te la convida el que vive en el barrio y generalmente sale de algún grupo cercano, de un amigo o de un amigo de un amigo. Y cuando sos adolescente, por curiosidad y por no tener información, la probás.

Empecé por un amigo que estaba consumiendo cocaína:

—¿Y qué onda? —le pregunté.

—Es buenísimo.

Claro, vos no tenés conocimiento, no te enseñan en la escuela que eso puede llegar…

Tenía 18, 19 años. La probé y dije: “Superman. Esto es espectacular. Cómo no lo trajeron antes”.

No sabía dónde me estaba metiendo…

La cocaína te atrapa, es un estimulante. El alcohol es un depresor: o sea, si vos consumís alcohol, lo más probable es que termines vomitando o tirado en una calle, el cuerpo no te aguanta. En cambio, con la cocaína parece que te suben allá arriba del todo: empezás a hablar, te desinhibís, exactamente igual que cuando uno prueba por primera vez el alcohol, que dice: “Bueno, ahora me animo a sacar a bailar a esa chica”.

Yo, si no tomaba alcohol, no consumía sustancia. Y si tenía sustancia, tenía que tener alcohol. Se me había hecho un combo. ¿Por qué? Porque no me gustaba que se me note: si vos consumís solamente cocaína, llega un momento en que no querés mirar a nadie, te ocultás, te agarra “la persecuta”, la paranoia de que te están mirando. ¿Y qué hacés con el alcohol? Como es un depresor, bajás. Entonces yo me mantenía. Parecía que estaba normal, iba a trabajar y no pasaba nada.

Y a nivel físico, nada… Tuve la suerte de no matarme consumiendo. Muchas personas empiezan un lunes y no paran hasta el otro lunes, se encierran en habitaciones de hotel o en sus propias casas…

Foto: Leo Espina.

Y no te das cuenta de la adicción. Es un proceso lento y mortal.

Uno piensa que al alcohol lo puede manejar: tomás nada más el sábado, después ya es viernes y sábado, después hay un cumpleaños el jueves y tomás… Cuando te querés acordar, cada vez que querés hacer algo, consumís. Y ahí está el principio de una adicción.

Con la cocaína no me di cuenta hasta mucho tiempo después, porque siempre quería que no se me notara. Incluso durante toda mi etapa de consumo, mi familia no lo supo. Siempre traté de ser ordenado. En realidad, se podrían haber dado cuenta pero no tenían las herramientas necesarias para abordar ese tema, como pasa hoy en día.

Hay muchos padres que dicen: “Mi hijo consume alcohol, nada más. No pasa nada”. O: “Fuma marihuana porque es una plantita”. Pero hoy en día tenemos montones de chicos que tienen accidentes por causa del consumo. Muchas veces se piensa que la droga te va a matar de una sobredosis, y es lo que menos te hace. 

Mi consumo era una vez cada tanto, una vez por año… Y después otra vez y otra vez, y cuando me quise acordar, pasaron 25 años. Siempre tratando de que no se notara, aunque había cosas que se tenían que notar… Empezás a cambiar de amistades, el entorno, porque no te interesa el que no consume. Y en ese proceso nunca nos ponemos a pensar que en algún momento va a llegar el ticket.

Dicen que la primera te la regalan y la segunda te la cobran: en realidad, no es que te la cobra el chanta que te vende, sino la vida, porque te aleja de tus amigos, de tu familia.

La cocaína es como un anestésico: te anestesia el alma, te anestesia los sentimientos.

Nunca tuve que salir a robar para consumir, pero hay chicos que lo hacen. ¿Por qué? Porque no podés parar. Es una enfermedad. Dependés de esa sustancia para poder ser, para poder vivir, para poder levantarte a la mañana…

Mis peores momentos fueron los últimos 5 años, cuando ya consumía todos los días.

Empecé a perder trabajos y estaba todo relacionado con el consumo, pero nadie se preguntaba…

Laburaba con mi viejo y la primera vez que tuve un problema con él, me echó de la empresa. Había faltado dinero. Nunca se preguntó por qué había pasado….

Si vos no tenés alguien que te acompaña en un proceso de decir “¿qué está pasando acá?”, o no controlás ciertas conductas de tu hijo cuando ves que hay cambios, después se hace muy difícil. Drogar, se puede drogar cualquiera. Recuperarse, no. Es muy bajo el porcentaje de la gente que se puede recuperar. Pasa con el cigarrillo, pasa con el alcohólico, pasa con el que juega.

Decís: “Yo sé hasta dónde”, y cuando te querés dar cuenta perdiste el control. Cada vez que querés hacer algo, necesitás ese consumo. Y para ese consumo, necesitás plata. Ahí está otro de los problemas.

Hoy, muchas de las cosas que tenemos, como robos y violencia, es por esto. Las peleas que vemos a la salida de los boliches no son las mismas de antes: son más violentas. ¿Por qué? Porque hay mucho más consumo.

Cuando no tenés droga, te ponés más violento que cuando tenés y consumís. Lo que al principio era todo divertido, una fiesta increíble, todo maravilloso, se va poniendo oscuro.

Foto: Ianmer Basio.

Y cuando estás metido hasta el cuello, tenés que vender lo que sea para consumir.

Podés sacar créditos, podés vender cosas de tu casa… Conozco chicos que le han arrancado la cocina de la pared a la madre para dársela al tranza [el vendedor de drogas] o dijeron que les habían robado el celular y se lo habían dado al tranza.

Todas esas cosas no se saben, se ocultan mucho. El consumo tiene prensa, la recuperación no.

Siempre se habla de que hicieron un allanamiento en tal lado y cada vez hay más drogas, pero nadie se pregunta por qué. Si hay más drogas, es porque hay más consumo.

Eso no logramos entender todavía; hace 60, 70 años que venimos luchando contra las sustancias, pero no estamos haciendo nada para bajar la demanda. Hay que convencerse de que sustancias va a haber siempre. 

Y cuando al final te llega el ticket, decís: “Ah, ¿para esto era?”. Porque está todo divino, yo he vivido fiestas increíbles, pero cuando ves el final decís: “¿Para esto era?”.

Y ahí es cuando empezás a ver para atrás y decís: “Esto es grave”.

¿Cómo hacés para no consumir? Pasa lo mismo con el que fuma y no tiene tabaco, con la diferencia de que el tabaco lo comprás en el quiosco y te sale $ 1.500...

  • 💰 Acá en Bahía Blanca, el gramo de cocaína se consigue entre 10.000 y 15.000 pesos, según la calidad.
  • 📱 Antes, para conseguir drogas tenías que buscar un dealer, conocerlo… Hoy es más fácil: te contactás y te la llevan a tu casa.

A lo último, llegué a consumir más de 5 gramos por día. Se complicaba el tema económico… Tuve la suerte de no salir a robar, pero le robé a mi familia: plata que podía haber sido para otras cosas, la gasté en consumo.

Foto: Bongkarn Thanyakij.

Tenemos un dicho en los grupos anónimos: “Todas las sustancias psicoactivas siempre te van a llevar a los mismos lugares: a un hospital, a la cárcel o al cementerio”.

Yo tuve la suerte de no ir a ninguno de los 3, pero cuando me dijeron esas palabras dije: “¡Upa!”.

La cocaína es el infierno mismo. Te levantás a la mañana pensando cuándo vas a ver al tranza para comprar, a qué hora… Por ahí te dice: “Venite a las 4 de la tarde”, y tenés que aguantar…

También está el tema de que podés caer preso por ir a comprar, porque te pegaste un palo con el auto y tenés sustancia encima, o porque vas consumiendo mientras estás manejando. Está todo bien hasta que pasa.

Cuando ya tenía muchos problemas económicos, mi familia empezó a preguntar y me sentí enjaulado. Y dije: “¿Por qué no me descubrieron antes?”.

Foto: photographee.eu.

Hoy tengo 50 años y soy parte de grupos anónimos, que para mí son lo mejor que hay para poder transitar la recuperación.

La adicción es una enfermedad para toda la vida pero, si la tratás, podés tener una recuperación. Obviamente, está en cada uno querer empezar.

  • ❌ Dentro de los grupos no se habla de drogas: no interesa qué consumís, cuánto, ni nada por el estilo.
  • 👀 Lo único que te dicen es que vayas, te sientes y compartas, y que ahí vas a perder el deseo de consumir, que eso es lo más importante.
Foto: aretorncasabloc.com.

El alcohol y el tabaco son legales y otras sustancias no, pero en realidad son lo mismo. Y es un proceso que empieza cuando uno es chico. 

Por eso me pregunto: ¿por qué está tan liberado el consumo?

Ese es el problema que tenemos. Hay chicos que empiezan a consumir alcohol a los 10 años y no nos estamos dando cuenta de que es la puerta de entrada a otras sustancias…

Una vez mi hija, cuando tenía 15 años, vio que había comprado cerveza y me dijo: “¡Papá va a estar de buen humor!”. Y ahí me dije: “Por acá no es”.

Soy creyente, no católicamente pero sí de rezar, y gracias a Dios tuve tiempo de decírselo o lo entendió al verme mal. Hoy mi hija tiene 17 y no consume alcohol, casi ni lo prueba.

Hay que educar a los chicos en edades tempranas para que sean conscientes de los consumos. Y es importante el entorno: si un papá y una mamá salen a comer, los 2 toman vino, se suben al auto, llevan al chico al boliche, y cuando el chico se baja le dicen “No tomes mucho”, no es serio.

Y tiene que haber un Estado presente. Hoy no tenés campañas de prevención, en las escuelas no se enseña.

Solamente tenés una publicidad que dice: “Si tenés problema con los consumos, llamá al 141”, un teléfono que te deriva a un hospital que te atiende una sola vez por semana, cuando te atiende. 

A mí me pasó, por eso me metí en esto. Para poder ayudar.

  • 🤝 Si necesitás una mano, fijate acá
  • 👉 En Bahía los grupos anónimos gratuitos funcionan lunes, miércoles y viernes a las 19:30 en Sarmiento 72. Y hay grupos virtuales las 24 horas.
  • 📲 Podés contactarte al 0800-333-4720 o al WhatsApp 2914185371.
Foto: periodicovision.com.

Gracias a Dios, no fui agresivo. A muchos chicos les pega por ese lado, porque el que tiene para comprarla, hasta que tenga para comprarla, está todo bien: el tema es cuando no tenés, ahí es cuando tenés que entender a un chico que roba un celular…

Muchos dicen: “Hay que meterles bala y ya está”. No seamos tan así, porque esa misma gente no mira al costado a ver cómo están sus hijos. Por ahí tu hijo no consume cocaína, pero consume alcohol como una bestia y sale a manejar en el auto… entonces, ¿qué es? ¿Por qué uno sí y otro no?

Parece que el que consume drogas es un delincuente. Y la mayoría consume drogas: cuando vos consumís alcohol, estás consumiendo droga.

Cuando le dije a mi familia, ¡fue una bomba! Hay familias que ya lo vienen sabiendo y lo tratan de corregir, pero mi familia no sabía para dónde disparar… Estaba casado, incluso con un hijo que hoy tiene 28 años…

Muchos dicen: “¿Cómo tu familia no se va a dar cuenta?”. Y, mirá, si se hubieran dado cuenta, yo no habría manejado la plata. 

Mi familia me dijo: “Tenés que hacerte tratar”. Pero por la calentura que tenían, que no se sabía por dónde querían ayudar, dije: “De esta tengo que salir solo”.

Lo mejor que hice en ese momento fue entregar todo: entregué tarjeta de crédito, entregué mi sueldo… Mi idea fue: “Hasta acá llegué, tengo que parar de consumir”. 

Foto: chocale.cl

La recuperación la hice por mí, no por mi familia.

En un momento, era todo un despelote: me tenía que separar, no había manera de encajar en ningún lado, mi hijo no me quería ni ver. Incluso todavía le cuesta mucho entenderlo. La que más me entendió fue la más chica, la nena, que dijo: “Papá estaba mal”. Hoy la relación que tengo con mi hija no tiene nada que ver a la relación que tenía antes: hay una conexión mayor, me apoya en todo. Yo dije: “Le va a dar vergüenza que papá cuente que consumía drogas”. Pero no, al contrario. Me dijo: “Yo te voy a apoyar en todo lo que quieras”. Y eso me dio fuerza.

Al principio, empecé a ir al Hospital Municipal, donde me atendía una psicóloga una vez por semana, media hora. Pero yo salía y quería consumir… Dije: “Por acá no es”. 

Había grupos municipales, pero también una sola vez por semana, de mañana. Esa es otra: todos te atienden de mañana, cuando generalmente la gente que levanta la mano y pide ayuda ya es gente grande, que tiene trabajo o incluso chicos que tienen que ir a la escuela.

Tiene que haber otras herramientas para poder ayudar a esa persona.

Si vos le decís: “Solamente los jueves a la mañana”, y consume todos los días, va el jueves a la mañana y el jueves a la tarde está consumiendo de vuelta, no tiene nadie que lo contenga.

A esos grupos, además, van alcoholizados, bajo el efecto del consumo… 

En los grupos anónimos, en cambio, si estás bajo los efectos del consumo te dicen: “Retirate, volvé cuando estés mejor”. Y todos nos acompañamos, tenemos el teléfono las 24 horas del día. Decís: “Tengo ganas de consumir, no sé qué hacer”. Y del otro lado es: “Venite, hablamos en casa”. O: “Hablamos por teléfono”. Eso es un programa en serio. 

El sistema del Hospital Municipal no sirve pero no por los profesionales, sino por cómo está armado. Sí estoy de acuerdo con que tiene que haber una ayuda profesional para ver de dónde viene el problema de consumo. En mi caso, venía por una cuestión familiar, de cuando se separaron mis padresCon la droga tapás ciertas cosas que te han pasado o te vienen sucediendo.

También fui al CPA que está en el hospital Penna y lo mismo… Los lugares son feos, están mal mantenidos, no hay realmente una contención.

Los grupos anónimos tienen más de 70 años y están en todo el mundo.

Lo primero que me dijeron cuando entré fue: “No estás más solo”. Y yo dije: “¿Por qué? Si tengo a mi señora, a mis hijos, a mi papá, a mi hermana”. Me dijeron: “Ya lo vas a entender. Sentate y escuchá”. 

Foto: narosario.org.ar.

Los grupos son todos en ronda, tenés 5 minutos para hablar, no hay cruce de palabras. Escuchando dije: “A este le pasó lo mismo que a mí, está contando lo que yo estoy sufriendo”. Ahí te abrís: decís lo que querés, si querés; si no querés, sigue otro. Pero lo más importante es escuchar. La gente te enseña que podés vivir sin consumo. Y es un lugar lindo, limpio, tenés refrigerio.

Y entendí aquello de “no estás más solo”: la familia, si no tiene alguien que consumió, no lo entiende.

Es una lucha diaria. Nosotros decimos: “Sólo por hoy”. Yo me levanto a la mañana y sé que ayer no consumí y que hoy no tengo que consumir. Mañana no sé qué va a pasar. Ya tengo casi 3 años con los grupos anónimos, que me enseñaron a vivir, a reeducarme en muchos aspectos de la vida… Y hoy, tener la relación que tengo con mis hijos, la relación que tengo con mi señora…

Hay cosas que no pude resolver todavía, pero se nota el cambio cuando querés ayudar a otra persona, cuando te relacionás con la gente, en tu manera de hablar, en tu manera de actuar.

A mis hijos siempre traté de inculcarles (con mi problema encima, porque yo todavía estaba en consumo) que por ese camino no era. Yo lo transité, vi cosas cosas jodidas: chicos que hoy en día están presos, otros que están muertos…

Tuve un amigo que se mató. Estábamos en Pajas Bravas y a las 6 de la mañana se pegó un tiro con la escopeta. Consumíamos todos, nos conocíamos todos…. Él ya no daba más, no sabía cómo hacer para no consumir más, tampoco tenía más plata: había perdido el trabajo, lo único que le quedaba era el auto. Y se pegó un tiro. Yo dije: “Qué boludo, no la pudo controlar”. Y yo la controlaba, hasta que me llegó el turno, gracias a Dios no de la misma manera, pero me llegó: a todos nos llega el ticket. 

Hoy tenemos muchos casos de chicos que se suicidan porque volvieron a consumir. Dicen que la recaída es muy fuerte. Gracias a Dios, no tuve nunca recaídas. Tuve un compañero que llevaba 9 años limpio, recayó un miércoles y se suicidó el sábado. No soportás, luchaste tanto tiempo…

Por eso tenés que ser muy cuidadoso con tu recuperación, porque cualquier cosita te puede llevar…

El que se suicida no se suicida porque no quiere vivir, sino porque no quiere sufrir más. Incluso hay chicos que están tan paranoicos, pasa mucho con la marihuana, que piensan que la mejor salida es saltar por un balcón porque atrás tienen un león. Empezás a alucinar.

Todos piensan que el drogadicto es el que está tirado en la plaza. Y no: consume muchísima gente… Te das cuenta del que está tirado en la plaza porque ya no tiene más nada.

Esta enfermedad no tiene fin y te va a estar esperando continuamente. Tenés que estar muy fuerte para decir “no”.

En distintos medios también se trata de mostrar que todo el que se droga es un delincuente, y no: el que se droga puede ser un empresario, un abogado, un médico… O sea: la droga no distingue clases sociales, afecta a todos por igual. La única diferencia es que el que tiene poder económico va a poder acceder a la sustancia, en cambio el que no lo tiene va a salir a delinquir: va a hacer lo que sea para consumir.

Foto: gascoabogados.es.

Cuando en mi recuperación logré estar más o menos bien, me pegó y dije: “Bueno, ¿y ahora qué hago?”. Me empecé a cuestionar la vida, por qué pude dejar de consumir de un día para el otro.

Fue un 16. Siempre el 16: yo nací un 16 de enero, mi mamá falleció un 16, mi sobrina nació un 16 y la última vez que consumí fue un 16 de mayo. Y dije: “Si yo pude zafar, sólo por hoy, tengo que ayudar a otra gente”.

Nunca digo cuántos años llevo sin consumir, porque el mensaje que damos es: “Sólo por hoy”.

Hay grupos para familiares, porque muchas veces no saben qué hacer con su hijo: “¿Lo interno?”. Primero, sale carísimo: arriba de los 500.000 pesos por mes, imposible para la mayoría. Y tampoco es la solución, porque a vos te internan, dejás de consumir ese año que estuviste internado (que es una tortura estar encerrado) y cuando salís, si volvés a tu barrio, a tu entorno, a la gente “del palo”, lo más probable es que vuelvas a consumir.

Hay veces que me siento mal, que no aguanto mi vida, porque la vida tiene problemas, pero no voy a tapar como tapaba antes: si tengo un problema, lo afronto.

Y trabajo para que cambie el sistema en Bahía Blanca. Muchos dicen: “Hacemos prevención”. Pero no hay prevención.

Foto: Municipio.

Si hacés eventos en el parque con 20 food trucks y venta de alcohol, tenés que hacer una campaña. La gente tiene que saber que conducir bajo los efectos del alcohol te puede llevar al hospital, a la cárcel o al cementerio. Una copa o una lata de cerveza te pueden salir carísimo: te secuestraron el auto, 150.000 pesos la multa; atropellaste a alguien, tenés un quilombo terrible; te podés matar; podés matar a alguien…

Si no podés controlar el consumo sabiendo que estás manejando, preguntate si no tenés otro problema. 

Foto: psicositio.com

En los grupos te enseñan que tenés que llevar el mensaje y llevar el mensaje es estar bien. Por ejemplo: no puedo estar discutiendo con alguien por el tránsito, porque lo primero que van a decir es: “Ahí lo tenés al falopero”. Aprendí que la conducta es lo principal: te tocaron un bocinazo, no consumas malestar. Pedile perdón, aunque no tengas que pedirle perdón…

Hoy elijo tener esta vida, que para mí es maravillosa.

Cuando te das cuenta de todo lo que viviste y de cómo estás hoy físicamente, mentalmente, decís: “Wow, ¿por qué no me di cuenta antes? ¿Por qué no se dieron cuenta antes?”.

Hoy mi proyecto es ayudar a otros.


Entrevista y edición: Belén Uriarte


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Especiales

🐿🗳 Bahía Blanca: 40 años de democracia y un Día de la Marmota impresionante

Informe especial de 8000. Voces de protagonistas y lectores. Y un implacable archivo.

Publicado

el

Por

Equipo editorial de 8000

Textos: Abel Escudero Zadrayec

Hemeroteca: Belén Uriarte

Entrevistas: BU, AEZ y Tato Vallejos


Bahía Blanca parece que padece un angustiante Día de la Marmota, con problemas repetidos una y otra vez, y después otra y otra y otra y una vez más, y así: hasta el hartazgo.

Hace 40 años, obviamente también estábamos calientes; la inflación nos devoraba bolsillos y nervios, nos faltaba el agua, la ría andaba contaminada, el tránsito era un desastre, no teníamos suficientes árboles, la biblioteca Rivadavia penaba económicamente, y así.

Habíamos recuperado la democracia, pero. Y había esperanza, y entusiasmo.

Foto: The Today Show.

—Recuerdo el entusiasmo —le cuenta a 8000 el intendente Federico Susbielles.

En ese entonces, era un pibe de 13 años; jugaba al básquetbol en El Nacional, iba al Don Bosco y vivía donde nació: en 25 de Mayo 255, piso 2, departamento F. Una casa peronista, donde el resultado electoral causó cierta tristeza pero prevalecía la alegría del proceso de enterrar el Proceso, la dictadura: aquella oscuridad.

—¿Y le dabas importancia a la recuperación democrática o estabas en otra?

—Mucha importancia, como todos los que entendíamos lo que estaba pasando —asegura Susbielles—. En el colegio y entre la gente joven se hablaba mucho… En esta última elección pasó algo similar, pero por motivos distintos: la gente tiene hartazgo, siente falta de representación, hay una grieta importante… Me hizo acordar: mi hija Lúa tiene la edad que yo tenía en aquel momento, y preguntaba, se interesó, charlaba con los compañeros. Es un combustible, más allá de que el momento del país claramente no es bueno.


En diciembre de 1983, el salario mínimo estaba en 2.800 pesos argentinos, equivalentes a 90,18 dólares al cambio oficial.

Un par de meses después, para esta época, eran 3.700 pesos argentinos, pero representaban… 82,50 dólares.

  • 🏢 Alquilar un departamento de 2 dormitorios en Brown al 100 costaba $a 4.000 por mes.

  • 🚘 Un Dodge 1500 modelo 1981 salía $a 120.000.

  • 🍷 En la Cooperativa Obrera, una juguera Moulinex valía $a 2.650, un Bianchi borgoña $a 41 y el queso cuartirolo, $a 25,30.

  • 🥩 En Burgo’s (eslogan: “Tiene, puede y conviene”), 1 litro de aceite se vendía a $a 21, el Etchart privado $a 37 y el kilo de asado, $a 29,90.

  • 🧉 En Pampa, la yerba Misionera costaba $a 15,90, el Amargo Serrano $a 8,90 y el jabón Zorro de 800 gramos, $a 17,90.


La periodista Sandra Crucianelli tenía 22 años cuando asumió el jefe comunal Juan Carlos Cabirón; estudiaba Bioquímica, trabajaba en la sección Sociales de La Nueva Provincia y llevaba poquitos meses de matrimonio con el colega Juan Carlos Meschini, de LU2.

—En la universidad había un clima de efervescencia, de querer interesarse y aprender. Habíamos vivido en dictadura… Lo que más recuerdo es la alegría —le dice a 8000.

Sandra votó al radicalismo en 1983:

—La gente salió a festejar a la plaza Rivadavia… Básicamente, creo que el sentimiento que nos abrazaba a todos en aquella época era de esperanza. Todo lo que iba a venir era mejor.


Cabirón fue el 62° intendente bahiense. Era abogado y tenía 44 años.

  • ✨ “El nuevo jefe comunal llega a la administración de Bahía Blanca, junto a un equipo de jóvenes colaboradores, prometiendo asumir la legítima representación de la ciudad que -sin ser capital- es la más importante del sur argentino, y en la que se esperan logros que consoliden su proclamado brillante porvenir”.

    • La Nueva Provincia, 11 de diciembre de 1983.

  • 👀 En el gabinete figuraba el siguiente intendente, Jaime Linares: era secretario de Obras y Servicios Públicos.

  • 🧐 Como director de Prensa se desempeñaba el experiodista Carlos Quiroga, quien durante varios años representó una cara central del Grupo Clarín en Bahía, hasta que lo echaron en 2017; al toque se sumó oficialmente al kirchnerismo, llegó a concejal y hoy es coordinador seccional de la Defensoría del Pueblo bonaerense.

  • ✍️ El primer acto de gobierno de Cabirón fue recibir a la prensa: ocurrió el lunes 12 de diciembre de 1983, a las 11, en el Palacio Municipal de Alsina 65.

  • 🚩 Y al asumir, avisó: “La nuestra será una ardua tarea”.


El acto de asunción de Susbielles se hizo el martes 12 de diciembre de 2023, y a los 4 días tuvo que ponerse a capear el temporal que nos pasó por encima.

—No me pesa en nada —le asegura Susbielles a 8000—. Soy una persona siempre decidida, resiliente, fuerte. En mis épocas de deportista y desde que estoy en la gestión, no sé por qué circunstancia, en los momentos más difíciles es cuando más calmo estoy. Muchas veces la cabeza se me abre y tengo 1 segundo más para pensar.

Imagen

Esta probablemente sea su mejor imagen de propaganda. Foto: @fsusbielles.

  • 🤯 “Hoy el radio céntrico es poco menos que una exposición de rascacielos económicos en los que a menudo la falta de talento y buen gusto son sólo equiparables a la ausencia de respeto por la ciudad y los ciudadanos”.

  • 😳 “El sistema puesto en práctica en Villa Harding Green para alejar a los ‘villeros’, susceptible de perfeccionamiento, es una alternativa interesante”.

    • La Nueva Provincia, domingo 11 de diciembre de 1983.


—En 1983 estrenaba mis jóvenes 18. Eran tiempos de cambios —señala la docente Fernanda Berón, muy atenta lectora de 8000: aquel mismo 10 de diciembre se puso una pollera y un top de bambula blanca para la fiesta de egresadas de María Auxiliadora.

  • 🧵 Fernanda dice podría tirar del hilo democrático y plantear un tejido con varias hebras, que incluyen desde sobrevivir a un tiroteo en 1970 en Córdoba hasta sufrir los operativos militares en su casa del barrio Universitario y después ver cómo las monjas del colegio limpiaban el asiento a los militares en las misas de Corpus Christi.

  • 👩‍🏫 Pensando en el país, como profesora de Historia su enumeración de hebras sería interminable, pero elige unas (simbólicamente potentes) de sus primeros tiempos en la Universidad Nacional del Sur: pasó de los cacheos a las reuniones en el centro de estudiantes y de tener al macabro Remus Tetu en Sociología a ver cómo lo denunciaban por sus delitos.


En 2013, para el 30° aniversario del retorno democrático, la UNS sacó un documental dirigido por el historiador José Marcilese.

  • 🗣 Incluye los testimonios del gremialista mercantil Ezequiel Crisol (que fue el postulante peronista a la intendencia) y los exconcejales radicales José Luis Malet, Oreste Retta y Juan Pedro Tunessi y el justicialista José Sabatini.

  • 🙋‍♂️ Y también habla Cabirón, a quien consultamos para este informe, junto a su hija Silvina, reciente concejala. No nos respondieron.

    • 📽 El exintendente, hoy de 85 años, dice que fue candidato “por decantación o porque nadie quería agarrar” y cuenta que por hacer campaña se perdió el cumpleaños 70 de su mamá.


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Hace 40 años, la UNS encaró un estudio “partiendo de la hipótesis de un arbolado ineficaz e insuficiente”.

  • 🌲 Un dato: el 79,9% de las cuadras o veredas tenían al menos 1 ejemplar.

  • 🌬 Según el relevamiento oficial, el temporal nos arruinó alrededor de 14.000 árboles.

🌊 “La polución ambiental, la contaminación marina, son dos formidables enemigos que acechan la vida humana, que la degradan paulatinamente”.

  • La Nueva Provincia, 31 de diciembre de 1983.


Claudia Rodríguez tiene 60 años y en 1983 debutó en las urnas:

—Mi suegra me había afiliado al partido radical, así que ya sabrás dónde fue a parar mi voto… —nos relata Claudia, otra gran lectora de 8000—. Es muy poco lo que recuerdo, pero después se fue todo a la miércoles… parecido a lo de hoy. Pero lógicamente no se puede comparar con lo que es vivir bajo un gobierno militar.


En 1983 también algunos creían en los controles de precios, como si…

  • 💸 “El problema no es del minorista al consumidor, sino de las empresas líderes, que continuamente aumentan los precios”, decía Heriberto Di Meglio, presidente de la Corporación del Comercio y de la Industria local.

La biblioteca Rivadavia sufría inconvenientes financieros…

  • 🚨 “La comunidad no está a la altura de la institución —acusaba LNP—, en dos aspectos fundamentales. En el cultural y en el económico”.

La Municipalidad quería ordenar el tránsito y acudió a expertos universitarios…

Y ahí estaba nuestra eterna crisis hídrica…

  • 💦 “El estallido se debió a deficiencias constructivas, provocando el escape total de agua”, describió Juan Carlos Schefer, entonces titular del dique Paso de las Piedras.

“¡Aseguróse!”. Y congelamiento de alquileres como tema… Ah: mirá al capo ese, en el ángulo inferior derecho: de espaldas, en cuero, como gritando “¡PAREN, QUE ROMPIMOS TODO!”.

Alejandro Armendáriz terminó la colimba en abril de 1983:

—Tenía toda una carga simbólica la apertura democrática, tras lo de Malvinas y los nefastos años de militares —le cuenta Ale a 8000: también nos lee cotidianamente.

Y también ese fue su primer voto:

—Sensaciones muy fuertes… Ahora, 40 años después, reconozco que fue el resultado eleccionario que viví con más alegría. Y no tengo mucho que ver con el radicalismo. Sin embargo, salí a la calle con felicidad plena. A nivel democrático, fue el día más feliz que viví. Nunca volví a tener esa alegría. Empezamos a vivir con sensación de libertad.


4 décadas atrás, la pirotecnia era algo divino, de familia:

Un día normal teníamos 4 trenes y 10 vuelos. Y a destinos más variados que ahora…

  • ✈️ Por cierto: en estos días seguimos sin trenes. Y un día como hoy, domingo 4 de febrero de 2024, tenemos 4 vuelos: son 3 directos a Buenos Aires y 1 con escala en Mar del Plata…


—Más allá de las circunstancias, que han sido traumáticas y complejas e irreparables para muchas familias, la verdad es que entre mirarlo de afuera y tener la posibilidad de trabajar para dar respuestas, prefiero 1.000 veces estar en el lugar en el que estoy —le dice Susbielles a 8000—. Me gusta ser intendente; me gusta tener esta responsabilidad en la espalda y trabajar en equipo. El desafío es muy grande, pero me siento con mucha energía porque sé que Bahía tiene con qué.


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