Especiales
👿🪔 Mirá cómo es el infierno de la cocaína (y cómo podés rescatarte)
En nuestro espacio #Voces, Adrián Di Renzo detalla lo que sufrió e hizo sufrir, y cómo salió. Hoy ayuda a otros y pide prevención.
Por Adrián Di Renzo | Integrante de grupos anónimos de recuperación
Yo hoy veo el departamento que tenía en Monte Hermoso y digo: “¿Cómo pude hacerlo polvo y metérmelo por la nariz?”.
Hay algo que no se explica.
Eso es la adicción: no te das cuenta, no lo sentís, no te importa más nada. Lo único que te importa es consumir.
Cuando yo comencé, primero probé el cigarrillo, que no me gustó, por eso digo: “No se enferma el que quiere, sino el que puede”.
Con el alcohol fue como todo adolescente: empezás con tus primeras borracheras, tus primeras salidas. Creo que tenía control, era un consumo normal. El tema fue cuando fui creciendo…
A mí lo único que me atrapó fue la cocaína.
O sea: he probado otras drogas y no. Cuando probé por primera vez la marihuana, dije: “Esto no es para mí”. No me gustaba cómo me ponía.
Y el alcohol lo tenía ahí, lo manejaba, porque a medida que vas consumiendo cada vez más, ya no te emborrachás todos los fines de semana.
Pero también hay otras puertas que se van abriendo. Siempre hay un amigo que te convida. Muchas veces se piensa que la droga te la convida el que vive en el barrio y generalmente sale de algún grupo cercano, de un amigo o de un amigo de un amigo. Y cuando sos adolescente, por curiosidad y por no tener información, la probás.
Empecé por un amigo que estaba consumiendo cocaína:
—¿Y qué onda? —le pregunté.
—Es buenísimo.
Claro, vos no tenés conocimiento, no te enseñan en la escuela que eso puede llegar…
Tenía 18, 19 años. La probé y dije: “Superman. Esto es espectacular. Cómo no lo trajeron antes”.
No sabía dónde me estaba metiendo…
La cocaína te atrapa, es un estimulante. El alcohol es un depresor: o sea, si vos consumís alcohol, lo más probable es que termines vomitando o tirado en una calle, el cuerpo no te aguanta. En cambio, con la cocaína parece que te suben allá arriba del todo: empezás a hablar, te desinhibís, exactamente igual que cuando uno prueba por primera vez el alcohol, que dice: “Bueno, ahora me animo a sacar a bailar a esa chica”.
Yo, si no tomaba alcohol, no consumía sustancia. Y si tenía sustancia, tenía que tener alcohol. Se me había hecho un combo. ¿Por qué? Porque no me gustaba que se me note: si vos consumís solamente cocaína, llega un momento en que no querés mirar a nadie, te ocultás, te agarra “la persecuta”, la paranoia de que te están mirando. ¿Y qué hacés con el alcohol? Como es un depresor, bajás. Entonces yo me mantenía. Parecía que estaba normal, iba a trabajar y no pasaba nada.
Y a nivel físico, nada… Tuve la suerte de no matarme consumiendo. Muchas personas empiezan un lunes y no paran hasta el otro lunes, se encierran en habitaciones de hotel o en sus propias casas…
Y no te das cuenta de la adicción. Es un proceso lento y mortal.
Uno piensa que al alcohol lo puede manejar: tomás nada más el sábado, después ya es viernes y sábado, después hay un cumpleaños el jueves y tomás… Cuando te querés acordar, cada vez que querés hacer algo, consumís. Y ahí está el principio de una adicción.
Con la cocaína no me di cuenta hasta mucho tiempo después, porque siempre quería que no se me notara. Incluso durante toda mi etapa de consumo, mi familia no lo supo. Siempre traté de ser ordenado. En realidad, se podrían haber dado cuenta pero no tenían las herramientas necesarias para abordar ese tema, como pasa hoy en día.
Hay muchos padres que dicen: “Mi hijo consume alcohol, nada más. No pasa nada”. O: “Fuma marihuana porque es una plantita”. Pero hoy en día tenemos montones de chicos que tienen accidentes por causa del consumo. Muchas veces se piensa que la droga te va a matar de una sobredosis, y es lo que menos te hace.
Mi consumo era una vez cada tanto, una vez por año… Y después otra vez y otra vez, y cuando me quise acordar, pasaron 25 años. Siempre tratando de que no se notara, aunque había cosas que se tenían que notar… Empezás a cambiar de amistades, el entorno, porque no te interesa el que no consume. Y en ese proceso nunca nos ponemos a pensar que en algún momento va a llegar el ticket.
Dicen que la primera te la regalan y la segunda te la cobran: en realidad, no es que te la cobra el chanta que te vende, sino la vida, porque te aleja de tus amigos, de tu familia.
La cocaína es como un anestésico: te anestesia el alma, te anestesia los sentimientos.
Nunca tuve que salir a robar para consumir, pero hay chicos que lo hacen. ¿Por qué? Porque no podés parar. Es una enfermedad. Dependés de esa sustancia para poder ser, para poder vivir, para poder levantarte a la mañana…
Mis peores momentos fueron los últimos 5 años, cuando ya consumía todos los días.
Empecé a perder trabajos y estaba todo relacionado con el consumo, pero nadie se preguntaba…
Laburaba con mi viejo y la primera vez que tuve un problema con él, me echó de la empresa. Había faltado dinero. Nunca se preguntó por qué había pasado….
Si vos no tenés alguien que te acompaña en un proceso de decir “¿qué está pasando acá?”, o no controlás ciertas conductas de tu hijo cuando ves que hay cambios, después se hace muy difícil. Drogar, se puede drogar cualquiera. Recuperarse, no. Es muy bajo el porcentaje de la gente que se puede recuperar. Pasa con el cigarrillo, pasa con el alcohólico, pasa con el que juega.
Decís: “Yo sé hasta dónde”, y cuando te querés dar cuenta perdiste el control. Cada vez que querés hacer algo, necesitás ese consumo. Y para ese consumo, necesitás plata. Ahí está otro de los problemas.
Hoy, muchas de las cosas que tenemos, como robos y violencia, es por esto. Las peleas que vemos a la salida de los boliches no son las mismas de antes: son más violentas. ¿Por qué? Porque hay mucho más consumo.
Cuando no tenés droga, te ponés más violento que cuando tenés y consumís. Lo que al principio era todo divertido, una fiesta increíble, todo maravilloso, se va poniendo oscuro.
Y cuando estás metido hasta el cuello, tenés que vender lo que sea para consumir.
Podés sacar créditos, podés vender cosas de tu casa… Conozco chicos que le han arrancado la cocina de la pared a la madre para dársela al tranza [el vendedor de drogas] o dijeron que les habían robado el celular y se lo habían dado al tranza.
Todas esas cosas no se saben, se ocultan mucho. El consumo tiene prensa, la recuperación no.
Siempre se habla de que hicieron un allanamiento en tal lado y cada vez hay más drogas, pero nadie se pregunta por qué. Si hay más drogas, es porque hay más consumo.
Eso no logramos entender todavía; hace 60, 70 años que venimos luchando contra las sustancias, pero no estamos haciendo nada para bajar la demanda. Hay que convencerse de que sustancias va a haber siempre.
Y cuando al final te llega el ticket, decís: “Ah, ¿para esto era?”. Porque está todo divino, yo he vivido fiestas increíbles, pero cuando ves el final decís: “¿Para esto era?”.
Y ahí es cuando empezás a ver para atrás y decís: “Esto es grave”.
¿Cómo hacés para no consumir? Pasa lo mismo con el que fuma y no tiene tabaco, con la diferencia de que el tabaco lo comprás en el quiosco y te sale $ 1.500...
- 💰 Acá en Bahía Blanca, el gramo de cocaína se consigue entre 10.000 y 15.000 pesos, según la calidad.
- 📱 Antes, para conseguir drogas tenías que buscar un dealer, conocerlo… Hoy es más fácil: te contactás y te la llevan a tu casa.
A lo último, llegué a consumir más de 5 gramos por día. Se complicaba el tema económico… Tuve la suerte de no salir a robar, pero le robé a mi familia: plata que podía haber sido para otras cosas, la gasté en consumo.
Tenemos un dicho en los grupos anónimos: “Todas las sustancias psicoactivas siempre te van a llevar a los mismos lugares: a un hospital, a la cárcel o al cementerio”.
Yo tuve la suerte de no ir a ninguno de los 3, pero cuando me dijeron esas palabras dije: “¡Upa!”.
La cocaína es el infierno mismo. Te levantás a la mañana pensando cuándo vas a ver al tranza para comprar, a qué hora… Por ahí te dice: “Venite a las 4 de la tarde”, y tenés que aguantar…
También está el tema de que podés caer preso por ir a comprar, porque te pegaste un palo con el auto y tenés sustancia encima, o porque vas consumiendo mientras estás manejando. Está todo bien hasta que pasa.
Cuando ya tenía muchos problemas económicos, mi familia empezó a preguntar y me sentí enjaulado. Y dije: “¿Por qué no me descubrieron antes?”.
Hoy tengo 50 años y soy parte de grupos anónimos, que para mí son lo mejor que hay para poder transitar la recuperación.
La adicción es una enfermedad para toda la vida pero, si la tratás, podés tener una recuperación. Obviamente, está en cada uno querer empezar.
- ❌ Dentro de los grupos no se habla de drogas: no interesa qué consumís, cuánto, ni nada por el estilo.
- 👀 Lo único que te dicen es que vayas, te sientes y compartas, y que ahí vas a perder el deseo de consumir, que eso es lo más importante.
El alcohol y el tabaco son legales y otras sustancias no, pero en realidad son lo mismo. Y es un proceso que empieza cuando uno es chico.
Por eso me pregunto: ¿por qué está tan liberado el consumo?
Ese es el problema que tenemos. Hay chicos que empiezan a consumir alcohol a los 10 años y no nos estamos dando cuenta de que es la puerta de entrada a otras sustancias…
Una vez mi hija, cuando tenía 15 años, vio que había comprado cerveza y me dijo: “¡Papá va a estar de buen humor!”. Y ahí me dije: “Por acá no es”.
Soy creyente, no católicamente pero sí de rezar, y gracias a Dios tuve tiempo de decírselo o lo entendió al verme mal. Hoy mi hija tiene 17 y no consume alcohol, casi ni lo prueba.
Hay que educar a los chicos en edades tempranas para que sean conscientes de los consumos. Y es importante el entorno: si un papá y una mamá salen a comer, los 2 toman vino, se suben al auto, llevan al chico al boliche, y cuando el chico se baja le dicen “No tomes mucho”, no es serio.
Y tiene que haber un Estado presente. Hoy no tenés campañas de prevención, en las escuelas no se enseña.
Solamente tenés una publicidad que dice: “Si tenés problema con los consumos, llamá al 141”, un teléfono que te deriva a un hospital que te atiende una sola vez por semana, cuando te atiende.
A mí me pasó, por eso me metí en esto. Para poder ayudar.
- 🤝 Si necesitás una mano, fijate acá.
- 👉 En Bahía los grupos anónimos gratuitos funcionan lunes, miércoles y viernes a las 19:30 en Sarmiento 72. Y hay grupos virtuales las 24 horas.
- 📲 Podés contactarte al 0800-333-4720 o al WhatsApp 2914185371.
Gracias a Dios, no fui agresivo. A muchos chicos les pega por ese lado, porque el que tiene para comprarla, hasta que tenga para comprarla, está todo bien: el tema es cuando no tenés, ahí es cuando tenés que entender a un chico que roba un celular…
Muchos dicen: “Hay que meterles bala y ya está”. No seamos tan así, porque esa misma gente no mira al costado a ver cómo están sus hijos. Por ahí tu hijo no consume cocaína, pero consume alcohol como una bestia y sale a manejar en el auto… entonces, ¿qué es? ¿Por qué uno sí y otro no?
Parece que el que consume drogas es un delincuente. Y la mayoría consume drogas: cuando vos consumís alcohol, estás consumiendo droga.
Cuando le dije a mi familia, ¡fue una bomba! Hay familias que ya lo vienen sabiendo y lo tratan de corregir, pero mi familia no sabía para dónde disparar… Estaba casado, incluso con un hijo que hoy tiene 28 años…
Muchos dicen: “¿Cómo tu familia no se va a dar cuenta?”. Y, mirá, si se hubieran dado cuenta, yo no habría manejado la plata.
Mi familia me dijo: “Tenés que hacerte tratar”. Pero por la calentura que tenían, que no se sabía por dónde querían ayudar, dije: “De esta tengo que salir solo”.
Lo mejor que hice en ese momento fue entregar todo: entregué tarjeta de crédito, entregué mi sueldo… Mi idea fue: “Hasta acá llegué, tengo que parar de consumir”.
La recuperación la hice por mí, no por mi familia.
En un momento, era todo un despelote: me tenía que separar, no había manera de encajar en ningún lado, mi hijo no me quería ni ver. Incluso todavía le cuesta mucho entenderlo. La que más me entendió fue la más chica, la nena, que dijo: “Papá estaba mal”. Hoy la relación que tengo con mi hija no tiene nada que ver a la relación que tenía antes: hay una conexión mayor, me apoya en todo. Yo dije: “Le va a dar vergüenza que papá cuente que consumía drogas”. Pero no, al contrario. Me dijo: “Yo te voy a apoyar en todo lo que quieras”. Y eso me dio fuerza.
Al principio, empecé a ir al Hospital Municipal, donde me atendía una psicóloga una vez por semana, media hora. Pero yo salía y quería consumir… Dije: “Por acá no es”.
Había grupos municipales, pero también una sola vez por semana, de mañana. Esa es otra: todos te atienden de mañana, cuando generalmente la gente que levanta la mano y pide ayuda ya es gente grande, que tiene trabajo o incluso chicos que tienen que ir a la escuela.
Tiene que haber otras herramientas para poder ayudar a esa persona.
Si vos le decís: “Solamente los jueves a la mañana”, y consume todos los días, va el jueves a la mañana y el jueves a la tarde está consumiendo de vuelta, no tiene nadie que lo contenga.
A esos grupos, además, van alcoholizados, bajo el efecto del consumo…
En los grupos anónimos, en cambio, si estás bajo los efectos del consumo te dicen: “Retirate, volvé cuando estés mejor”. Y todos nos acompañamos, tenemos el teléfono las 24 horas del día. Decís: “Tengo ganas de consumir, no sé qué hacer”. Y del otro lado es: “Venite, hablamos en casa”. O: “Hablamos por teléfono”. Eso es un programa en serio.
El sistema del Hospital Municipal no sirve pero no por los profesionales, sino por cómo está armado. Sí estoy de acuerdo con que tiene que haber una ayuda profesional para ver de dónde viene el problema de consumo. En mi caso, venía por una cuestión familiar, de cuando se separaron mis padres. Con la droga tapás ciertas cosas que te han pasado o te vienen sucediendo.
También fui al CPA que está en el hospital Penna y lo mismo… Los lugares son feos, están mal mantenidos, no hay realmente una contención.
Los grupos anónimos tienen más de 70 años y están en todo el mundo.
Lo primero que me dijeron cuando entré fue: “No estás más solo”. Y yo dije: “¿Por qué? Si tengo a mi señora, a mis hijos, a mi papá, a mi hermana”. Me dijeron: “Ya lo vas a entender. Sentate y escuchá”.
Los grupos son todos en ronda, tenés 5 minutos para hablar, no hay cruce de palabras. Escuchando dije: “A este le pasó lo mismo que a mí, está contando lo que yo estoy sufriendo”. Ahí te abrís: decís lo que querés, si querés; si no querés, sigue otro. Pero lo más importante es escuchar. La gente te enseña que podés vivir sin consumo. Y es un lugar lindo, limpio, tenés refrigerio.
Y entendí aquello de “no estás más solo”: la familia, si no tiene alguien que consumió, no lo entiende.
Es una lucha diaria. Nosotros decimos: “Sólo por hoy”. Yo me levanto a la mañana y sé que ayer no consumí y que hoy no tengo que consumir. Mañana no sé qué va a pasar. Ya tengo casi 3 años con los grupos anónimos, que me enseñaron a vivir, a reeducarme en muchos aspectos de la vida… Y hoy, tener la relación que tengo con mis hijos, la relación que tengo con mi señora…
Hay cosas que no pude resolver todavía, pero se nota el cambio cuando querés ayudar a otra persona, cuando te relacionás con la gente, en tu manera de hablar, en tu manera de actuar.
A mis hijos siempre traté de inculcarles (con mi problema encima, porque yo todavía estaba en consumo) que por ese camino no era. Yo lo transité, vi cosas cosas jodidas: chicos que hoy en día están presos, otros que están muertos…
Tuve un amigo que se mató. Estábamos en Pajas Bravas y a las 6 de la mañana se pegó un tiro con la escopeta. Consumíamos todos, nos conocíamos todos…. Él ya no daba más, no sabía cómo hacer para no consumir más, tampoco tenía más plata: había perdido el trabajo, lo único que le quedaba era el auto. Y se pegó un tiro. Yo dije: “Qué boludo, no la pudo controlar”. Y yo la controlaba, hasta que me llegó el turno, gracias a Dios no de la misma manera, pero me llegó: a todos nos llega el ticket.
Hoy tenemos muchos casos de chicos que se suicidan porque volvieron a consumir. Dicen que la recaída es muy fuerte. Gracias a Dios, no tuve nunca recaídas. Tuve un compañero que llevaba 9 años limpio, recayó un miércoles y se suicidó el sábado. No soportás, luchaste tanto tiempo…
Por eso tenés que ser muy cuidadoso con tu recuperación, porque cualquier cosita te puede llevar…
El que se suicida no se suicida porque no quiere vivir, sino porque no quiere sufrir más. Incluso hay chicos que están tan paranoicos, pasa mucho con la marihuana, que piensan que la mejor salida es saltar por un balcón porque atrás tienen un león. Empezás a alucinar.
Todos piensan que el drogadicto es el que está tirado en la plaza. Y no: consume muchísima gente… Te das cuenta del que está tirado en la plaza porque ya no tiene más nada.
Esta enfermedad no tiene fin y te va a estar esperando continuamente. Tenés que estar muy fuerte para decir “no”.
En distintos medios también se trata de mostrar que todo el que se droga es un delincuente, y no: el que se droga puede ser un empresario, un abogado, un médico… O sea: la droga no distingue clases sociales, afecta a todos por igual. La única diferencia es que el que tiene poder económico va a poder acceder a la sustancia, en cambio el que no lo tiene va a salir a delinquir: va a hacer lo que sea para consumir.
Cuando en mi recuperación logré estar más o menos bien, me pegó y dije: “Bueno, ¿y ahora qué hago?”. Me empecé a cuestionar la vida, por qué pude dejar de consumir de un día para el otro.
Fue un 16. Siempre el 16: yo nací un 16 de enero, mi mamá falleció un 16, mi sobrina nació un 16 y la última vez que consumí fue un 16 de mayo. Y dije: “Si yo pude zafar, sólo por hoy, tengo que ayudar a otra gente”.
Nunca digo cuántos años llevo sin consumir, porque el mensaje que damos es: “Sólo por hoy”.
Hay grupos para familiares, porque muchas veces no saben qué hacer con su hijo: “¿Lo interno?”. Primero, sale carísimo: arriba de los 500.000 pesos por mes, imposible para la mayoría. Y tampoco es la solución, porque a vos te internan, dejás de consumir ese año que estuviste internado (que es una tortura estar encerrado) y cuando salís, si volvés a tu barrio, a tu entorno, a la gente “del palo”, lo más probable es que vuelvas a consumir.
Hay veces que me siento mal, que no aguanto mi vida, porque la vida tiene problemas, pero no voy a tapar como tapaba antes: si tengo un problema, lo afronto.
Y trabajo para que cambie el sistema en Bahía Blanca. Muchos dicen: “Hacemos prevención”. Pero no hay prevención.
Si hacés eventos en el parque con 20 food trucks y venta de alcohol, tenés que hacer una campaña. La gente tiene que saber que conducir bajo los efectos del alcohol te puede llevar al hospital, a la cárcel o al cementerio. Una copa o una lata de cerveza te pueden salir carísimo: te secuestraron el auto, 150.000 pesos la multa; atropellaste a alguien, tenés un quilombo terrible; te podés matar; podés matar a alguien…
Si no podés controlar el consumo sabiendo que estás manejando, preguntate si no tenés otro problema.
En los grupos te enseñan que tenés que llevar el mensaje y llevar el mensaje es estar bien. Por ejemplo: no puedo estar discutiendo con alguien por el tránsito, porque lo primero que van a decir es: “Ahí lo tenés al falopero”. Aprendí que la conducta es lo principal: te tocaron un bocinazo, no consumas malestar. Pedile perdón, aunque no tengas que pedirle perdón…
Hoy elijo tener esta vida, que para mí es maravillosa.
Cuando te das cuenta de todo lo que viviste y de cómo estás hoy físicamente, mentalmente, decís: “Wow, ¿por qué no me di cuenta antes? ¿Por qué no se dieron cuenta antes?”.
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Entrevista y edición: Belén Uriarte
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